En un mundo dominado por lo digital y los efectos visuales, de vez en cuando aparece alguna película que nos recuerda la belleza de los procesos artesanales en el cine: filmes que utilizan técnicas analógicas para recrear estéticas y sensaciones de producciones de antaño. Moon Garden, del director Ryan Stevens Harris, es uno de estos trabajos: una mezcla de fantasía y terror grabada en rollos caducados de 35 milímetros.

La historia es una especie de versión macabra de Alicia en el país de las maravillas: tras caer en un coma, una niña pequeña (Haven Lee Harris) debe encontrar la salida de un terrorífico mundo fantástico industrial para despertar y regresar con sus padres (Augie Duke y Brionne Davis). Sin embargo, una criatura que representa sus peores miedos (Morgana Ignis) la persigue para alimentarse de su tristeza y evitar que vuelva a casa.

La decisión de filmar todo en distintos tipos de rollos cuya fecha de expiración ya había pasado tiene el objetivo de darle una apariencia atemporal a la película: como si se tratase de un filme antiguo que apenas ha sido descubierto. En este aspecto, es muy efectiva: Moon Garden ciertamente se ve cómo si fuera un trabajo ochentero al estilo de Legend o The Neverending Story, no solo por el grano y la textura, sino también por su gran variedad de efectos prácticos.

Stevens Harris y su equipo utilizan muchas técnicas para llevarnos a este mágico mundo atemporal: hay stop motion, animación hecha a mano, marionetas, el monstruo es creado mediante maquillaje y prostéticos, los impresionantes cielos fueron creados en tanques de agua con leche evaporada, miniaturas para los grandes escenarios. Este es un trabajo de verdadera dedicación y amor por el cine, cada cuadro refleja el compromiso de los involucrados y su deseo de hacer de esta una experiencia inmersiva que es movida más por las sensaciones que por la historia.

Además del uso de celuloide antiguo, la fotografía de Wolfgang Meyer se apoya de lentes antiguos para darnos ángulos poco comunes. Entre esto y los diversos formatos de rollo y cámaras, la película sí parece sacada de un mundo extraño y cambiante, lo cual transmite perfectamente la idea de que la protagonista está encerrada en una especie de sueño/pesadilla. La corrección de color también es fundamental, pues acentúa los tonos de forma viva (sobre todo el rojo y el azul, al estilo de Suspiria) para darnos este aire fantástico y terrorífico a la vez.

Obviamente toda esta maestría técnica no sería posible sin un director con una visión clara. Ryan Stevens Harris, quien fue editor del blockbuster Moonfall y trabajó en el sonido de Midway (ambas películas de alto presupuesto), aplica sus conocimientos técnicos en este proyecto personal, para el cual no solo dirigió, sino también escribió, animó, editó e hizo el diseño sonoro. 

La actriz principal es su hija, quien tenía 4 años cuando comenzó la producción pero 7 cuando terminó, debido a que se tuvo que grabar en intervalos conforme se conseguía el presupuesto. Este crecimiento curiosamente ayuda a la historia, pues nos da una idea de cuánto tiempo el personaje permanece en coma.

En cuanto a la historia en sí, Moon Garden nos da un viaje surreal en el cual la pequeña se encuentra con distintos personajes que la ayudan en el camino a superar sus miedos, a la vez que representan diferentes aspectos del matrimonio de sus padres. La travesía a veces se siente un tanto aleatoria o muy infantil, pero esto es coherente con la edad que tiene la niña y cómo trata de darle sentido a su realidad.

Con imágenes perturbadoras, increíbles efectos y una estética muy particular, esta es una experiencia que nos demuestra cómo la forma cinematográfica por sí misma transmite un mensaje y es capaz de convertir una historia sencilla en algo único. Si eres fanático del cine de género, de los efectos prácticos o tienes ganas de ver algo diferente y extraño en el mejor de los sentidos, esta película definitivamente es para ti.

“Moon Garden” formó parte del Mórbido Film Fest 2023.

Imagen de portada cortesía de Oscilloscope Laboratories.