Hace poco más de dos años, cuando “Niña sola” se presentó en el Festival de Cine de Morelia, su director, Javier Ávila, dijo que algo muy importante para él era mantener la atención de la audiencia en la voz de sus personajes, una voz cuyo relato muchas personas preferirían no oír. Además de cumplir con éxito su objetivo, Ávila nos entrega una película desgarradora sobre el abuso y la violencia contra la mujer.
¿Cómo darle sentido a la vida tras el asesinato de una hija o de una hermana? ¿Cómo se encuentra una forma de seguir, sobre todo cuando el asesino sigue impune? Estas preguntas se hacen Arcelia y Bertha, madre y hermana de Cintia, una joven de 19 años que fue asesinada en su propia casa. A través de sus voces recorremos una existencia llena de abusos, dolor, injusticia e indiferencia sistemática que miles de mujeres viven todos los días.
De manera similar a “Tempestad” o “El guardián de la memoria”, la película recurre a imágenes abstractas y simbólicas para acompañar el relato, en lugar de presentar entrevistas de forma más convencional. Con mucho respeto, el director evita a toda costa la revictimización de sus personajes y deja que el dolor, la indignación, el enojo y el amor dominen al espectador. Gracias a un gran diseño sonoro, la audiencia se deja llevar por el relato de manera fluida, mientras las tomas, por su lado, transmiten el vacío provocado por la muerte de Cintia.
En lugar de recurrir al sensacionalismo, el documental nos revela sutilmente los acontecimientos a través de la intimidad de estas mujeres. Pocas veces las vemos a cuadro, pero se sienten tan cercanas como si nos estuvieran hablando directamente a nosotros. Sus testimonios dejan al descubierto las distintas formas en las que violencia de género permea en la sociedad: cómo ésta no sólo se normaliza, sino que hasta es ignorada por las autoridades.
Hay una gran honestidad en la sobriedad con la que se aborda el tema: sin adornos ni manipulaciones (y gracias a la ausencia de ellos) Ávila logra conmover profundamente, alejándose así del melodrama y la teatralidad. El luto y el dolor de los personajes es retratado con una profunda compasión sin caer jamás en la condescendencia: el director no es un “héroe” que viene a darle voz a estas mujeres, sólo es alguien dispuesto a escuchar su dolor y a compartirlo con los demás.
“Niña sola” es una obra con un mensaje urgente y un gran valor artístico, deja de lado lo didáctico para llevarnos a través de las emociones hacia una cruda realidad, y lo hace de manera digerible pero contundente. Esta película ha tardado casi tres años en llegar a las salas de su propio país, un lugar con tasas alarmantes de feminicidios en el cual escuchar estas denuncias es algo necesario. Ahora sólo queda esperar que las audiencias conozcan la historia de Cintia, Arcelia y Bertha, y con ella las de miles de mujeres cuyas voces son acalladas por la indiferencia y la injusticia: queda esperar que más gente escuche.
“Niña sola” se estrena el 11 de febrero en cines mexicanos a través de PIANO.