Es difícil cuando nos dicen alguna verdad de frente, sobre todo porque no solemos tener espacio para la autocrítica, la cual siempre será necesaria para crecer, no solo como individuos, sino también como sociedad. Radical de Christopher Zalla y protagonizada por Eugenio Derbez, es una película que habla sobre una realidad en México: la pobreza y falta de oportunidades educativas para los niños debido al estancamiento del sistema educativo y el nulo interés de los gobiernos por proveer mejores condiciones. 

Basado en el artículo escrito por Joshua Davis, la cinta se ubica en 2011 cuando un nuevo ciclo escolar se avecina en la escuela primaria José Urbina López ubicada en Matamoros, tierra de Rigo Tovar. Sin embargo, el grupo de sexto año se enfrenta a un pequeño e inesperado reto: tener como profesor a Sergio Juárez (Derbez), quien imparte sus clases de manera divertida y provoca constantemente estímulos que desarrollan el pensamiento crítico de cada niño. Sus métodos son poco ortodoxos para una educación lineal y seca, por consiguiente tampoco son aceptados por otros compañeros, directivos de la escuela y mucho menos por los políticos encargados de lo educativo. Juárez debe luchar contra un sistema corroído si desea que sus alumnos no sólo pasen de grado, sino que puedan mejorar sus condiciones de vida. 

El sistema nos abandonó hace mucho tiempo, tan es así que no es posible que desde jóvenes haya una insensibilidad ante la tragedia y se normalice la violencia del día a día. Radical muestra eso a partir de imágenes donde los niños de sexto grado (y seguramente de otros niveles académicos) conviven y transitan entre campos de guerra, donde el sonido de disparos y cuerpos sin vida en medio de la calle forman parte del paisaje, casi como un decorado. Ante este escenario, la escuela funge como un refugio y la educación como resistencia. 

Uno de los discursos que la cinta desmiente es el muy repetido “echaleganismo” y “el pobre es pobre porque quiere”, pues esta propuesta escrita por el mismo Zalla sostiene que existen sistemas políticos, sociales y sobre todo económicos que no le permiten a todas las personas salir de su contexto, y cuando logran escapar se consideran anomalías del sistema. El capitalismo construye narrativas aspiracionales en torno a ese mínimo porcentaje de personas que escapan, pero la realidad es que solo es una venta de espejismos.

Zalla equilibra el tono crudo de las escenas donde se pinta el oscuro contexto del lugar con el humor sostenido por los actores, en especial por Eugenio Derbez (CODA), quien, cabe destacar, sorprende y reafirma que posee un rango actoral llamativo para productos melodramáticos y no solo de comedia. La película le genera un vaivén de emociones al espectador, e inclusive lo hace parte de la dinámica escénica por medio de las interrogantes que Sergio Juárez les hace a sus alumnos; el silencio juega un papel importante, pues da un momento para que la audiencia también reflexione. 

Y siguiendo sobre esa línea, Radical también abre la discusión: la educación en México no solo se ha estancado por contenidos, sino también por la manera de compartirlos. ¿De verdad debemos seguir con clases monótonas, en las que la prioridad es memorizar y se olvida el desarrollo del pensamiento crítico? ¿Es necesario continuar con un sistema en donde el profesor es el mandamás y no hay derecho a cuestionarlo o refutarlo? Como sociedad sería fantástico modificar esas dinámicas, pero algo es cierto, al capitalismo no le seriamos funcionales si pensamos. 

Radical es una película que expone algunas deficiencias de varios sistemas, que poco a poco han abandonado a muchas comunidades en México. Por momentos es desoladora y por otros es esperanzadora, pero no hay duda de su gran alto nivel de emotividad y efectividad. Una imperdible película mexicana. 

“Radical” ganó Favorita de la Audiencia en Sundance 2023 y ya está disponible en cines.