Con “Scream (Grita)”, los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett revivieron una franquicia que llevaba bastante tiempo en el olvido (a nivel fílmico), además que la refrescaron con discursos actuales como el fanatismo tóxico y la importancia de los simbolismos. Sigue la mata dando y en “Scream VI”, los directores estadounidenses continúan con el insaciable slasher y vuelven a conducir por el camino de la autoreferencia reviviendo hechos de las cinco películas anteriores.
Los cuatro amigos sobrevivientes de la película anterior: Sam (Melissa Barrera), Tara (Jenna Ortega), Mindy (Jasmin Savoy Brown) y Chad (Mason Gooding) ahora viven en Nueva York y tratan de llevar una vida más tranquila y alejada de los enfrentamientos violentos de Woodsboro. Como era de esperarse, otro Ghostface (Roger L. Jackson) aparece y poco a poco se acerca a los cuatro amigos, aunque ahora sin piedad y con mucha sed de venganza.
Esta nueva entrega no es tan arrojada a nivel discursivo como la anterior, pues ahora se ocupa en maximizar la metaficción de su narrativa donde los personajes constantemente referencian la franquicia, además que interactúan con elementos de escenas clave de las anteriores películas para enriquecer el universo y dicha narrativa. Lo autorreferencial le está funcionando a este nuevo compendio de historias sobre Ghostface (en gran parte por la solvente escritura de Guy Busick y James Vanderbilt), pues hay un equilibrio positivo en varios aspectos: no hay miedo a la autoparodia, hay una mofa simpática y atrevida sobre los tropos del género del terror, al mismo tiempo que se utiliza la nostalgia y enérgicos giros de trama. Hasta ahora funciona, pero todo tiene fecha de caducidad y ojalá este nuevo aire que está tomando la saga no termine por asfixiarla en próximas entregas.
Es increíble lo que genera una armónica conjunción entre fotografía (Brett Jutkiewicz), score (Sven Faulconer y Brian Tyler) y edición (Jay Prychidny), porque cada una de las apariciones de Ghostface, en especial la del callejón y la del metro, gozan de una tensión envidiable que a la postre genera la resignificación del personaje como un icono de terror, pues limpia esa imagen chusca impregnada a raíz de las parodias de “Scary Movie”.
Las muertes, si bien no son tan aparatosas y contundentes como en su predecesora, son igualmente efectivas y pintorescas por los litros de sangre que emanan de cada personaje abaratado. El slasher es el alma que llena cada una de las muertes y una muestra clara que, pese al paso de los años y de los productos, aún es efectivo este subgénero del terror, sobre todo si se le impregna inteligencia y pasión, como es el caso de “Scream VI”.
Punto y aparte para señalar la gran química entre Melissa Barrera (“En el barrio”) y Jenna Ortega (“X”). Por separado, cada una luce el histrionismo que las ha catapultado, poco a poco, a más y más proyectos, pero juntas, pese a no ser físicamente típicas, muestran una comunión y simpatía absoluta. Sin duda, se están convirtiendo en referentes jóvenes de la industria fílmica.
“Scream VI” es una audaz secuela, que le pone punto final a algunos temas y apertura a otros igual de interesantes. Ghostface sigue manteniendo su vigencia y la franquicia sigue respirando tranquilamente.
“Scream VI” ya está disponible en cines.