Un auditorio lleno observa fascinado un escenario, en el cual la directora de orquesta más famosa del mundo es entrevistada. Se trata de Lydia Tár (Cate Blanchett), la protagonista del primer drama de Todd Field en más de 15 años, y Blanchett la interpreta con una seguridad y porte intimidantes. 

Mientras el entrevistador recita los múltiples logros de esta celebridad, la asistente de ésta, Francesca (Noémie Merlant), las recita en silencio desde el lado del público: se sabe cada palabra, cada inflexión. En este sutil y brillante momento, aparentemente sencillo, surge la pregunta: ¿Si sabe lo que va a decir, sabrá también las preguntas? La respuesta parece quedar clara poco después, cuando Lydia dice que para ella nada es una sorpresa en el escenario, debe dar la sensación de que se exalta junto con la audiencia, pero ella sabe exactamente a dónde va a llegar desde el inicio. Es una mujer totalmente en control.

Estos son los primeros minutos de un poderoso estudio de personaje: uno antipático, egocéntrico, hambriento de poder, pero también excelente en su trabajo. Lydia le es infiel a su esposa, es déspota con quienes la rodean, y destruye sus carreras a la mínima provocación, pero tras un terrible acontecimiento, el gran pedestal en el cual ella misma se ha puesto se empieza a desmoronar.

Todd Field, quien por primera vez escribe un guion completamente original, no es ajeno a contar historias sobre personas complejas y desagradables, mostrando interesantes matices ante situaciones incómodas. Su maravillosa “Little Children” lidiaba con temas como la infidelidad, los prejuicios de los suburbios, la represión sexual e incluso pedofilia de una forma tan cuidada que colocaba a la audiencia en dilemas morales tan fascinantes como perturbadores.

En “Tár” nos muestra el retrato de una persona detestable a la cual admira con devoción: como los mejores contadores de historias, Field nunca juzga a su protagonista. Sí, su caída en desgracia es gratificante en muchos sentidos, pero esto se debe a que es una consecuencia de las acciones de Lydia, no a que el director la odie o haga un juicio moral sobre ella. Él deja que la historia se desarrolle frente a nuestros ojos y saquemos nuestras propias conclusiones sobre los efectos de dejarse cegar por la fama.

Aunque las hipérboles abundan en esta temporada del año, no es exageración decir que Cate Blanchett da probablemente la mejor actuación de su carrera, a la altura de su gran papel en “Blue Jasmin”. No cualquiera toma el reto de interpretar a una persona genuinamente antipática y encontrar la humanidad sin justificar sus terribles acciones. Blanchett nos trasmite el privilegio, soberbia y sangre fría de Tár, pero también su amor por su hija, sus inseguridades, sus deseos y su miedo a perder el control.

La fotografía de Florian Hoffmeister y el diseño de producción de Marco Bittner Rosser nos dan una ambientación fría y distante como la protagonista: los tonos opacos y grisáceos, así como los múltiples contraluces, nos mantienen en las sombras sobre quién es realmente este personaje. ¿Genuinamente ama el arte más de lo que se ama a sí misma? ¿Es toda su habladuría sobre sentir la música en realidad una mentira que usa para inflar su ego? Una agridulce secuencia final responde esta pregunta a la perfección: es probablemente uno de los mejores cierres del año.

Destacable también es el trabajo de Nina Hoss como la esposa de Lydia, Noémie Merlant como su fiel pero ambiciosa asistente y Mark Strong en el rol de un colega frustrado de vivir a su sombra. Todos son víctimas de las ansias de poder de la compositora en algún punto de la historia, y se mueven perfectamente al ritmo de Blanchett para resaltar su egoísmo. Aunque cuenta con el papel más sutil de los tres, Merlant (“Paris, 13th District”) es particularmente efectiva e inolvidable: con un solo gesto o mirada transmite complicidad, miedo y admiración al mismo tiempo.

Sin embargo, al final del día esta es una orquesta liderada por Blanchett y Field, quienes logran mantener a su audiencia cautiva por 158 tensos minutos. Así como su personaje principal, “Tár” es un ejercicio de perfección técnica que asusta, sorprende e hipnotiza cuando da rienda suelta a toda su fuerza interior.

“Tár” forma parte de la 72 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.