Muchas de las películas basadas en hechos reales han sucumbido ante la convencionalidad y la plasticidad con la que abordan a sus personajes, los hechos y los contextos, es por eso que se reconoce cuando llegan productos como “Tetris” del director Jon S. Baird, pues no solo cuenta la historia detrás del legendario videojuego, sino que la matiza a través del desarrollo de un thriller donde intervienen espías y conspiraciones sociopolíticas, pero lamentablemente el humor simplón no la deja prosperar. 

Es 1988 y Henk Rogers (Taron Egerton) es un diseñador de videojuegos que no ha encontrado el producto que lo catapulte a la fama ni le retribuya grandes ganancias económicas, sin embargo, durante una convención tecnológica encuentra la demo de Tetris, un juego de acomodo de piezas geométricas al que considera adictivo y con mucho futuro. Su ambición lo lleva a buscar adquirir los derechos de distribución mundial, pero se topa con la dura realidad: el juego fue desarrollado originalmente en la Unión Soviética y ante la negativa de los soviéticos a compartir las ganancias, varias empresas, incluyendo la de Henk (en alianza con Nintendo) intentan poner sobre la mesa todo el dinero que se pueda para exprimir el nuevo prospecto. 

“Tetris” no se destaca precisamente por su calidad narrativa, pues no deja de caer en lugares comunes de las películas biográficas, sin embargo, el guionista Noah Pink se apoya con efectividad del contexto de la historia (plena Guerra Fría) para construir una atmósfera de suspenso y misterio con apoyo de subtramas de espionaje y traiciones, y por supuesto, de tonos grises en la fotografía, un recurso clásico para representar a la Unión Soviética. El problema es que, con tal de hacerla más digerible y ligera, abusa de humor torpe que desengancha al espectador con facilidad.

El tono dramático y sobrio se destantea constantemente debido a la construcción caricaturesca de algunos de sus personajes: Taron Egerton (“Sing 2”) no sale de interpretar a un personaje exagerado en todo sentido, desde el caminar hasta las inflexiones vocales; Roger Allam (“Sandman”) se echa encima un prostético que le aumenta el peso y se nota falso a más no poder. La caricaturización de los personajes, en conjunto con defectuosos efectos visuales de persecuciones en coche hacen que irónicamente las piezas de esta cinta no encajen a la perfección.

Uno de los apartados que trascienden es el score orquestado por Lorne Balfe (“Black Widow”), ya que propone una nueva versión de la canción “Korobeiniki”, pieza original de aquellas primeras entregas del videojuego. Este jugueteo musical, junto a algunas animaciones que presentan los tres capítulos de la historia, provocan abundante nostalgia por lo retro y el recuerdo inmediato de una época y un producto pionero en el campo de la tecnología, en específico de los juegos de video y que sin duda ha marcado generaciones. 

Aunque “Tetris” no pretende ocultar sus intenciones patrioteras con relación a retratar a otros países (en especial a Estados Unidos) como superiores a la URSS desde la visión empresarial y el sistema político y económico, el director Jon S. Baird y su equipo entregan un producto propositivo, que encuentra sus mejores momentos cuando se enfoca en desarrollar su atmósfera a través del drama y el misterio.

“Tetris” ya está disponible en Apple TV+.

Imagen de portada cortesía de Apple TV+.