Pádraic (Colin Farrell) es un hombre simple que disfruta seguir su rutina en la pequeña isla irlandesa de Inisherin. El punto cumbre de su día siempre es echarse un trago en el bar local junto a su mejor amigo Colm Doherty (Brendan Gleeson). Sin embargo, un día aparentemente como cualquier otro, Colm no le responde, de hecho, se niega a estar con él: ya no quiere ser su amigo y Pádraic no puede entender por qué. Junto a él lo descubriremos de la mano de Martin McDonagh en “The Banshees of Inisherin” (Los espíritus de la isla, en español), una película tan divertida como melancólica que utiliza una premisa simple para generar reflexiones profundas e inteligentes no solo sobre amistad, sino también sobre guerra y soledad. Es un trabajo de guionismo perfecto y una de las películas más exquisitas del 2022.
La ruptura de esta amistad es una metáfora sobre la guerra civil irlandesa que enfrentó a miembros de la IRA y el gobierno provisional entre 1922 y 1923. Personas que lucharon codo a codo en la guerra de independencia irlandesa apenas unos años atrás, de repente se encontraban en bandos contrarios, con ideologías muy distintas, en un conflicto aún más sangriento. Mediante explosiones que vemos y escuchamos a lo lejos, la guerra está presente durante el desarrollo de “The Banshees of Inisherin” para crear comparaciones con el conflicto ideológico entre Pádraic y Colm, quienes son llevados a la vida de manera impecable por un expresivo Colin Farrell (“The Batman”) y un poético Brendan Gleeson (“The Tragedy of Macbeth”).
Viviendo en un pueblo pequeño en donde hay poco que hacer más allá de beber alcohol y chismear, ambos pasaban su vida juntos, codo a codo luchando contra el aburrimiento cotidiano. Pero cuando el viejo Colm, un violinista y compositor, comienza a enfrentar su propia mortalidad, inevitablemente llega a la conclusión de que debe hacer algo con su vida más allá de emborracharse y hablar sobre tonterías con el amable pero torpe Pádraic. Con humor y paciencia, McDonagh (“Three Billboards Outside Ebbing, Missouri”) hace evidente la concepción tan distinta que cada personaje tiene sobre vida y legado, eventualmente exponiéndolas con potencia durante una borrachera magistralmente escrita y ejecutada a la mitad del filme.
¿Qué le da significado a nuestra vida? Pádraic, quien adora a su letrada hermana Siobhán (Kerry Condon) y la compañía de su noble burra Jenny, cree que es el amor y generosidad que compartimos hacia seres humanos y animales; perduramos en las memorias de nuestros seres queridos a través de las vidas que llevamos y la amabilidad que esparcimos. Del otro lado, Colm, un artista, llega a la conclusión de que la vida adquiere sentido a partir de nuestras creaciones, de un legado artístico que perdure aún cuando nosotros ya no estemos presentes de manera física. Y así como McDonagh expone los puntos de vista de sus personajes, también te invita a tomar bandos y pensar sobre tu propia respuesta a esa pregunta.
Y como toda guerra, el orgullo de los participantes los lleva a manifestar sus ideas a través de daño físico. La ruptura escala: pasa del desconcierto a la venganza y del amor a la ira. La presencia de la tétrica Mrs. McCormick (Sheila Flitton), una figura con aires de banshee que acecha a los personajes, augura tragedia inminente. Tal vez la guerra civil parezca estar a kilómetros de distancia, del otro lado del agua, pero en realidad su dolor ya está en la isla.
McDonagh rodea a sus protagonistas con personajes secundarios excelentemente desarrollados. Letrada e inteligente, Siobhán es la persona más sensata en la isla: encuentra aburrida la toxicidad de sus habitantes y parece pez fuera del agua, cosa que la insufrible (pero cómica) señora chismosa de la tienda y el abusivo policía local le hacen saber. Kerry Condon (“Dreamland”) maneja el personaje con fuerza y precisión, convirtiéndola en una voz formidable y sabia, tal vez la única que entienda el devastador dolor de una guerra.
Y tal vez el personaje más fascinante del filme (y del año) es el Dominic de Barry Keoghan (“Eternals”), un joven golpeado y abusado por su padre (el policía ya mencionado) que es tratado como el estúpido del pueblo pero en realidad es el más inteligente de todos: entre risas, sus sinceros diálogos evidencían la inmadurez del conflicto y revelan quién es el verdadero tonto de Inisherin. Keoghan, otra vez, entrega un trabajo majestuoso, aquí plasmando a un alma torturada que sueña con amor.
Con su manejo característico de comedia negra y un toque de terror, McDonagh lleva su narrativa por caminos impactantes e impredecibles. Utiliza la naturaleza de sus personajes para mantener un aire de ligereza sin restar profundidad a sus acciones. Entre cada línea existencialista, hay un perfecto balance de humor y melancolía: los chistes esconden un miedo hacia la soledad, la muerte y el olvido. Los elementos técnicos, desde la hermosa y cálida fotografía de Ben Davis hasta el score con tintes folclóricos de Carter Burwell, se conjuntan en perfecta armonía para darle vida a este pequeño pero complejo mundo.
Y también hay un maravilloso discurso animalista del cual ni siquiera el frío Colm puede escapar. Durante una de las dos inolvidables escenas en un confesionario, el padre (David Pearse) le pregunta con aire burlón a Colm si cree que a Dios le importaría la vida de una burra miniatura, a lo que Colm responde “No. Y tal vez desde ahí estamos mal”. McDonagh utiliza con enorme sensibilidad al perro, burra, vaca y otros animales (excelentes actores, por cierto) de su historia para enfatizar soledad y profundizar en las reflexiones sobre la vida, y el papel de todo ser vivo en ella. Y, regresando a la metáfora central, también los utiliza para evidenciar cómo los inocentes son siempre los que más sufren en una guerra.
“The Banshees of Inisherin” es una metáfora bélica existencialista e inolvidable que mejora con cada pensamiento que le dedicas. Orquestando una película magistral a nivel narrativo, actoral y estético, Martin McDonagh nos convierte en una banshee que, con una macabra sonrisa en el rostro, observa a estos personajes ignorar toda señal de alerta y descender hacia lugares oscuros y perturbadores.
“The Banshees of Inisherin” o “Los espíritus de la isla” formó parte de la sección World Highlights del Festival Internacional de Cine de Los Cabos 2022.