Si bien se dijo que “The Souvenir Part II” era la última entrega de la historia de Julie Hart iniciada en 2019, “The Eternal Daughter” puede interpretarse como un epílogo para la ahora trilogía no oficial de Joanna Hogg y en esta ocasión, Tilda Swinton toma el papel que su hija (Honor Swinton Byrne) interpretó en “The Souvenir”: Julie, una cineasta que trabajó artísticamente con el proceso del duelo. La cinta aborda meramente la relación de ella con su madre Rosalind (también Swinton, retomando su personaje original) y el amor incondicional que le ha dado por tantos años; pero también habla de fantasmas del pasado, de dilemas y reflexiones que se tienen al crecer, y de la representación que tenemos de ciertas personas según el conocimiento que recolectamos mientras estuvieron con nosotros.

El planteamiento inicial en “Eternal” es la llegada de Julie y Rosalind a una antigua casa familiar ahora convertida en hotel; a pesar de que la estancia es principalmente utilizada para festejar el cumpleaños de su madre, Julie tiene planes para crear una película sobre Rosalind, pero hay algo que la desenfoca de su cometido. Los recuerdos vagan por los pasillos de la propiedad gótica, en las ventanas se ve la neblina que parece eterna, y los ruidos misteriosos solo hacen dudar a Julie si lo que hace es moralmente correcto.

Lo dicho anteriormente me recuerda un poco a “Aftersun”: curiosamente tenemos a dos cineastas (Hogg y Charlotte Wells) que buscan una manera de retratar la figura de sus padres aunque tal vez no sea del todo fidedigna. Este es el problema de Julie y lo que la detiene al querer hacer la cinta, especialmente cuando habla con su madre y ella responde que los recuerdos en esta casa son placenteros y dolorosos también: “¿por qué no pudimos notar cuando nuestros padres tuvieron malos ratos?”. Tal vez no sea exactamente la pregunta que Hogg y Wells se hicieron al momento de crear sus cintas, pero es un dilema que se puede interpretar en las mismas. 

Más que una película de horror (género con el que se ha descrito a este proyecto), Hogg utiliza elementos de su canon para representar la incertidumbre y lo desconocido para Julie; rara vez podemos saber cuándo es de día: la iluminación comúnmente juega con nuestro razonamiento y probablemente con el de Julie; la soledad también se representa en la fotografía, pues pocas veces hay planos con más de dos personas, e incluso los decorados y escenarios suelen ser los protagonistas. La composición del diseño de producción entre Stéphane Collonge, la dirección de arte de Byron Broadbent, la decoración de Naomi Reed y la dirección de fotografía de Ed Rutherford le añaden otra capa a la búsqueda artística y personal de Julie.

Hogg recalca que sus últimas tres películas han sido las más personales de su carrera con apoyo de un metacomentario manifestado a través de placenteros y dolorosos easter eggs referentes a las dos partes de “The Souvenir”; es mejor descubrirlos a tu ritmo pues si has visto ambas películas, reconocerás el significado detrás de algo tan sencillo como un comentario o una fotografía. Es magnífico ser testigo de la honestidad de Hogg pues gracias a ella entendemos lo importante que es para la directora retratar los instantes y las personas que la formaron.

Se ha dicho que “The Eternal Daughter” es una película en donde “no pasa nada” pero creo que es lo contrario: Julie se encuentra en una constante rumiación y cuestiona los sucesos fantasmagóricos que la rodean en un hotel solitario y sin huéspedes. Aunque su madre puede ser tan parecida a ella (además de que ambas son personificadas por Tilda Swinton, amiga cercana de Hogg), no significa que la conozca completamente; es una pastilla difícil de digerir para Julie/Joanna, el reconocer que nunca podrá saber todo sobre ella, pero esto más allá de desanimarla, se convierte en una inspiración para crear una obra artística tan delicada como el silbido del viento pero tan preciada como lo es el amanecer después de una tormenta.

“The Eternal Daughter” ya está disponible en cines y VOD estadounidenses a través de A24.