Una de las preguntas más frecuentes en los últimos meses ha sido: ¿Cuánto más durará el auge de los superhéroes en el cine? La respuesta no es tan sencilla de pronosticar, pero una cosa es clara: por parte de Marvel y su franquicia existe una mayor preocupación e interés por alimentar una macrohistoria compleja que por desarrollar narrativas individuales que generen una verdadera experiencia; The Marvels, dirigida por Nia DaCosta, es la prueba de ello. La película número 33 del Universo Cinematográfico de Marvel es entretenida y divertida, pero sus momentos más relevantes son cuando aparecen conexiones con otros personajes y eventos del universo.
La Capitana Marvel (Brie Larson) sigue resolviendo complicaciones en el espacio, Khamala Khan (Iman Vellani) no para de experimentar con sus poderes y Monica Rambeau (Teyonah Parris) ayuda a Nick Fury (Samuel L. Jackson) a realizar tareas espaciales. La normalidad se rompe cuando una villana llamada Dar-Benn (Zawe Ashton) surge y destapa una conexión cósmica entre las tres superheroínas que las hace intercambiar lugares a la menor provocación. Cada una tiene que adaptarse y hacer equipo para detener a Benn y así evitar que forme portales dimensionales.
Para las guionistas (DaCosta, Megan McDonnell y Elissa Karasik) importa poco la villana. Dar-Benn, interpretada por Zawe Ashton (Velvet Buzzsaw), tiene a la venganza como motivación única en contra de la Capitana Marvel, un recurso cliché dentro de la franquicia y el subgénero. La única razón de ser de Dar-Bennes es funcionar como una pieza del engranaje que propicie la unión de las tres heroínas y nada más. La actuación de Ashton tampoco ayuda, ya que constantemente roza la caricatura y la unidimensionalidad psicológica; sólo le faltó la risa malvada.
La narrativa en general se desgasta en desarrollar de forma genérica a su antagonista: una ciudadana común y corriente que debido a un ataque a su pueblo le agarra coraje a la Capitana y hasta poderes obtiene; o plantear momentos fuera de tono como una secuencia musical que poco o nada aporta a los hechos principales, en vez de exprimir al máximo la relación y los problemas entre la triada protagónica, camino tomado, por ejemplo, por Doctor Strange en el multiverso de la locura al enfrentar a dos héroes. Este episodio de casi dos horas no se arriesga, pues prefiere mostrar todo de color rosa y nunca llega a tener profundidad en sus situaciones de peligro.
Por otro lado, una cosa es innegable: la relación que se teje entre las protagonistas es emotiva: Danvers es la fuerza, Rambeau es la inteligencia y Khamala es el corazón, así como la mediadora entre los conflictos sentimentales de las primeras dos. Las interacciones entre cada una se disfrutan gracias a la comedia física que manejan las actrices y sin duda es un disfrute verlas compartir pantalla. Una combinación inusual, pero fresca y divertida.
Los efectos visuales, si bien mejoran un poco con respecto a otros trabajos recientes de la marca, no dejan de tener deficiencias, sobre todo en las tomas fijas ubicadas en el espacio, en donde encontramos personajes notoriamente plastificados. Sin embargo, es de reconocer el trabajo de montaje de Catrin Hedström y Evan Schiff durante las secuencias en donde las tres heroínas cambian vertiginosamente de un lugar a otro mientras realizan coreografías de acción.
The Marvels es continuista con respecto a la pobreza narrativa de algunos de los últimos proyectos de Marvel, donde lo más importante no es lo que pasa en el presente, sino lo que pasará en el futuro. Sin embargo, la película es simpática y efectiva debido al interesante vínculo de las heroínas principales. Y por cierto, ¿estaremos ante una de las escenas poscréditos más nostálgicas del UCM?
“The Marvels” ya está disponible en cines mexicanos.