Cinco años después de ganar el premio a Mejor Ópera Prima en 2017 por “Verano 1993”, la cineasta catalana Carla Simón dio otra prueba de su calidad con “Alcarràs”, obra personal, naturalista y de extraordinaria manufactura que obtuvo el prestigioso Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín 2022

Hablada en catalán y protagonizada por un elenco no profesional, “Alcarràs” superó toda expectativa y barrera cultural para convertirse en un éxito taquillero en su natal España, y ahora es su representante para el Oscar a Mejor Película Internacional 2023. “Para el catalán, esto es una buena noticia porque esta película está viajando por muchos sitios y hay gente que está descubriendo que existe esta lengua gracias a ello”, nos platicó en entrevista Carla Simón quien utilizó sus propias vivencias creciendo en el municipio catalán de Alcarràs para crear una inmersiva historia sobre modernismo, legado y ruralidad.

La película, que es distribuida por MUBI, sigue a los Solé, una familia enfrentando el que podría ser su último verano como melocotoneros. A diferencia de “Verano 1993” en donde vemos el mundo a través de una niña, este es un esfuerzo coral que toma turnos rotando entre sus diferentes personajes para comprender cómo es que la familia entera debe lidiar con la transformación de su mundo. De esta manera, Simón construye un filme tierno, vívido y naturalista que utiliza la observación para retratar un choque entre lo nuevo y lo viejo.

A continuación puedes escuchar nuestra entrevista con Carla Simón, quien nos platica sobre su dirección del elenco no profesional, su musicalidad, decisiones clave en el guion, la importancia de “Alcarràs” para el catalán y para España, entre otras cosas. Recuerda que puedes suscribirte al podcast de La Estatuilla en Spotify, Anchor y iVoox

También puedes encontrar la transcripción de la entrevista a continuación. 

Para toda la gente fuera de España que no esté familiarizada con ciertas cuestiones culturales, explícanos ¿por qué es tan importante que “Alcarràs” esté hablada en catalán? ¿Qué representa para ti y para la industria española el hecho de que haya sido un enorme éxito tanto en España como a nivel mundial?

Era una historia que, si retratábamos este sitio y en particular esta zona, tenía mucho sentido que fuera contada en catalán porque es el idioma que se habla ahí. Para el catalán, esto es una buena noticia porque esta película está viajando por muchos sitios y hay gente que está descubriendo que existe esta lengua gracias a ello. Esto es, de alguna manera, lo que tiene la cultura, que como país siempre nos exporta y da a conocer a gente cosas de este sitio que no conocería de otra manera a menos que viaje ahí. En Cataluña se ha celebrado mucho el hecho de que la película esté viajando tanto. 

Luego, a nivel español muestra la diversidad de nuestro cine ahora mismo. Creo que el cine español está en un momento casi dorado, es un año en donde hay un montón de películas maravillosas y el hecho de que haya una película en catalán que está viajando tanto muestra su diversidad. También el ver cómo los académicos españoles abrazan esta diversidad escogiéndola para que represente a España en los Oscar, es algo que me parece tiene mucho valor.

La canción de pandero es muy importante en la película, no solo por la emotividad que pueda generar en las escenas que la involucran, sino también creo que también resume muy bien una de las ideas centrales del filme, que es este juego entre lo nuevo y lo viejo, en cómo nuestros mayores dejan un legado y cómo los jóvenes escogen si acogen o no esa sabiduría. ¿Cómo escogiste específicamente esta musicalidad? 

Para nosotros era muy importante que fuera una canción que existiera, que fuera típica de esta zona. En concreto, la canción de pandero existe desde quién sabe cuando; tenía una raíz religiosa pero luego se fue transformando hacia una cosa mucho más abierta. Y no tiene letra, es una canción que se improvisa, hay algunas letras registradas pero no muchas, entonces lo que hicimos fue escribir nosotros la letra a partir de letras registradas de otro tipo de canción, que se llaman las “canciones de cosechar”: canciones que son típicas de toda la zona donde se habla catalán, es decir no solo de Cataluña, sino también de las Baleares y Valencia. Entonces, esas canciones se usaban durante la cosecha y también se improvisaban pero hay más letras registradas, entonces a partir de ellas creamos la canción de pandero de la película que al final resume muy bien esa idea de cosas que se pasan de generación en generación y el valor que se puede dar a eso.

Claramente trabajas de maravilla con repartos no profesionales y con niños y niñas. Tanto en “Verano 1993” como aquí es impresionante lo bien que actúa todo mundo, jamás te crees que no se dedican a esto. ¿Cuál es tu método de trabajo para lograrlo? ¿Cuál es la fórmula secreta?

Yo diría que el primer paso es el casting. Es muy importante encontrar personas que en cuanto a su personalidad se parezcan un poquito a los personajes que están escritos porque yo creo que eso ayuda mucho. El punto de partida es un poco más fácil cuando tienes eso. Entonces, por ejemplo, la niña pequeña [Ainet Jounou] que interpreta a Iris es alguien que en la vida real lidera los juegos siempre, o Quimet [Jordi Pujol Dolcet] es alguien que insulta muy bien, se queja siempre y tiene un hijo de esa edad; eso también era útil. Mariona [Xènia Roset], la adolescente, tiene una relación muy bonita con su abuelo en la vida real, y el adolescente chico [Albert Bosch] quiere ser agricultor. Todas esas cosas eran muy útiles. Evidentemente para encontrarlos nos dimos mucho tiempo, fue un casting de un año, vimos a 9,000 personas, fuimos a todos los pueblos de la zona y a las fiestas, fue un proceso largo. 

Yo esperaba encontrar gente que fuera familia de verdad y eso no pasó, entonces teníamos que crear esta familia y para mí es muy importante llegar al rodaje sintiendo que son familia de verdad. Entonces, estuvimos durante cuatro meses pasando mucho tiempo juntos. Yo alquilé una casa en la zona y el elenco venía casi todos los días, a pasar tiempo y hacer cosas que harían como familia: desde desayunar, ver una película, hacer deberes, limpiar la casa, cosechar, lo que sea. Y también trabajamos mucho el backstory de la película, como una especie de precuela: improvisamos estos momentos y poco a poco creamos esta memoria compartida entre todos, de manera que llegamos al rodaje con esa intimidad ya creada, que para mí era muy importante porque tú no le puedes contar a una persona que no es actor “este es tu padre” e ir a rodar, sino que lo tienen que sentir, y cuando yo sentí que esto realmente estaba ahí fue cuando leímos el guion y ensayamos un poco las escenas de la película, pero toda esa creación de familia fue algo muy importante. De hecho, ellos siguen llamándose mamá, papá y abuelo ahora.

Cada personaje tiene su propia riqueza y a veces, desde acá, parece tentador seguir exclusivamente a uno de ellos o ellas. ¿Cómo llegó la decisión de crear este balance entre todos los miembros de la familia en vez de seguir a uno solo? 

Esta era una decisión evidentemente de guion pero cuando filmábamos a veces nos pasaba eso: “este podría tener su propia película, este también y ese también”. Sin embargo, la idea siempre fue contarla desde Quimet pero, claro, yo no soy un hombre agricultor de 45 años, o sea, me sentía muy lejos de este punto de vista a pesar de que mis tíos cultiven melocotones en Alcarràs y los conozca bien, sin embargo, sí formé parte de una familia grande, entonces esta idea de coralidad siempre me pareció muy bonita. Y fue muy compleja de construir, era como crear una especie de puzzle en donde, en vez de tener un viaje emocional de un personaje que te permite profundizar mucho en su psicología y sus emociones, era tener el viaje emocional de toda una familia. Entonces era tratarla casi como si fuera un único personaje donde las emociones de uno afectan a las de otro, que afectan a las de otro, que nos hacen avanzar en la historia. Escribimos mucho esto, y luego fue un trabajo de pensar mucho dónde colocar la cámara y con quién estamos en cada momento para que hubiera ese equilibrio. En el montaje estuvimos mucho rato buscando este equilibrio, conectando cosas que a lo mejor no estaban conectadas. Para mí, esa coralidad fue el reto más grande de la película.

Mariona es como el eje narrativo, es quien observa y escucha todo, es quien desde una mirada silenciosa está comprendiendo la situación y ayudándonos a comprenderla también, ¿por qué escogiste a este personaje para esta tarea?

Porque es el personaje con el que yo misma me identifico más, es esta edad, entre 12 y 14 años, que empiezas a ver a los adultos como adultos que se equivocan, que la cagan, que tienen matices. Yo me acuerdo muy bien ese momento de descubrir que mi familia era más compleja de lo que yo pensaba y de observar mucho, y creo que en parte hago cine por esta observación que aprendí a hacer a mi familia en ese momento de mi vida. Entonces para mí era un personaje muy interesante que no es tan activo en el rol de cuándo pasan las cosas pero que a través de su mirada podemos entender mucho.

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“Alcarràs”, de Carla Simón | Cortesía de MUBI

¿Cómo encontraste esta locación? ¿Qué te hizo escoger este lugar? No solo el campo, sino también la casa porque para mí el diseño de producción y la dirección de fotografía es muy importante para manejar los espacios de la casa, la manera precisamente en cómo Mariona puede ver cosas en la puerta, a través de la ventana hacia el patio… 

Fue muy compleja la búsqueda de la casa. Buscamos una casa que estuviera rodeada de melocotoneros, ahí se cultiva mucho melocotón pero también otras frutas. A veces nos pasaba que nos gustaba una que en vez de melocotones eran peras o manzanas, eso era bastante complejo. Pero la premisa siempre fue que fuera una casa que su interior y exterior pudieran funcionar igual porque queríamos rodar interior y exterior en el mismo sitio, porque de lo contrario estas relaciones hubieran sido muy complejas de poder crear y había mucho de eso que dices, de mirar por la ventana, de entrar por la puerta, etc… Y realmente esta casa lo tenía y lo que me gustaba es que era muy sencilla, que realmente demostraba mucho el estatus de esta familia.

Cuéntame un poquito de tu trabajo con Daniela Cajías en la dirección de fotografía. Me parece muy interesante los encuadres de los paisajes, a veces parecen western. Por ejemplo, cuando vienen los camiones es como si llegaran los caballos, los indios o algo.

Con Daniela trabajamos mucho previamente al rodaje. Con ella mantuvimos muchas conversaciones. Yo siempre hago una primera shortlist con referencias y luego la mando al director de fotografía, entonces hablamos mucho sobre esto, ella propuesto también muchas referencias y luego trabajamos una semana con ella, con la editora, con la sonidista, el coguionista y la productora en donde hicimos una lectura de guion muy profunda para hablar sobre el punto de vista, sobre desde quién está contada cada escena, con quién estamos, qué emoción es más importante porque al ser una película coral siempre había muchas opciones: estaba escrito y conducido, pero podía ser confuso, entonces esta lectura que hicimos nos hizo bien para repasar el shortlist y estar seguras de que estábamos con el personaje correcto en cada momento. 

Al final, la película es mucho de relevos emocionales, un personaje nos lleva al otro que nos lleva al otro, entonces siempre teníamos la idea de que la cámara se adaptara a los personajes y Daniela es muy guay porque en set es alguien que realmente entiende muy bien qué es lo más importante, que los actores aquí son lo más importante, no les podemos poner marcas, no podemos limitarlos por la luz, entonces ella se adapta mucho a que todo esto fluya de manera natural.

“Alcarràs” se estrena el 5 de enero de 2023 en cines de México, Chile y Colombia, y llegará a streaming en MUBI el 24 de febrero. La película está nominada a 11 Premios Goya, incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guion Original.