La mayoría de personas pasan 8 horas al día o más en su trabajo: gran parte de su vida adulta se centra en ello, muchas veces incluso en fines de semana. ¿Qué nos ha llevado como cultura a esta adicción al trabajo? ¿Sería mejor si las máquinas se ocuparan de todo y no tuviéramos que trabajar? ¿Por qué encontramos satisfactorio el ser productivos para una empresa a la cual le importamos poco o nada? Estas son las preguntas que Erik Gandini se propone a responder en “After Work”, un brillante documental sobre cultura laboral.
Desde Corea del Sur y Kuwait, hasta Estados Unidos e Italia, Gandini entrevista a diversas personas sobre el significado del trabajo y cómo lo percibimos actualmente: ministros, filósofos, empresarios, trabajadores, todos dan diversas opiniones sobre este complejo fenómeno mundial. Al igual que en su inteligente trabajo sobre la vida romántica y familiar en Suecia, “La teoría sueca del amor”, el director nos presenta un estudio muy completo e ingenioso que abarca muchísimas caras, de una forma digerible, dinámica, divertida e intelectualmente estimulante.
Sería fácil irse por una idea sencilla como que las empresas son explotadoras y los trabajadores son esclavos modernos, o que los ricos son privilegiados y todos los demás trabajamos a costa de ello. Gandini evita estos planteamientos simplistas y busca respuestas más profundas, incluso incómodas, de por qué trabajamos y qué tanto valor hay realmente en ello. Para muchos el trabajo es su pasión y glorifica la existencia, hasta que ven las jornadas de hasta 14 horas en Corea del Sur, país con una alta tasa de suicidios donde el gobierno ha implementado medidas como un apagón obligatorio y automático de las oficinas para enviar a la gente a casa; otros afirmarán que el mundo ideal sería uno en el cual te pagaran por no hacer nada, pero deberían voltear a Kuwait, lugar en el cual el trabajo es un derecho y el gobierno te contrata por estar en una oficina seis horas sin hacer nada nunca: puedes leer, ver Netflix, incluso no ir, pero eso no evita que muchos caigan en depresión debido a su falta de propósito.
Con una edición dinámica, tomas llamativas y una música muy inventiva que va de lo irónicamente aristocrático, a lo rápido y tumultuoso (llegando incluso a usar las afirmaciones de sus personajes como parte del score), Gandini viaja a través de los distintos temas con una gran fluidez: pese a ser informativo, su trabajo es también muy entretenido, esclarecedor y fácil de seguir. El cineasta sabe cómo manejar un tono digerible para las audiencias casuales sin dejar de lado su propio estilo.
Además de las entrevistas, la película nos muestra un montón de profesiones, aunque sea en tomas de solo unos segundos: oficinistas, mecánicos, sacerdotes, conserjes, repartidores. El trabajo de levantamiento de material es impresionante, pero rinde sus frutos, pues nos da una idea muy clara de cómo la adicción al trabajo no es solo una cosa de las oficinas, sino de todo tipo de trabajador. También es un recurso visual importante para señalar la desigualdad social, un tema recurrente que jamás se deja de lado en favor del entretenimiento: aunque Gandini nunca juzgue a sus personajes, las tomas de jóvenes italianos en fiestas y desenfreno al no tener necesidad de trabajar, seguidas de gente limpiando el desastre hasta altas horas de la madrugada es mucho más revelador que cualquier entrevista.
“After Work” es un entretenido y esclarecedor trabajo hecho con mucha astucia y calidad. Revela muchas realidades distintas sobre un tema complejo y deja varias preguntas interesantes. Gandini logra armar un documental digerible, mas no convencional, muy disfrutable para todas las personas.
“After Work” formó parte de la sección Dox:Award (competencia principal) de CPH:DOX 2023.