“Como civil, solo existen dos maneras de experimentar fuerza de gravedad cero. La primera es en un jet militar F-14 y la otra era en Action Park”. Estas palabras vienen del ex-jefe de operaciones del parque de diversiones más peligroso de todos los tiempos y el tema a tratar en “Class Action Park”, documental que tendrá su estreno internacional en Fantasia Fest 2020 antes de llegar a HBO Max el 27 de agosto.

En 1978 abrió sus puertas Action Park, un parque de diversiones ubicado en New Jersey, famoso por sus desquiciadas atracciones y el número de muertes que produjo. Y no estoy usando la palabra ‘desquiciadas’ vagamente. Las cosas que ocurrían en este lugar eran de ver para creer.

Entre las atracciones de Action Park se encontraba el ‘Cannonball Loop’ (vuelta cañón), un tobogán completamente cerrado con una caída de seis metros de altura y una vuelta extrema de 45°. Para probarlo, se utilizaron maniquíes que, tras completar el recorrido, salían sin extremidades del tubo; más tarde, se le ofreció $100 dólares a los propios empleados del parque para fungir como conejillos de india de la letal atracción. Muchos salieron lacerados, sangrantes y sin dientes. Esto es una probadita de las anécdotas que “Class Action Park” tiene para nosotros.

En el parque también podías encontrar el ‘Tarzan Swing’, una atracción en donde visitantes saltaban seis metros desde una liana a una laguna helada, era como un rito para demostrar tus cojones; las ‘Speed Water Slides’ para las cuales el mejor remedio era untarte un poco de ‘preparación h’; ‘Super Speedboats’ en donde la gente podía utilizar lanchas para navegar casi sin restricciones por una laguna infestada de serpientes; el peligrosísimo ‘Alpine Slide’, una resbaladilla de concreto de 820m de longitud, con muchas vueltas y topes en el camino que visitantes recorrían con un pequeño e inseguro trineo; y la letal ‘Alberca de Olas’ en donde salvavidas rescataban de la muerte a aproximadamente 30 personas en un fin de semana ocupado.

Antes de meterse en detalles, los directores Seth Porges y Chris Charles Scott te cuentan el origen del parque: un excéntrico y adinerado hombre llamado Gen Mulvihill que tras ser expulsado de Wall Street, compró un enorme terreno en Vernon, New Jersey y comenzó la construcción de un sueño. Gene odiaba seguir las reglas y moldeó Action Park bajo ese principio: quería darle libertad a los visitantes para controlar la acción. ¿Qué pasa cuando mezclas esta idea con la cultura de los 80’s? Un desastre.

El documental hace un excelente trabajo explicando por qué el parque fue tan exitoso, sobre todo tomando en cuenta la mentalidad americana en los años 80, en donde los niños iban y venían sin mucha supervisión parental. Action Park fue como un experimento social que apeló a su tiempo. Era un lugar con juegos peligrosos, empleados mal capacitados, mucho alcohol, cero reglas y por lo mismo, el destino favorito de adolescentes. 

Para contar la historia, Porges y Scott entrevistaron a las personas que vivieron la experiencia de cerca, en su mayoría empleados, guardias de seguridad, operativos, visitantes, e incluso al hijo de Mulvihill. Quiero destacar al comediante Chris Gethard, uno de los muchos adolescentes que acudieron al parque, y cuyos testimonios son excelentes: tiene una manera muy divertida de explicar las cosas, pero también se pone serio cuando llega el momento de hacerlo.

La fascinación de contemplar la demencia ofrecida por Action Park se convierte en impotencia cuando Porges y Scott comienzan a hablar de los fallecimientos ocurridos ahí. Éste era un lugar en donde la muerte era tolerada y a Mulvihill no le podría haber importado menos: él tenía el dinero, poder e influencia para librarse de multas y castigos. Siempre me pregunté cómo es que el parque pudo operar tantos años a pesar de los numerosos accidentes y consecuentes demandas, y este filme explica bastante bien los factores involucrados: corrupción, mentiras, procesos legales, y la importancia de la economía local. 

“Class Action Park” es un documental absorbente con historias impensables derivadas de la mente de un hombre soñador y demente. Porges y Scott controlan muy bien el ritmo para proveer risa, asombro, tristeza e impotencia, y acertadamente nunca glorifican al parque en sí: más bien proveen un panorama completo para comprender el contexto social y las consecuencias relacionadas a tan insensato experimento, creando finalmente una lección sobre avaricia y poder.

Este documental forma parte de la selección oficial de Fantasia Fest 2020.