Maria (Maria Popistasu), Dan (Alex Bogdan) e Ilinca (Ilona Brezoianu) se encuentran repartiendo ayuda humanitaria en una región aislada de Rumania, pero en el camino se encuentran a un solitario anciano llamado Kente (Luca Sabin) que los convence de tomar una ruta distinta hacia su destino. En el camino, su SUV se queda atascada en el lodo y el grupo es forzado a pasar la gélida noche en la mitad de la nada, a esperas de ayuda y a la merced de cualquier local que vaya pasando o incluso de la fauna silvestre. Todo esto hace sonar a “Întregalde” de Radu Muntean como una película de terror, sin embargo, el director solo coquetea con la idea para atrapar tu atención y lentamente construir una poderosa reflexión sobre altruismo. Es brillante.
A lo largo de la historia, Muntean sugiere que algo terrible está a punto de suceder con el trío protagónico. Oportunidades no faltan: Dan decide ir a un aserradero abandonado a pedir ayuda, pero deja de contestar su teléfono; la secuencia de una búsqueda nocturna parece sacada de “La Bruja de Blair”; Maria e Ilinca se topan con un par de malhumorados locales, quienes no parecen muy convencidos de ayudarles. En fin, si Muntean lo hubiera querido, “Întregalde” sería una cinta gore europea, pero lo que hace es mucho más interesante.
El peligro y amenazas están aquí para generar tensión y crear inmersión en la historia, pero en realidad cada giro negativo y suceso desesperanzador ayuda a revelar la verdadera personalidad de estos supuestos humanitarios. Son muy buenos manejando por carreteras y entregando bolsas de comida a locales como si fueran Santa Claus, pero ¿qué pasa cuando tienen la oportunidad de conectar y entender el sufrimiento de un local? ¿Qué pasa cuando tienen que sacrificar algo por ayudar de verdad? Cada personaje reacciona de manera distinta. Es claro que, por ejemplo, Dan es un fanfarrón con tintes homofóbicos que ayuda de mala gana e Ilinca solo está interesada en conocer gente y viajar. La mentalidad urbana es contrastante con las necesidades de la población rural.
El viejo que encontraron en el camino resulta tener demencia y ahora se encuentra solo y perdido en el bosque. Por culpa de este hombre, el trío se encuentra en una precaria situación, lejos de una cena caliente o una cómoda almohada. ¿Deberían ir a buscarlo? Dan está enojado y cree que es un caso perdido. ¿Para qué ayudarlo?, piensa él. Pero Maria se ve empujada a rescatar al viejo por la necesidad de hacer una diferencia y sentirse útil. Más tarde, descubrimos que esa empatía tiene un límite impuesto por ver al problema pasar a manos de alguien más.
Sí, utilizan su tiempo libre para darle comida a pueblerinos, pero ¿realmente están ayudando? De ser así, ¿a quiénes? El pobre alcance de su ayuda se ve reflejado en un local comentando entre dientes que la ayuda “no los alcanzó”, en una señora cuya mano lastimada requeriría más atención que “aquí le dejamos una bolsa con comida, bye” o en la señora desesperada porque nadie le ayuda a cuidar a su vecino con demencia.
Temprano en la película vemos a un largo grupo de humanitarios armando bolsas de despensa para salir a repartir. Una niña se acerca con un cachorro callejero y pide permiso a su madre para adoptarlo, pero esta responde negativamente con una actitud despectiva. Más tarde, una porción del grupo hace una parada para escoger a un borrego grande, pronto a ser asesinado para su degustación; planean una gran cena junto a los demás “altruistas”. ¿En dónde está la humanidad ahí? Da la impresión de que todas estas personas solo reparten comida para conducir por bonitos paisajes, tomarse fotos y presumir su labor. Pero, ¿está eso mal? Por lo menos están llevando comida a gente que probablemente lo necesite, ¿no? El estado de las casas y atuendos de la población rural señalan a una triste carencia de interés por parte del estado; el trabajo de estas personas no es suficiente.
Es así que Muntean obliga a reflexionar sobre el verdadero significado del altruismo. ¿Qué significa ayudar? ¿Hasta qué punto es suficiente? Y si lo extrapolamos, podemos voltear a ver a todos esos millonarios que donan el 10% de su salario a caridad, pero usan el resto para satisfacer cuestiones hedónicas. ¿Qué les cuesta sacrificar un poco más? ¿Realmente les importa ayudar o solo lo hacen por quedar bien?
“Întregalde” es un exquisito estudio de conducta humana en donde Radu Muntean astutamente utiliza toques de terror para yuxtaponer urbanidad y ruralidad, y así exponer el privilegio y el desinterés del estado por satisfacer las necesidades de su población total.
“Întregalde” forma parte de Quinzaine (Director’s Fortnight) del Festival Cannes 2021.