Es inspirador ver a cineastas mexicanos salir adelante, y cuando su trabajo implica una labor social, el orgullo crece como globo. Y eso es precisamente lo que sientes con “Un disfraz para Nicolás” (A Costume for Nicolas), largometraje animado mexicano dirigido por Eduardo Rivero y selección oficial de Fantasia Fest 2020.

El estudio Fotosíntesis Media tiene tres animaciones en su corta pero fructífera existencia, y todos buscan fomentar la concientización social. “La increíble historia del Niño de Piedra” (2015) le explicó a los niños cómo procesar las emociones y pensamientos negativos; “El ángel en el reloj” (2017) tocó el tema de la muerte y el cáncer infantil. Y ahora, “Un disfraz para Nicolás” es la historia de un niño (Nicolás) de 10 años con síndrome de Down que, tras la muerte de su madre, se muda con sus abuelos y su primo David, quien tiene pesadillas por las noches. 

Nicolás tiene un baúl lleno de disfraces creados por su madre y a través de ellos encuentra el valor para sumergirse en una aventura con piratas, yetis, caballeros y vaqueros, cuyo fin es salvar a David de sus pesadillas y establecer un lazo de amistad con él. La historia está ligeramente inspirada de el libro “Pablo y el Baúl” de Jaime Mijares.

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En sus aventuras, Nicolás conoce a un niña que pasa su tiempo con un amistoso chango y colecciona sonidos con un artefacto mágico. El simple concepto de ‘coleccionar sonidos’ me pareció asombroso y ni siquiera es un punto central… solo es un elemento más de este filme que transpira creatividad. 

Es fácil dejarte llevar por el vibrante mundo creado por Rivero y su equipo. La animación 2D (a mano) es fabulosa, los colores son atractivos y el diseño de los personajes es simplemente mágico; me dieron ganas de seguir conociendo este mundo, o de jugar un videojuego inspirado en él. Hay claras inspiraciones de filmes clásicos como “Monsters, Inc” y “El increíble castillo vagabundo”, pero cada elemento tiene un distintivo auténtico.

Pero lo valioso del filme es que Rivero no utiliza al síndrome de Down como excusa o un motivo para chantajear las emociones de la audiencias: es un elemento de Nicolás, que no lo define, ni le impide vivir. La película no se enfoca en eso… ni siquiera lo menciona, y más bien resalta la capacidad de Nicolás para hacer el bien y encontrar amor en cualquier rincón. Los disfraces no son para ocultarse, son para orgullosamente agrandar sus virtudes.

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Un punto importante de la historia es la relación entre Nicolás y su David, quien está en la pubertad, está frustrado por tener que compartir cuarto con su primo y tiene problemas emocionales derivados de la falta de una figura paterna. Aunque el personaje de David se pierde hacia el último acto, su rol es sumamente importante para destacar la esperanzadora actitud de Nicolás.

Además de acercarse al estigma del síndrome de Down con tacto y respeto, “Un disfraz para Nicolás” utiliza el concepto de las pesadillas para aterrizar un bonito mensaje para los y las niñas: las cosas pasan por algo, y de lo negativo siempre puedes sacar una enseñanza para seguir soñando.

Si algo puedo criticar sobre el filme es que la trama llega a tener demasiados elementos. Tenemos un mundo real, un mundo fantástico, la importancia de las pesadillas, la relación Nicolás/David, una misión por rescatar a una princesa y los problemas emocionales de David. Algunos de estos elementos no están bien pulidos y, espero equivocarme, pero tanta cosa podría confundir a las audiencias más jóvenes. 

La voz de Nicolás es la de Fran Fernández, un chico con síndrome de Down que Eduardo Rivero encontró durante un acercamiento al programa de Olimpiadas Especiales México. Además, Paty Cantú compuso un tema musical para el filme y prestó su voz para la mamá de Nicolás y otro personaje sorpresa. 

“Un disfraz para Nicolás” es un encantador filme que nos presenta una historia esperanzadora y relevante. Una animación invaluable para vencer prejuicios e inspirar a chicos y grandes.