En “Maquinaria Panamericana”, Joaquín del Paso utilizó elementos autobiográficos para crear una sátira social sobre la vida laboral mexicana y cinco años después, vuelve a tomar aspectos de su desarrollo, ahora para aplicarlos con mayor fuerza en “El hoyo en la cerca”, una provocativa crítica social sobre indoctrinación religiosa y los sistemas de educación que forman a las élites en México.

Alumnos de una prestigiosa escuela privada viajan a un campamento religioso anual en donde, bajo la mirada de maestros y sacerdotes, reciben enseñanzas morales, físicas y religiosas para reforzar los valores de “puntualidad, postura y penitencia” y así empujarlos a convertirse en la futura élite mexicana. Ubicado en el campo, este lugar está protegido por una cerca que los separa de ruralidades aledañas. Sin embargo, la aparición de un misterioso hoyo en dicha cerca desencadena paranoia, miedo y una serie de extraños eventos: parece que un invasor se ha infiltrado al campamento.

Habiendo atravesado por una experiencia similar en una institución del Opus Dei, Del Paso utiliza esta historia para representar los métodos y estructuras utilizadas por escuelas privadas para fomentar divisiones sociales, encumbrar al privilegio blanco, reprimir y normalizar prácticas egoístas en búsqueda de poder. La cerca alrededor del campamento es utilizada para dividir ideologías y esparcir la noción de que todo lo que venga de afuera es peligroso. Aunque los niños son libres de explorar y socializar, pronto se hace evidente que existe un fuerte control sobre todos ellos. Los profesores utilizan a un “Dios que todo lo observa” para encarcelar las mentes de jóvenes en una etapa crucial de su desarrollo. Si un alumno se sale de sus normas, manipulan a los propios compañeros para moldear y reprimir.

El caos de la adolescencia se manifiesta de muchas formas y si agregamos el factor privilegio, entonces obtenemos un cóctel de desagradable clasismo. El único alumno de tez morena es Eduardo (Yubáh Ortega), un joven becado y víctima del despiadado bullying de sus compañeros, quienes lo ven y tratan como un inferior. Cuando Eduardo responde a las agresiones, nos encontramos con una manifestación del poder del dinero como arma protectora del racismo y a las propias figuras de autoridad reforzando estructuras jerárquicas. “Es un chico becado de familia sin modales”, explica el profesor a un poderoso Secretario de gobierno (interpretado por Del Paso). 

En las interacciones entre los niños y profesores se manifiesta el racismo y la homofobia casual mexicana. El apodo de “Chocorrol” a Eduardo, el describir como “jodidos” a los pueblos aledaños e instrucciones como “arréglese ese pelo de marica” son expresiones reales que desafortunadamente son familiares en muchas escuelas y oficinas del país. Sin embargo, la autenticidad del guion (coescrito por Del Paso y Lucy Pawlak) es desbalanceada por las actuaciones del elenco; todos los niños son actores y actrices no profesionales y eso es muy notorio en ciertas escenas o entregas de diálogos. Instruir a un elenco joven y sin experiencia es un reto muy complicado que Del Paso no pudo superar del todo.

A lo largo de la trama encontramos elementos estéticos de terror que recuerdan principalmente al reciente cine de Ari Aster y Robert Eggers (tanto “Midsommar” como “The Witch”), pero afortunadamente el miedo no proviene de ellos, sino de la noción de control religioso sobre la mente de jóvenes vulnerables. El accionar de los profesores es inquietante, en particular porque así han funcionado muchas instituciones por décadas. La realidad es la mayor fuente de terror en “El hoyo en la cerca”.

La edición de Paloma López es sobresaliente, pues permite que la película transcurra a un ritmo idóneo, sin perder la incertidumbre. El diseño de vestuario de Ursula Schneider atiende al detalle; las vestimentas de los niños son las mismas que verás en instituciones adineradas, sin importar grado de escolaridad: la playera del Real Madrid no podía faltar. La fotografía de Alfonso Herrera Salcedo permite crear intimidad, perturbar y agregar una cualidad de realismo mágico en momentos clave.

La película sufre por su naturaleza tosca. Con la clara intención de provocar y enardecer, Del Paso utiliza tácticas crudas y exageradas en donde la sutileza es inexistente. Algunas funcionan, pero otras generan más vergüenza que incomodidad. Se harán muchas comparaciones con “Nueva orden”, pero las dos películas son muy distintas. Mientras Franco cae a niveles bajos de shock para proyectar su privilegio y preocupaciones blancas (y accidentalmente, su clasismo), aquí Del Paso busca crear una verdadera advertencia sobre cómo las instituciones son fuente de racismo entre las élites. El caos de la película funciona para generar estrés y representar la confusión en la mente adolescente que poco a poco pierde su inocencia para adquirir características destructivas.

“El hoyo en la cerca” es un ambicioso y oscuro thriller psicológico con tintes de coming-of-age cuyo discurso social busca impactar al espectador. Encontramos simbología, elementos de terror, poca sutileza, ironía, influencias de Aster y Shyamalan, y una adecuada atmósfera de tensión e incertidumbre. Aunque no todo funciona, hay suficiente explosividad para crear una conversación.

“El hoyo en la cerca” tuvo su estreno mundial en la competencia Orizzonti del Festival de Cine de Venecia 2021.