No es difícil encontrar películas alrededor del aspecto psicológico de deportes tradicionales como el fútbol, baseball, natación y el box, pero con el alza de los e-sports (videojuegos) como un deporte reconocido y popular, se le ha abierto una ventana a cineastas para explorar las dificultades psicológicas a las que se enfrentan los gamers profesionales de la industria. “The Gamer”, de Petri Luukkainen y Jesse Jokinen, es el primer filme sobre esta interesante temática que he tenido oportunidad de ver, pero espero que no sea el último porque definitivamente se queda corto ante el potencial de su premisa.

Verneri “Bona” Junkala es un joven que quiere convertirse en el mejor jugador de “Counter-Strike” en Finlandia, sin embargo tiene un gran problema: nunca ha podido ganar un torneo debido a que siempre sucumbe ante la presión del momento. Para superar este obstáculo, Bona comienza a trabajar con una psicóloga de e-sports.

La columna vertebral de “The Gamer” está conformada por las conversaciones entre Bona y su psicóloga, quien intenta sacar al introvertido joven de su caparazón y guiarlo rumbo a una vida más sana. Todas estas escenas introspectivas son los mejores momentos del filme gracias a la sinceridad que existe en ellas y los interesante paralelismos con otros deportes que aquí se generan: la práctica es importante, pero un exceso de la misma puede provocar un desgaste físico y emocional que, a la larga, impedirá el progreso del profesional y lo llevará por un camino poco saludable. Como todo en la vida, es necesario encontrar un balance.

Sin embargo, la documentación del progreso de Bona es caótica, pues Luukkainen y Jokinen tienen problemas generando interés alrededor de su sujeto. ¿Por qué ama “Counter-Strike”? ¿Por qué quiere ser el mejor? ¿Su familia juega algún rol en su desempeño? Por ejemplo, los directores nunca nos cuentan cómo es la vida de Bona cuando no está frente a una computadora y como consecuencia, cuando tenemos escenas como aquella donde aprende que debe balancear e-sports, ejercicio y alimentación, su impacto es mínimo porque ni siquiera sabemos el tipo de vida que lleva el joven. 

Otro fuerte error es que la dirección nunca explica qué es “Counter-Strike”. Al no preocuparse por explicarle al espectador en qué consiste el videojuego no solo hace un tanto inaccesible el filme a públicos que no saben nada sobre e-sports o videojuegos en general, sino que además pierde la oportunidad de crear emoción alrededor de las hazañas deportivas que vemos a lo largo de “The Gamer” y de sentir la pasión de Bona; el documental nunca logra capturar esa conexión entre el sujeto y su deporte. Esto es exacerbado por una edición irregular que nunca muestra el rigor de las competencias de e-sports; la edición fracasa en ayudar a explicar por qué la personalidad introspectiva de Bona obstaculiza su crecimiento deportivo.

“The Gamer” es un sólido acercamiento inicial a la psicología detrás de un gamer profesional, pero se queda muy corto en su intento por comunicar la complejidad detrás del deporte y los aspectos emocionales que deben malabarear todos aquellos que sueñan con convertirse en los máximos exponentes del mundo de los videojuegos.

“The Gamer” formó parte de la sección Nordic:Dox de CPH:DOX 2023.