Es bien sabido que DreamWorks está convencido del camino más fructífero para generar riquezas: explotar sus franquicias a como dé lugar. El más reciente ejemplo de esto es Trolls 3: Se armó la banda, una película de animación que en la superficie es divertida, colorida y emotiva, pero en el fondo ofrece una historia poco interesante debido a su improvisada manera de crear nuevos personajes y desarrollar subtramas.

La película comienza con el pasado de Ramón (Justin Timberlake en inglés; Benny Ibarra en español). Él era un bebé y formaba parte de una boyband exitosa junto a sus hermanos Floyd (Troye Sivan y Jerry Velázquez), John Dory (Eric André y Erik Rubín), Toño (Daveed Diggs y Yahir) y Clay (Kid Cudi y Diego Schoening), sin embargo, la agrupación se disolvió por falta de comunicación y jamás se volvieron a ver. Ha pasado mucho tiempo y un grave acontecimiento los vuelve a reunir: el secuestro de Floyd a manos de Velvet (Amy Schummer y Leyla Rangel) y Veneer (Andrew Rannells y Fher Soberanes), unos hermanos cantantes que roban el talento musical de diferentes seres. 

Tim Heitz y Walt Dohrn dirigen esta tercera entrega de los trolls más bailadores y cantadores del cine animado, pero tristemente es notable que las ideas narrativas se agotan y es muy probable que la gasolina no dure más tiempo (o más entregas). Aquí se echa mano de visitar el pasado de un personaje principal y traer personajes poco interesantes, pero que sirven de pretexto para desarrollar una historia sencilla y con el toque que ha hecho especial a esta franquicia: colores, música y unión. Después de la epicidad de la segunda película, esta nueva propuesta se queda corta pues parece un capítulo de la serie animada, sin tanta trascendencia y poco desarrollo de personajes.

Por otro lado, los villanos (Velvet y Veener) no se sienten como una amenaza real para los trolls, sin embargo, lo poco interesante de estos seres de porcelana es que son un reflejo de cómo la industria musical echa al ruedo a “artistas” que no están preparados para pisar un escenario. Ellos saben que no son aptos, pues no poseen ni el carisma ni el talento necesario para conquistar a un público, pero lo que sí saben hacer, en complicidad con su equipo de producción, es hurtar materiales y apropiárselos. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. 

Uno de los puntos a resaltar es el tema emocional, ya que siempre son funcionales los vínculos familiares y esta película los sabe aprovechar de la mejor manera. No hay uno, sino cuatro hermanos perdidos de Ramón y una hermana perdida de Poppy (Anna Kendrick y Belinda en español latino), que en el camino liman asperezas y unen sus lazos de nuevo para constituir una aldea más y más numerosa. La fórmula de los hermanos perdidos continúa siendo efectiva y aquí no es la excepción. 

Trolls 3: Se armó la banda expande aún más el universo, pese a implementar muy pocos recursos narrativos. Que a nadie le vaya a caer por sorpresa que próximamente regresen padres o tíos perdidos con tal de generar más historias poco relevantes y por ende más películas. Esta tercera cinta seguro la disfrutarán los más pequeños de la casa, aunque es improbable que la recuerden con entusiasmo con el paso de los años. 

“Trolls 3: Se armó la banda” ya está disponible en cines mexicanos.