Corea del Norte es probablemente el país más recluido del mundo: sus altos sistemas de seguridad para evitar fugas lo convierten en una enorme prisión de la cual conocemos muy poco. Beyond Utopia, de la directora Madeleine Gavin, nos entrega una poderosa mirada a la terrible realidad a la que se enfrentan quienes tratan escapar de esta nación.

El documental se enfoca principalmente en dos casos: el de una familia que huye tras enterarse que van a ser enviados a la muerte, y el de una mujer que intenta sacar a su hijo a quien no ha visto en 10 años. El recorrido hacia la libertad implica sobornos, esconderse de las autoridades y un largo camino hasta llegar a Tailandia (de lo contrario serán deportados y probablemente ejecutados al llegar a su país).

Desde el inicio un texto nos advierte que todo lo que se ve ha sido grabado, nada es una recreación: ni la travesía ni las espantosas imágenes capturadas en la clandestinidad donde se muestra la pesadilla que viven millones de norcoreanos. El documental hace un excelente trabajo en darle un rostro y recordarnos que cuando se habla de ese país con curiosidad y hasta morbo, no se trata de un lugar ficticio: es el hogar de muchas personas que mueren de hambre cada año al servicio de una dictadura despiadada.

Además de las dos historias principales, la película tiene breves intervalos en los cuales se muestran entrevistas o explicaciones del pasado y de cómo se vive en Corea del Norte. Estos momentos están perfectamente colocados para aligerar un poco el peso emocional de los escapes e informar a las audiencias sobre las causas de esta monstruosidad: cómo toda esa gente solo es víctima de los intereses políticos de las grandes potencias.

Solo por el tema, Beyond Utopia es ya de por sí un documento importantísimo de denuncia contra uno de los gobiernos más crueles del planeta; pero es aún más valioso por la calidad técnica y narrativa con la que está contado.

El ritmo es impecable: hay un gran manejo de la tensión que recuerda a los mejores momentos de The Rescue, situaciones que capturan el miedo y peligro de esta odisea. Las entrevistas nunca saturan el material, y muchas son utilizadas con propósitos emocionales más que informativos, como aquellas hechas a la familia fugitiva sobre qué piensan realmente de Corea del Norte y sus líderes.

El material de archivo es usado de forma precisa para causar impacto y es presentado paulatinamente conforme avanza el escape. Las revelaciones sobre la vida en el país van escalando en nivel de inverosimilitud al punto que es casi imposible creer que una familia de dictadores logró que toda una población creyera e hiciera semejantes barbaridades. Esto contrasta con las caras de las niñas de la familia o de su abuela octogenaria, quienes no pueden concebir un mundo donde su amado líder les haya mentido de adrede.

Revelar mucho más de Beyond Utopia sería arruinar su poder: es una experiencia que tiene que ser vivida para ser creída. Sin importar qué tanto pienses saber sobre Corea del Norte, escucharlo de las voces de la propia gente y verlo grabado tiene un impacto difícil de borrar. Ahora que tras la pandemia el país está más encerrado que nunca, este documental hace un llamado a que se tomen cartas en el asunto.

En una parte una mujer llora al teléfono de forma desgarradora: “Solo nacimos en el país equivocado”. Qué tristeza que aquellos que se encargaron de crear esa falsa frontera hoy se laven las manos ante las millones de personas a las que les destruyeron la vida por generaciones enteras.

“Beyond Utopia” formó parte del Camden International Film Festival.