En 1990, dos comunidades indígenas mohawk se vieron forzadas a defender sus tierras de las fuerzas armadas canadienses y una ciudad quebequense que quería expandir un campo de golf sobre sus tierras. El resultado fue la denominada Crisis de Oka, un acontecimiento por el cual Tracey Deer atravesó a sus 12 años de edad y que sirvió como inspiración para “Beans”, su largometraje debut.
La protagonista de esta historia es Tekehentahkhwa, de cariño apodada Beans (Kiawentiio), una chica de 12 años apunto de entrar a la adolescencia. Beans lleva una vida relativamente tranquila, aspira a entrar a una prestigiosa escuela secundaria y pasa su tiempo libre jugando con su hermana pequeña, Ruby (Violah Beauvais). Cuando la protesta pacífica por defender las tierras mohawk se convierte en un conflicto hostil, Beans y su famillia experimentan violencia y discriminación.
A pesar de su personalidad dulce, Beans es una chica puberta en búsqueda de su identidad por lo que naturalmente se siente atraída a un grupito de adolescentes rebeldes. El resultado es abrumador pues debe balancear su vida familiar con la necesidad de convivir con personas de su edad, todo mientras sufre discriminación e intenta comprender los acontecimientos sociopolíticos a su alrededor.

Tal vez todo esto suene pesado, pero Deer logra contar la historia sin caer en melodrama. Con tacto y ligereza, la directora te lleva de la mano para presenciar la manera en cómo la inocencia de la protagonista se convierte en preocupación y luego entendimiento de lo que representa ser indígena en un mundo blanco. Deer plasmó elementos de su experiencia real durante La Crisis de Oka que, al igual que su protagonista, le ayudó a definir su identidad. Hay autenticidad en el desarrollo porque el guión fue forjado a partir de las vivencias de su autora.
Para hacer funcionar el guión se necesitaba de una actuación principal fuerte y Kiawentiio (“Anne with an E”) cumplió de manera impecable; esta joven actriz comanda la pantalla y navega las complicadas aguas de la pubertad con convicción. Su transición de dulce e inocente chica a feroz activista defendiendo a su pueblo es convincente y a través de su energía es que la película mantiene el ritmo. Y si había duda de su talento, Kiawentiio todavía se dio el lujo de componer y cantar la canción de los créditos. Mención especial para la ferocidad, cariño y resiliencia de Rainbow Dickerson en el papel de Lily, madre de Beans.

El filme tiene un pequeño elemento documental. En momentos clave, Deer intercala pietaje real para ilustrar la importancia del movimiento y la manera en cómo los medios de comunicación pintaron a los mohawk como terroristas. A través de estos momentos te puedes dar cuenta de lo poco que ha avanzado la civilización. Al igual que vimos a estadounidenses blancos protestando por no querer usar tapabocas o defendiendo brutales actos policiales en 2020, Deer nos muestra a iracundos quebequenses escupiendo insultos racistas y organizándose para aventarle piedra a familias mohawk, todo capturado por noticieros de 1990.
Pero la intolerancia no solo es plasmada a través de pietaje documental. Deer es capaz de aumentar la tensión de golpe en estresantes escenas que muestran a Beans y su familia siendo acosadas y hasta agredidas por las masas. En algunas de estas escenas encuentras decisiones cuestionables de los personajes, pero nada para descarrilar la película.
“Beans” es un debut memorable y un coming-of-age que además de ser auténtico, nos recuerda los peligros de la intolerancia y demuestra la importancia de no caer en el juego del odio; de siempre responder con amor en vez de agresión.
Creo que la industria del cine en Norteamérica todavía no tiene el valor para redimir su lamentable legado de violencia en contra de indígenas y por lo mismo, hay pocas películas que hablen del tema desde el corazón. Es por eso que necesitamos de películas como “Beans”, necesitamos conocer historias como la de la Crisis de Oka, necesitamos de representación auténtica en los elencos, y necesitamos voces como la de Tracey Deer.
“Beans” forma parte de la selección TIFF Next Wave del Toronto International Film Festival 2020.