Muchas veces, cuando una película nos presenta un mundo nuevo y enigmático, los directores y guionistas recurren a largos diálogos explicativos para que la audiencia entienda cómo funciona todo (The Big Short incluso se burla de esto de forma muy inteligente). Es por eso que Spirit of Ecstasy, la nueva película de la directora Héléna Klotz, resulta tan interesante: en lugar de recurrir a tropos conocidos nos introduce a su universo con total naturalidad y confianza, lo cual complementa con una técnica bastante pulida.
Jeanne (Claire Pommet) sueña con entrar al mundo de las finanzas para al fin dejar de vivir en los cuarteles policiacos con su familia. Un día se le presenta una oportunidad única: un exitoso empresario (Sofiane Zermani) la toma bajo su tutela y le ofrece un empleo a cambio de que consiga un cliente importante. Sin embargo, en ese momento regresa un antiguo novio del pasado (Niels Schneider) que le despierta sentimientos encontrados. Ahora Jeanne tiene que enfrentar sus emociones a la vez que se enfrenta al exigente ambiente laboral.
El guion te mete de lleno en el entorno financiero y las aspiraciones de la protagonista. Durante los primeros 20 minutos los personajes no hacen más que hablar en jerga financiera completamente ininteligible para cualquiera que no conozca del tema. Esto es un gran acierto, pues no solo hace creíble el mundo, sino que nos muestra la inteligencia de Jeanne y que entrar en este ambiente no es nada fácil. En lugar de ser condescendiente con la audiencia y darnos un personaje que le explique al protagonista (y al público) las reglas y terminología, nos mete de lleno a una profesión que Jeanne conoce al revés y al derecho.
Aunque en papel la premisa parecería la de uno de esos dramas inspiradores en los cuales un personaje busca el éxito en un mundo desconocido y va superando obstáculos, Spirit of Ecstasy se aleja de esto para presentar una historia mucho más realista y humana. El desarrollo de Jeanne no está embellecido con momentos tensos de falso suspenso o celebraciones con música inspiradora, sino que es mostrado con mucha menos obviedad. Cuando se le ofrece el puesto, por ejemplo, es en una breve conversación en un balcón: nada de pausas dramáticas o score grandilocuente, solo un par de líneas y salta a la siguiente escena.
Esto es en gran parte gracias a la interpretación de la cantante Claire Pommet, quien hace de Jeanne una heroína poco accesible, enigmática y bastante distante. Como si se tratase de una computadora humana, usa sus ágiles frases y cara sin expresión como armadura ante un mundo duro. El verdadero desarrollo no es triunfar profesionalmente, sino cómo poco a poco la vemos volverse vulnerable y abrir su corazón a las heridas del pasado.
Klotz distingue las dos realidades de Jeanne no solo en espacio, sino también en cuanto a técnicas visuales y sonoras. El mundo financiero parece de ensueño, lleno de líneas rectas, espacios minimalistas y fotografiado con muchos reflejos y contraluces para mostrar cómo todos tienen algo que ocultar. Las oficinas recuerdan a las de las películas de los 80 y 90, llenas de cubículos rectos y espacios fríos, mientras que la casa de uno de los potenciales clientes de Jeanne, Elia, quien es interpretada con un aura etérea por Anna Mouglalis (Happening), está llena de tonos dorados y adornada con piezas de artistas contemporáneos reales.
Por su parte, los cuarteles son mostrados con movimientos de cámara mucho menos estables, a veces con cámara en mano. La estética es mucho más opaca, no solo por los colores, sino porque incluso se usaron lentes antiguos para conseguir este efecto y transmitir lo decaída que Jeanne se siente allí.
Es justo este ojo en el detalle lo que hace un poco frustrante que la película no explore más a profundidad sus entornos. Si bien se muestra el contraste entre la realidad y la fantasía de Jeanne y se establece bien su conflicto, todo se siente un poco apresurado: las acciones presentadas son suficientes para que el espectador entienda lo que ocurre, pero a nivel emocional hubiera ayudado conocer tal vez a más clientes en el mundo financiero aparte de Elia y explorar más la relación de la protagonista con su padre para que las decisiones de Jeanne tuvieran más impacto. Muchas veces se dice que a una película se le pudo haber cortado 20 minutos, pero a esta se le pudieron haber sumado.
Spirit of Ecstasy es un filme que para, bien y para mal, refleja el espíritu de su protagonista: tiene mucho cuidado al detalle y es muy inteligente, pero también se siente algo fría y distante. Héléna Klotz construye con éxito y credibilidad un drama de crecimiento alejada de los clichés propios de estas historias. Si eres de los que, como Jeanne, disfrutan los retos, este es un trabajo que debes tener en la mira.
“Spirit of Ecstasy” tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
Imagen cortesía de THE PR FACTORY.