Llamar provocador a Paul Verhoeven no es nada nuevo. Del director de cintas como “Bajos Instintos”, la muy odiada en su tiempo pero recientemente revaluada “Showgirls” y la aclamada pero controversial “Elle” llega una nueva y polémica entrega: “Benedetta”, un sensual, excéntrico y brutal comentario sobre la fe, el deseo y el poder en un mundo dominado por hombres.

Basada en el libro “Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy”, la película nos cuenta la historia real de Benedetta Carlini (Virginie Efira), una monja que desde muy niña ha sentido la llamada de Dios y se ha considerado milagrosa; incluso tiene visiones de Jesús. Un día llega al convento Bartolomea (Daphne Patakia), una mujer cuya presencia despierta en Benedetta sentimientos que la harán cuestionar su fe y lo que es acercarse a lo divino.

Como película biográfica “Benedetta” es tan precisa como “Maria Antonieta” de Sofia Coppola: Verhoeven no busca hacer un recuento exacto de los acontecimientos del siglo XVII, sino usar esta historia como una excusa para explorar de manera nada sutil la hipocresía de las instituciones religiosas y las relaciones de poder en una sociedad patriarcal.

En medio del terrible miedo por la plaga, la superstición y el fanatismo dominan a todos. En este escenario Benedetta busca su camino a Dios, en el cual chocan sus deseos humanos con las enseñanzas que se le han dado sobre lo divino. “El sufrimiento nos acerca a Dios”, dice un personaje, pero Benedetta parece acercarse más a él a través de lo carnal. 

Esta contraposición entre lujuria y fe es el punto más interesante de la película: alcanzamos la divinidad a través de la tortura del cuerpo, pero ¿por qué no podemos hacerlo a través del placer? ¿No es acaso la sexualidad algo inherentemente humano, algo tan esencial en las personas como lo es el espíritu? ¿Si Jesús era también hombre, no tendría sentido que una manera de acercarse a él sea por medio de la carne? La película no se avergüenza de nada y lleva esta relación entre religión y lascivia hasta sus últimas consecuencias.

Verhoeven y Efira mantienen a Benedetta como un misterio, la ambigüedad respecto a si la monja es milagrosa o no, si de verdad cree lo que dice o si sólo manipula, hacen del personaje un interesante rompecabezas para el espectador: una chica llena de contradicciones y dudas, cuya propia posición (la de una mujer poderosa en la institución católica) es en sí misma contradictoria.

El caos que domina la película es difícil de explicar: escenas de sexo bastante explícitas que incluyen palabras y objetos religiosos; visiones exageradas, eróticas e incluso cómicas de Jesús; un cometa cuyo color rojo tiñe el cielo; muchedumbres cegadas por el miedo, todo esto da como resultado una obra blasfema que usa la exageración para tocar temas muy sensibles y relevantes.

Como toda película de Verhoeven, “Benedetta” no se toma muy en serio. Hay escenas tan osadas que uno no sabe si reírse o impresionarse ante la desfachatez del director. Es esta falta de grandes pretensiones lo que les permite a sus obras transmitir los mensajes de manera honesta. Esté uno de acuerdo o no con el director, no hay duda de que es claro con su discurso, y lo cuenta tal y cómo se imagina.

“Benedetta” no es para todos ni es perfecta: muchos de sus intentos por provocar rayan en lo gratuito y en lo morboso, al punto de que uno se pregunta si el director no cae justo en aquello que critica por cómo graba a sus protagonistas, particularmente en las escenas de sufrimiento. Sin embargo, es una experiencia bastante interesante para quienes estén abiertos a ser sorprendidos, aunque a veces sea de formas poco placenteras.

“Benedetta” se estrenó en Cannes 2021 y ya se encuentra disponibles en cines de México bajo la distribución de Tulip Pictures.