Cualquiera que conozca “La razón de estar contigo”, “Marley y yo” o la saga de Buddy el perro superestrella sabe qué esperar cuando se sienta a verlas: caninos adorables, valores familiares, mucho humor y una que otra lagrimita. “El rescate de Ruby” no es la excepción: este largometraje de la directora Katt Shea da exactamente lo prometido, acompañado de un tierno mensaje sobre la aceptación y la amistad.

Ruby es una perrita a la cual nadie quiere adoptar: tras ser regresada por su última familia, el refugio está listo para sacrificarla. Todo parece perdido hasta la llegada de Daniel (Grant Gustin), un policía con hiperactividad que sueña con ser parte del equipo canino K9. Juntos forman un vínculo inquebrantable y tienen que enfrentarse a distintos obstáculos. 

Grant Gustin trae mucha ternura y carisma al papel de Dan: su aire despreocupado y encantadora sonrisa mantienen al espectador enganchado en su viaje de principio a fin. Si bien la película a veces abusa de su fama como Flash en la serie del mismo nombre (hay muchas menciones a que quiere ser un superhéroe), es un buen y simpático protagonista.

Lo acompaña Bear, la perrita adoptada encargada de dar vida a Ruby. Gran parte del éxito de este tipo de historias es la química entre el humano y su mejor amigo de cuatro patas, y la película lo sabe. Este viaje es tanto de Dan como de Ruby, ambos se encuentran y se acompañan, tienen defectos que superar y aprenden uno del otro. 

El guion no cuenta con grandes giros o sorpresas, y más de una vez recurre a diálogos demasiado obvios, pero no es algo molesto si sabes el tipo de película que vas a ver. Puede no ser una obra maestra, pero las travesuras perrunas, la obligatoria secuencia de entrenamiento y la unión familiar abundan. A veces la directora acentúa mucho la sensiblería, al grado que puede resultar demasiado para incluso los espectadores menos cínicos, pero en general hay un buen balance entre los conflictos y lo cursi.

Pese a lo predecible, algo interesante es cómo se aborda el tema de aceptar las diferencias en la capacidad y el proceso de cada uno para adquirir conocimiento: tanto Ruby como Dan encuentran su camino cuando alguien más cree en ellos y les da una oportunidad. Su hiperactividad y déficit de atención no los hacen menos, solo necesitan quien los entienda, y ese es un mensaje valioso.

“El rescate de Ruby” es el tipo de película en la que llueve cuando la gente está triste, y cuando está feliz la tormenta cesa y sale el sol. Aquellos que busquen grandes análisis cinematográficos de guion, dirección u otros apartados técnicos no encontrarán mucho en ella, pero quienes quieran una historia adorable y con un bonito mensaje sobre la adopción de perritos, aceptar las diferencias de los demás y confiar en ti mismo y en tus amigos saldrán satisfechos.

“El rescate de Ruby” ya se encuentra disponible en Netflix.