La actriz Frances O’Connor debuta como directora con “Emily”, una película profunda y posesiva bajo una construcción ficticia sobre la vida de la poetisa británica Emily Brontë, mujer rebelde en la época de 1840 y quien desafortunadamente murió a la edad de 30 años a causa de tuberculosis, pero que dejó un legado importantísimo en el que se incluye la sobresaliente obra “Cumbres borrascosas”. 

Emily (Emma Mackey) vive en el seno de una familia numerosa, pero con la tristeza compartida de haber perdido a su mamá tiempo atrás. Aquella pérdida jamás se superó en el núcleo familiar, sin embargo, Emily trata de dominar a sus demonios internos, al mismo tiempo que intenta sobreponerse a la represión de la época en contra de las mujeres a través de la letra escrita, sin dejar de vivir un romance prohibido y estrepitoso. 

La ópera prima de O’Connor le da vida y personalidad a una de las mujeres más prolíficas e importantes en el ámbito de la literatura mundial, a través de un retrato lúgubre, perturbado y hasta aterrador, tanto en imágenes como en acciones. El retocado y cuidado diseño de producción hecho por Steve Summersgill (“El gran hotel Budapest” y “Juego de tronos”) permite que la fotografía transmita imágenes sobrias y oscuras que complementan los achaques psicológicos de la protagonista con respecto a su entorno social. 

Emma Mackey entrega a un personaje femenino aparentemente modulado y ecuánime, sin embargo con el paso de los eventos, como espectadores podemos percatarnos de la profunda depresión de Emily a causa de sus desventuras familiares. Emily está decaída, poseída por sus demonios, pero la manera de combatirlos, tanto a ellos como a la sociedad machista y posesiva, es por medio de su arte, de las finas, duraderas y potentes palabras que es capaz de plasmar elocuente e inteligentemente en amarillentas hojas de papel. 

Emily no es un personaje perfecto, pues cae en las redes de un hondo y turbulento amor prohibido, pero incluso ese arco narrativo es propuesto por la directora con honestidad y ternura. El filme se ajusta a las convencionalidades de películas de la época en la que se ubica, aunque la diferencia radica tanto en su protagonista femenina, como en los temas tan contemporáneos que toca como la sublevación de género mediante la inteligencia y el levantamiento de voz, sin nunca olvidar la humanidad y el melodrama de la vida. 

No todo es logrado en esta primera propuesta de la cineasta británica, ya que el ritmo es disparejo, lo cual propicia el alargamiento innecesario de la película. Por otro lado, Emily es el único personaje que realmente importa debido al insuficiente desarrollo de sus acompañantes. Si bien el relato toma algunos elementos reales sobre la autora para combinarlos con ficción, es clara la ambigüedad e imprecisión que la propia imaginación provoca en cuanto a fechas, personas y vivencias. 

“Emily” es un buen debut cinematográfico y también le suma a granel a la prometedora y audaz carrera de Emma Mackey. Es posible la inconformidad de algunos seguidores de Brontë, pero sin lugar a dudas es un interesante y emocional acercamiento a esta importante autora. 

“Emily” ya está disponible en cines.