Comedia romántica no es el primer género que se me viene a la mente cuando pienso en cine de Palestina, así que fue una muy grata sorpresa ver “Gaza mon amour” de los hermanos Arab y Tarzan Nasser, una sátira ligera sobre amor que nunca deja atrás la dura realidad del país.
Issa (Salim Daw) es un tranquilo y ocurrente pescador soltero de 60 años que vive en Gaza. Su hermana (Manal Awad) constantemente lo presiona a contraer matrimonio e incluso le presenta algunos prospectos, pero Issa ya tiene a alguien en mente: Siham (Hiam Abbass), una costurera de su edad. A Issa se le cae la baba por Siham, pero simplemente no logra reunir el valor para declararle su amor.
La linda historia de romance toma un giro divertido cuando Issa ‘pesca’ una estatua griega del Dios Apolo con todo y enorme pene erecto. Issa la esconde en su casa (difícil de maniobrar por la erección de la estatua) pero eventualmente las autoridades Palestinas lo descubren y confiscan la obra de arte.

La comedia y el amor ocurren en un trasfondo gris. Hay constantes apagones y se escuchan bombas a la distancia. El mejor amigo de Issa (interpretado por George Iskandar) es joven y lo único que quiere es salir del país. “¿Cuándo acabará esta vida de mierda?”, le pregunta al viejo pescador, quien asegura estar feliz viviendo en Gaza. Es un gran contraste amplificado por la buena vibra que generan las conversaciones entre estos dos.
Sin embargo, la desesperanza nunca rebasa a “Gaza mon amour”. Sí, los hermanos Nasser retratan la realidad del país, pero lo hacen de manera absurda y no pierden de vista la historia central de amor. Salim Daw (“Fauda”) es un excelente y convincente enamorado; baila mientras cocina y hace ojos de perrito cuando ve a Siham. A partir de su actuación, te enamoras del personaje de Issa. Y Hiam Abbass (“Success”) es también fenomenal. Dice poco, pero sus ojos te cuentan toda la historia.
A veces la película es muy lenta porque los hermanos Nasser sabiamente buscan plasmar la humanidad de sus personajes. Los mejores y más genuinos momentos son derivados de conversaciones entre el testarudo Issa y su hermana, las charlas sobre la vida en Gaza entre Issa y su amigo, o las pequeñas discusiones entre Siham y su hija rebelde (Maisa Abd Elhadi). Hay un toque muy personal en todas estas escenas.
El final es asombroso por la manera en cómo los directores generan ternura en medio de una clara muestra de represión, resumiendo así la esencia de “Gaza mon amour”. A pesar de la complicada realidad en Palestina, los hermanos Nasser te hacen sonreír con un filme tierno y evocativo reforzado por dos muy buenas actuaciones protagónicas.
“Gaza mon amour” forma parte de la sección Discovery de TIFF 2020.