Las grandes inundaciones parecen ser el tema o estética a seguir en películas anime. Pero mientras los dos ejemplos recientes, “Weathering With You” y “Burbujas”, cautivan a través de su narrativa, poder emocional o destacadas escenas de acción, “Hogar a la deriva” (Ame o Tsugeru Hyōryū Danchi) de Hiroyasu Ishida solo cuenta con un prometedor concepto que navega sin rumbo por el océano hasta perderse.

Debido a problemas en casa, Natsume (voz de Asami Seto) pasó casi toda su infancia viviendo con su exmejor amigo Kosuke (voz de Mutsumi Tamura) y el abuelo Yasuji en un complejo departamental. Pero ahora que está a punto de entrar al sexto grado, esos viejos y abandonados edificios están a punto de ser derrumbados y con ellos un mundo de memorias. Este hecho afecta a Natsume quien pasa su tiempo libre “acampando” en los departamentos. Cuando un día es descubierta por Kosuke y sus amigos, todxs son transportadxs a una especie de reino alterno en donde el edificio navega por el océano. Ahora acompañados por Noppo (voz de Ayumu Murase), un misterioso niño pálido que lleva un cartel de “sí, soy un fantasma” por toda la película, el grupo de amistades debe aprender a trabajar en equipo y, en el caso de Kosuke y Natsume, enfrentar los conflictos del pasado para poder sobrevivir esta odisea. 

Hermosos visuales de viejos edificios “navegando” por el mar como embarcaciones fantasmas son suficientes para llenar la pupila e impulsar la noción de que estás viendo algo creativo y fascinante. Sin embargo, el guion de Ishida, Hayashi Mori y Minaka Sakamoto rápidamente tiene problemas estableciendo el peligro de la situación y haciendo relevantes a sus personajes secundarios. Después de su primera hora, “Hogar a la deriva” se estanca debido a la incapacidad de Ishida por mantener el ritmo e impulsar su historia más allá de melodramáticos diálogos. Entre explicaciones innecesarias y reflexiones redundantes, el segundo acto se alarga en demasía, ocasionando que la película se hunda en un mar de aburrimiento.

El tema principal relacionado al apego a lugares, cosas, personas y a toda una infancia pronto se torna torpe y repetitivo; en vez de utilizar la fantasía y el singular escenario en donde se encuentran para desarrollar la compleja relación entre Kosuke y Natsumi, el guion utiliza un montón de pobres diálogos expositivos para explicar las motivaciones, traumas y rupturas en su amistad. Y entre menos digamos del personaje de Noppo, mejor. 

Los mejores momentos de la película llegan a partir del aspecto de supervivencia: cuando el grupo necesita encontrar comida, saltar a otros edificios o escapar de una inundación. Pero estos destellos de aventura son mínimos en comparación a las interminables conversaciones que rara vez conducen a emociones tangibles.

“Hogar a la deriva” es otra película animada japonesa sobre amistad y memorias con un concepto base innovador, el problema es que Ishida nunca desarrolla esto último de manera convincente. Existe ternura y emoción en su intento por transmitir el complicado paso a la adolescencia y las responsabilidades que eso conlleva, pero eso no es suficiente para rescatar a una narrativa que divaga hasta el hundimiento.

“Hogar a la deriva” ya se encuentra disponible en Netflix.