“La rosa de Bombay” es una labor de amor en la que la animadora Gitanjali Rao forjó, pincelada a pincelada, un extraordinario retrato de la ciudad de Bombay, su gente, sus animales y sus historias.

El filme abre en una sala de cine. Un eufórico público vitorea y celebra las acciones del protagonista como si estuvieran en la Arena México. El héroe rompe una puerta, golpea al villano, rescata a la mujer y le da una rosa. Es la escena típica de película bollywoodense. Pero “La rosa de Bombay” subvierte nuestras percepciones de este tipo de popular cine indio. Aquí no encontramos riquezas y héroes fornidos, sino un amor imposible y múltiples personajes cuyas vidas se entretejen para crear una historia viva.

Salim (voz de Amit Deondi) idolatra las historias bollywoodenses. Al igual que muchos en la ciudad, es en la pantalla donde encuentra escapismo y sueños. Su realidad no podría ser más distinta a la que ve en el cine. Salim es un sobreviviente musulmán en búsqueda de un empleo que lo aleje de su oficio como vendedor de flores en las calles de Bombay.

Kamala (Cyli Khare) hace collares de flores para apoyar a su enfermo abuelo relojero (Virendra Saxena) e intentar darle una buena educación a su hermana menor Tara (Gargi Shitole), una alegre niña que estudia inglés con Shirley D’Souza (Amardeep Jha), una actriz retirada. Kamala trabaja del otro lado de la calle que Salim, quien entre rosas y miradas coquetas, comienza a conquistarla. Ambos quieren una vida mujer, pero él es musulmán y ella es hindú. Además del tabú entre religiones, Kamala está siendo manipulada por las promesas de una vida mejor de un rufián llamado Mike (Makrand Deshpande).

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“Bombay Rose” | Netflix © 2021

El romance entre Kamala y Salim, el pasado de Shirley y la amistad entre Tara y un niño sordo desamparado conforman las tres historias principales de “La rosa de Bombay”. Las conexiones entre personajes son brillantemente entretejidas para lograr un filme enriquecedor y, aunque parezca una saturación narrativa, la estructura representa el ajetreo de una ciudad densa en donde las acciones de alguien pueden influir en las vidas de otros.

En la trama encontramos matrimonio forzado, explotación laboral y la imposibilidad de relaciones entre hindús y musulmantes, pero Rao aborda estos pesados temas con asombrosa ligereza y sin llegar al melodrama. Asimismo, la muerte es un concepto importante a lo largo del filme. Shirley parece vivir con recuerdos que no terminan de morir y visita el cementerio constantemente para recordar a su pareja; este es también el patio que su gato suele visitar por las noches. El personaje de Shirley es una ventana de nostalgia y la animación es utilizada con ingenio para darle una dimensión distinta a su pasado.

En la película, la ciudad de Bombay está llena de vida. Animales caminan libremente por las calles, los mercados rebosan de colores y muchos escenarios, como las playas de Mahim y Jahu, están basadas en locaciones reales. Para lograr todo esto es clave la técnica de animación.

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“Bombay Rose” | Netflix © 2021

Al igual que en sus galardonados cortometrajes, Rao utiliza un vibrante estilo de animación pintado a mano y cuadro por cuadro. A pesar de que su realización implicó el apoyo de un grupo de artistas, todo parece haber salido de la mano de una sola persona. “La rosa de Bombay” tiene desbordante intimidad y calidez, cualidades que solo una producción de este tipo, alejada de tecnologías y CGI, podría lograr. La animación tiene una identidad propia y a través de ella puedes sentir el amor de la directora a los gatos, a las flores y al arte.

En la música también encontramos una destacada herramienta narrativa enfocada en transmitir sentimientos universales. El 80% de las canciones son de archivo, pero también encontramos una original interpretada por Cyli Khare (voz de Kamala). La utilización de “Cucurrucucu Paloma” de Caetano Veloso en el tercer acto es extraordinaria.

“La rosa de Bombay” utiliza vibrantes pinceladas para hablar sobre las complicaciones de la vida. Es una magistral animación que tiene héroes y corazones rotos, gatos y actos musicales, corazón y mucha alma. Y es apenas el primer largometraje de Rao, una voz fascinante en control total de su arte.

“La rosa de Bombay” ya se encuentra disponible en Netflix.