En octubre de 2019 hubo un estallido social en Chile que dio la vuelta al mundo: uno de los países más conservadores de América Latina se levantó exigiendo un cambio sin precedentes. “Mi país imaginario”, del maestro Patricio Guzmán, nos muestra a las caras dentro de este movimiento: las millones de personas que alzaron su voz y obligaron al mundo a escucharla.

La caída de Allende y posterior dictadura de Pinochet en Chile han sido el gran tema de la filmografía de Guzmán, algo evidente en su obra más reconocida: “La batalla de Chile”, una trilogía de documentales considerada de las piezas más importantes del cine latinoamericano, quizás únicamente comparable en escala e impacto a “La hora de los hornos” de Pino Solanas. Acá, a través de una reflexiva voz en off, usa su experiencia para meditar sobre los paralelismos entre la revolución de entonces y la revolución de ahora. El director glorifica y nos contagia su admiración por el espíritu luchador de mujeres y jóvenes que toman las calles para destruir injusticias heredadas de la dictadura.

El documentalista hila de forma fluida los diversos temas, nos presenta a los distintos personajes sin romper la cronología de los hechos. Fotógrafos, periodistas, políticos, rescatistas, mujeres que al unísono entonan “el violador eres tú”, todas estas voces son presentadas a su debido momento y se les da el espacio necesario para mostrar las múltiples caras de la resistencia. La entrevista inicial, hecha a una mujer cubierta con un pasamontañas, es un gran ejemplo de esto: cuando se le pregunta por qué hay flores adornando su máscara, ella responde “Yo con la revuelta florecí. A mí la revuelta me dio vida”, mientras la cámara enmarca su mirada decidida.

Las tomas son impresionantes, no sólo por la cantidad de gente reunida, sino por la brutalidad de la milicia y la resistencia de quienes la enfrentan. Salvo cierto material de archivo, la película se enfoca en las protestas desde adentro y en cómo se va desarrollando el estallido social. Aunque la película es convencional en su forma, está tan bien contada que te atrapa al instante.

Debido al reciente rechazo de la nueva constitución en Chile, “Mi país imaginario” cobra ahora más importancia que nunca. Es imposible no ver la lucha presentada en la película y no sentir tristeza ante la incertidumbre actual: aunque el documental haya terminado, la búsqueda del cambio sigue. El trabajo de Guzmán nos hace creer que un futuro mejor para Chile y América Latina es posible, pero también nos advierte de los peligros de bajar la guardia ante las fuerzas que buscan callar la voz del pueblo. Tal vez todavía falte mucho para ver el país que Guzmán imaginó hace más de 40 años, pero definitivamente la esperanza sigue viva.

“Mi país imaginario” se presentó en el Camden International Film Festival 2022 y es una de las finalistas de Chile rumbo al Oscar de Mejor Película Internacional 2023.