Durante la pandemia de COVID-19, uno de los muchos millonarios estadounidenses que incrementó sus riquezas fue Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon cuyo valor se disparó hasta alcanzar alrededor de los $70 billones de dólares. Del otro lado del espectro, las protestas de trabajadores de su empresa se han disparado. Para ellos, la explotación laboral es una constante y los riesgos han aumentado. Turnos de 10 horas, convulsiones y descargas eléctricas se han vuelto la norma dentro de las enormes bodegas donde trabajan. A pesar de su enorme riqueza, Bezos no ha hecho gran esfuerzo por cambiar las cosas. El problema es que, para muchos, no hay otra opción.

Para llenar sus filas, Amazon utiliza “CamperForce”, una astuta y agresiva estrategia de reclutamiento enfocada en atraer a miles de “nómadas”: personas de escasos recursos viviendo en casas rodantes y recorriendo Estados Unidos en búsqueda de empleos temporales. Son mano de obra barata, responsable y debido a su condición nomádica, es muy difícil que se unan para crear sindicatos. Son perfectos para trabajar en las bodegas.

La gran mayoría de estos reclutas son de la tercera edad y la oportunidad ofrecida por Amazon es muy buena como para ser desperdiciada, pues no es fácil para ellos encontrar trabajo. Sin embargo, debido a las extenuantes jornadas de trabajo físico requeridas aquí y en otros trabajos necesarios para su supervivencia, muchos de estos nómadas han acabado en hospitales.

En su libro de no ficción “Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century”, la periodista Jessica Bruder estudia la vida laboral de estos nómadas, consecuencias humanas derivadas de la recesión económica en Estados Unidos. Sin embargo, en su adaptación cinematográfica, escrita, editada y dirigida por Chloé Zhao, estos abusos laborales no están al frente de la historia.

La protagonista es Fern (Frances McDormand), una mujer viuda de alrededor de 60 años. En 2011 perdió a su esposo, su hogar y su empleo en una fábrica en Nevada. Ahora vive en una camioneta, misma que utiliza para viajar por Estados Unidos en búsqueda de empleo.

Cuando, en el primer acto, Fern llega a Amazon para trabajar una temporada, se topa con un trabajo digno e incluso amistoso. Es aquí cuando “Nomadland” deja ver sus intenciones unidimensionales y sentimentalistas. Mientras el libro fuente está interesado en criticar al terrible sistema capitalista estadounidense, Zhao representa a Amazon como un lugar de oportunidad que en vez de explotar al trabajador, lo apoya. Es una visión ignorante y mimada de cómo operan estas grandes corporaciones. Sin embargo, no es la falla más grave de la película,y sería ridículo reducir sus problemas a tan solo estos primeros minutos. Más bien es apenas el primer indicador de la superficialidad que está por exhibirse.

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“Nomadland” | Cortesía de Disney

Eventualmente, Fern conoce y convive con más nómadas, personas que viajan en búsqueda de trabajo y estabilidad económica. Todos parecen estar agusto y el sentimiento de comunidad permea en cada encuentro. Y bajo este mismo tono, la película se decanta por mostrar paisajes bonitos y mantener una vibra pacífica; el exquisito score de Ludovico Einaudi complementa la atmósfera de manipulación.

Como en sus anteriores películas “The Rider” y “Songs My Brother Taught Me”, Zhao utiliza a actores no profesionales para poblar su elenco: son nómadas reales interpretando versiones alternas de sí mismos. Zhao hace un gran trabajo de dirección integrando a esos personajes de manera orgánica y obteniendo sensibles actuaciones de ellos.

La directora busca celebrar la resiliencia de los nómadas, encontrar el lado positivo de la situación y crear empatía, pero ¿cómo encontrarla cuando romantizas esclavitud y haces de lado las facetas económicas que rodean a la historia? Las quejas del trato laboral son mínimas y el problema de los sindicatos es inexistente. Es un retrato aberrante de pobreza, en donde una directora de familia rica está reduciendo los horrores de la explotación laboral a un montón de sentimientos bonitos y tomas deslumbrantes. La directora no entiende la pobreza y no está interesada en mostrar una correcta representación de ella, sino en utilizar la trivialidad para atraer audiencias. Zhao distrae y suaviza en un intento por crear un discurso alejado de políticas.

La historia es en realidad acerca de una mujer promedio en duelo. Fern tiene la opción de vivir cómodamente en casa de su hermana adinerada, pero es incapaz de hacerlo. Fern repite constantemente que ella eligió ese estilo de vida. Su soledad es un escudo que la protege del dolor; ya vivió la pérdida de una comunidad y no quiere que se repita. Para contar esta historia de una mujer intentando aprender a vivir de nuevo, Zhao hace de “Nomadland” un débil filme sobre libertad individual en donde la cobardía supera las ganas de explorar el por qué detrás de las acciones de sus personajes.

Zhao trata las adversidades de la vida de manera irresponsable. Se olvida de que todas estas personas son víctimas del sistema socioeconómico estadounidense, mismo que inconscientemente parece estar defendiendo. La apología de Zhao ha gustado tanto en Hollywood porque se aleja de políticas y apela a grupos élites que son incapaces de comprender el tema en sí porque han vivido alejados del mismo; es similar a la ola de periodistas blancos estadounidenses que alabaron efusivamente “Nueva orden” de Michel Franco sin comprender el contexto sociopolítico y racial en México.

“Nomadland” es una película que tiene algunas de las peores tendencias del cine estadounidense. Es progresismo falso y superficial, un descolorido desfile de cinismo disfrazado de humanidad en donde Zhao convierte la explotación laboral y la pobreza en una aventura por los caminos americanos.

“Nomadland” es distribuida por Disney y ya se encuentra disponible en cines mexicanos.