En medio del mar, miembros de una tripulación (y un agregado) con diferentes ideales y contextos culturales, deben encarar complicadas nociones de bondad y maldad en “To the North”, película dirigida por Mihai Mincan que bien podría ser descrita como un thriller filosófico.
Joel (Soliman Cruz) es un marinero filipino trabajando en un barco transatlántico. Un día se encuentra a un polizón escondido, de nombre Dimitru (Niko Becker), que intenta llegar a Estados Unidos. Joel sabe que si Dimitru es descubierto por el oficial Chen (Olivier Ho Hio Hen), su destino será la muerte. Guiado por sus fuertes ideales religiosos, Joel intenta mantener a Dimitru escondido sin importar que eso implique poner en riesgo su trabajo y su vida, así como la de sus amigos y compañeros a bordo.
“To the North” se cocina a fuego lento para desarrollar soledad y estrés. Utilizando su experiencia como documentalista, Mihai Mincan observa detenidamente a sus personajes: nos permite estudiarlos para comprender su desesperación. Y es que, a pesar de estar en situaciones muy diferentes, tanto Joel como Dimitru están aislados, atrapados en medio del mar y se ven forzados a convivir en una atmósfera de miedo. También son, hasta cierto punto, víctimas de su situación social: Joel no está de acuerdo con los métodos brutales de sus superiores taiwaneses pero no puede hacer mucho dada su posición como marinero y es posible que Dimitru se haya visto en la necesidad de emigrar debido a la carencia de posibilidades en su país.
Utilicé deliberadamente la palabra “posible” en el párrafo anterior porque el guion de Mincan nunca nos explica los antecedentes o motivaciones de Dimitru. Y esta es una sabia elección porque, de esa manera, “To the North” nos pone en la posición de Joel y genera un dilema moral. Al igual que nuestro protagonista, sabemos muy poco sobre Dimitru: ¿y si es peligroso? ¿Y si pone a la tripulación entera en riesgo? ¿Hasta dónde puede llegar para sobrevivir? Estas dudas son potencializadas gracias a una excepcional escena en donde Chen explica sus motivos a Joel. Además del tenso intercambio de diálogos y la valiosa exposición de ideas culturales, la cámara se detiene en las fotos que el oficial tiene colgadas en su oficina: fotos de sus hijos y familia. Al continuar con su cruzada de resguardar a un desconocido, ¿está Joel poniendo el futuro de padres y esposos? Por otro lado, también existe un detenimiento en la aterradora experiencia de Dimitru, quien está a la completa merced de un extraño.
Mincan utiliza a la embarcación para potencializar la angustia de sus personajes y recordarnos que no hay escapatoria. Hay un énfasis en la estrechez de los pasillos y cuartos, la fotografía de George Chiper-Lillemark tiende a ser agobiante, como si quisiera hacernos sentir el aliento de los personajes a través de primerísimos planos. Los movimientos de cámara rara vez son bruscos, más bien encontramos paneos sutiles que le dan un toque de estrés a las escenas. Y cuando navegamos entre los enormes contenedores del navío, da la sensación de que estamos en un laberinto.
Este juego del gato y el ratón está rodeado por preguntas filosóficas con respecto al bien y al mal. Estos conceptos tienen significados diferentes para cada personaje, dependiendo de sus contextos individuales. Joel los define de acuerdo a la Biblia mientras que Chen tiene un punto de vista pragmático que antepone las necesidades del grupo antes que las de un individuo: él no considera que un acto sea malo, sino justo.
Aunque las nociones filosóficas y su relación con el dilema moral del protagonista se llegan a perder debido a la lentitud del segundo acto, Mincan junta con destreza todas las piezas e ideas anteriormente presentadas para plasmar un final muy poderoso que eleva a “To the North” a nuevas alturas.
“To the North” compitió en la sección Orizzonti del Festival de Cine de Venecia 2022.