“True Mothers” es un ejemplo de cómo quitarle el impacto emocional a tu historia a través de mala dirección y peor edición.
Esta lenta, lenta, muy lenta película dirigida por Naomi Kawase nos presenta a Satoko (Hiromi Nagasaku) y Kiyokazu (Arita Iura), una pareja incapaz de tener bebés que se ve forzada a adoptar a través de Baby Baton, una asociación dedicada a conectar a mujeres embarazadas con posibles guardianes que puedan criar a al bebé. Sin embargo, años después de la adopción, la madre biológica Hikari (Aju Makita) aparece de vuelta en la vida de Satoko y Kiyokazu con la aparente intención de reclamar al niño.
Te estoy haciendo un gran servicio al explicar y resumir una trama desarrollada a lo largo de 139 soporíferos e infumables minutos. Kawase desarrolla esta historia en desorden con numerosos saltos de tiempo y flashbacks. Primero conocemos a la pareja y su relación con el niño, luego nos enteramos del por qué tuvieron que adoptar, acto siguiente regresamos al presente para recibir la ‘amenaza’ del regreso de Hikari, posteriormente tenemos otro flashback para explicar el embarazo de Hikari, y… bueno así sigue la cosa.

El problema no es el excéntrico acomodo de la historia, sino la errática ejecución de cada elemento de la misma. La narrativa es contemplativa en exceso y los personajes son muy lentos; parece que todos en la película están obligados a pensar 1 minuto antes de emitir cada enunciado que sale de su boca. Los giros no parecen giros porque se tardan tanto en llegar y los personajes tanto en reaccionar, que su impacto es nulo. La empatía se pierde totalmente y como resultado desaparece toda emotividad posible.
La edición es para el olvido. El lentísimo ritmo activamente le hace daño a la historia, la información se siente dispersa y hay un montón de escenas contemplativas que fácilmente pudieron haber sido recortadas. Por ejemplo, hay una subtrama totalmente forzada relacionada a un préstamo y unos mafiosos que más bien parece giro aleatorio sacado de telenovela mexicana. Sin esto, Kawase nos hubiera ahorrado por lo menos 15 minutos de bostezos.
Aún así, hay ideas muy buenas que merecían ser exploradas por alguien menos egoísta. Hikari es tratada como un objeto por su madre, quien claramente no está interesada en su cuerpo, sino en que la familia no pase vergüenzas. La chica es obligada a dar en adopción a su bebé y dejar de ver a su novio. ¿Cómo debe una adolescente afrontar un proceso así? ¿Cuál es el papel de los padres? ¿Qué es una ‘verdadera madre’? Éstas son preguntas muy importantes y la intención de explorarlas está ahí, pero ¿cómo generar interés en algo sin emoción? Es muy difícil sentir empatía cuando te estás durmiendo. Y seamos realistas, ¿quién va a querer ver algo tan lento y apático por dos horas y media?
Con buenas actuaciones y un sensible manejo de temas de embarazo juvenil y adopción, “True Mothers” pudo haber sido una película excelente, pero la ejecución es absolutamente atroz. Éste es uno de esos filmes que parecen nunca van a acabar. En vez de hacerte sentir dolor, Kawase te anestesia. Si quieres aprender sobre estas importantes temáticas, es mejor buscar el libro del mismo nombre de Mizuki Tsujimura; no puede ser peor que esto.
“True Mothers” forma parte de la selección oficial de TIFF 2020.