La premisa del documental “Grandpa Was An Emperor” es suficiente para alzar cejas y llamar la atención de cualquier persona apasionada por la historia. Yeshi Kassa, bisnieta del gran emperador etiope Haile Selassie, investiga el destino de sus familiares, en particular el de su padre, tras la sangrienta guerra civil que sacudió a Etiopía en 1974.
La directora Constance Marks hace un sólido trabajo estableciendo el objetivo de su filme y los obstáculos para conseguirlo: la carencia de información al respecto, poca comunicación familiar y la misteriosa confidencialidad alrededor de Hailé Mariam Mengistu, reconocido genocida que orquestó el golpe de Estado contra el gobierno de Selassie. Y para crear la columna vertebral del filme, Marks utiliza pietaje de archivo, las explicaciones de Yeshi, así como entrevistas a periodistas, historiadores y familiares.
Aunque creció en medio de lujos como bisnieta de un supuesto descendiente del Rey Salomón, Yeshi ahora trabaja en una oficina normal, viviendo sin privilegios o lujos, pero sí una ferviente necesidad por conocer sobre su herencia. Y es así que su reconstrucción de los hechos alrededor de la desaparición y muerte de su padre, está marcada por dolor y emotividad, misma que funciona como soporte de un documental que se tambalea constantemente.
Una falla notable de “Grandpa Was An Emperor” es su manejo de los problemas sociales y económicos en Etiopía previo al golpe de Estado. Se habla de una terrible hambruna y un descontento del pueblo, pero el documental se esconde bajo el “nosotros no sabíamos nada” de Yeshi para hacer el tema a un lado e intentar tapar la culpa de Selassie en este y otros asuntos problemáticos como represión, resistencia a cambiar su anticuado sistema monárquico y violentas imposiciones ideológicas a países vecinos. La carencia de transparencia casi descarrila al documental entero.
Sin embargo, el filme toma una dirección inesperada cuando Yeshi recuenta cómo aprendió mucho sobre su familia de boca de nada más y nada menos que Bob Marley, ícono Rastafari que veía a Haile Selassie como un héroe y gran profeta. Esta exploración sobre las ideas de Marley, del movimiento rastafari y la enorme importancia de Etiopía (única nación africana que jamás fue colonizada) en los ojos de los jamaiquinos, permiten elevar a “Grandpa Was An Emperor”.
Al final, Marks logra crear un estudio informativo pero incompleto sobre una gran nación africana; aunque las exploraciones del poder como elemento corruptivo y de las ideas rastafari son efectivos complementos, da la impresión de que el tema termina siendo demasiado extenso para las ambiciones de la directora. Sin embargo, su enfoque tan humano en la necesidad de reconciliación de una persona con un pasado inédito se convierte en el motor emocional que saca a flote al filme.
“Grandpa Was An Emperor” formó parte de la Competencia Estadounidense en DOC NYC 2021.