En marzo de 2014, un monstruoso evento escaló el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania: el derribo del Vuelo 17 de Malaysia Airlines, con 298 inocentes a bordo, por parte de fuerzas separatistas rusas. Casi nueve años después, el director ucraniano Roman Liubyi nos trae “Iron Butterflies”, un soberbio trabajo que explora los numerosos elementos que rodearon el acontecimiento para condenar las acciones rusas y relacionarlas al sangriento conflicto bélico que perdura hasta el día de hoy.

“Iron Butterflies” es un documental audaz que hábilmente fusiona periodismo investigativo con elementos artísticos que juegan con los límites de la no-ficción. Liubyi se aleja de convencionalidades del medio y utiliza una mezcolanza de pietaje, animaciones, puestas en escena y hasta gráficos de Google Maps para analizar el contexto geográfico, visibilizar a la catástrofe, conmemorar a sus víctimas, reflexionar sobre sus consecuencias, abordar la pírrica investigación de la comunidad internacional y exponer la irrefutable evidencia que apunta hacia los rusos, así como la ola de fake news que ese país utilizó para desvíar la culpa.

Es particularmente perturbador ver clips reales de noticieros rusos en donde “periodistas” alaban la tragedia bajo la excusa de que el avión derribado transportaba armamento ucraniano; cuando la verdad inevitablemente sale a la luz, sus absurdos intentos de manipulación los llevan a utilizar a aliens como chivos expiatorios o hasta a psíquicas para explicar el suceso. Asimismo, a través de fotos tomadas de redes sociales vemos a soldados rusos literalmente celebrando junto a los escombros del avión en donde, repito, murieron 298 inocentes; los soldados posan, se toman fotos juntos y sonríen junto a la masacre. No hay humanidad ni remordimiento en estas personas. Es pietaje que te hierve la sangre.

El documental balancea esta ira con el absurdismo de la desinformación rusa a través de la brillante yuxtaposición de sus imágenes y un conjunto de performances de danza interpretativa que, además de obligarte a reflexionar sobre sus distintos significados, ayudan a mantener una atmósfera surrealista perfecta para las intenciones del director; y es que es verdaderamente surreal el hecho de que este terrible acontecimiento haya ocurrido y que además la comunidad internacional haya tardado tanto en reaccionar para castigar a los obvios perpetradores. 

Este aspecto de performance, así como otras decisiones artísticas, probablemente evite que el documental logre causar un impacto en audiencias casuales, y tal vez no haya sido la mejor decisión por parte de Liubyi si su mera intención es informar sobre el crimen y sus consecuencias, sin embargo, si la comunidad internacional no reaccionó como debía a la tragedia a pesar de toda la evidencia en contra de Rusia, ¿por qué no utilizar esta poco ortodoxa estructura experimental para llamar la atención e intentar informar a quienes sí quieran escuchar? En muchos sentidos, el aspecto híbrido de “Iron Butterflies” es una forma de rebeldía, una respuesta visceral en contra de la actitud apática que tomó el mundo ante un crimen inhumano.

“Iron Butterflies” formó parte de la World Cinema Documentary Competition del Festival de Sundance 2023, y también se estará proyectando en la Berlinale 2023.