Si bien el cine de terror es muy solicitado entre la audiencia, la realidad es que bastantes películas, sobre todo del rubro comercial, suelen fallar tanto en cuestiones narrativas como técnicas, y por ello es necesario echarle un ojo a otras opciones de menor alcance como “Maldición en el tercer piso”, la cual se zafa de los convencionalismos estéticos del género al utilizar a su favor los efectos prácticos, así como una historia llena de simbolismos y metáforas.
Esta cinta es protagonizada por el ex luchador de la WWE, CM Punk o también conocido por su nombre de pila, Phil Brooks. Él interpreta a Don Koch, un ex hombre de negocios, quien compra una casa para habitarla con su esposa embarazada, Liz (Trieste Kelly Dunn). El sueño va viento en popa, sin embargo, Koch, al darle mantenimiento, se da cuenta poco a poco de los secretos que esconde la casa.
El director Travis Stevens se toma su tiempo para construir una película efectiva. El gran personaje de la cinta, no es el de CM Punk (aunque éste sorprende con su actuación), sino la colorida y misteriosa casa. La narrativa se desenvuelve bajo el concepto de una casa embrujada, pero lo que la hace propositiva son tres puntos: el primero es tomar elementos de filmes como “El Resplandor” de Stanley Kubrick, “Historia de fantasmas” de David Lowery e inclusive hasta de la cinta animada “Monster House”, desde lo visual, hasta lo narrativo donde la casa tiene vida y una historia, e influye negativamente en los comportamientos de sus habitantes.
El segundo punto es jugar con los efectos prácticos para generar metáforas referentes a la composición y el sentir humano, como la expulsión de fluidos y la deformación de las personas basada en sus daños psicológicos y físicos del pasado; y el tercer punto: la cinematografía minimalista. El cinefotógrafo Scott Thiele utiliza encuadres simétricos y estilizados, así como movimientos finos y delicados para que lo diseñado por la hermanas Courtney y Hillary Andujar, cree un desconcierto, a la vez de un misterio incontrolable por saber qué es lo que sucede, casi al estilo de Yorgos Lanthimos o de Ari Aster.
Stevens sabe que si explota su forma durante toda la hora y media de duración, el chiste pierde gracia muy pronto, por lo que equilibra acertadamente los momentos de ambientación y contextualización con los de acción y conflicto. El cineasta mantiene un respeto por los estilos de los directores mencionados, y plantea los propios, no sólo narrativos a través de su guion, sino técnicos.
“Maldición en el tercer piso” conversa con el cine de Aster, Lanthimos, Cronenberg e inclusive de Eggers. Su aspecto más fuerte: atreverse, pese a sus limitaciones presupuestales, a contar una historia intrigante y generadora de más desconciertos que certezas.
“Maldición en el tercer piso” tuvo su corrida comercial en cines el año pasado y ya está disponible en Netflix.