Años después de haber trabajado en la brillante “Las niñas bien”, Ilse Salas y Paulina Gaitán vuelven a aparecer juntas en la pantalla grande en “Maquíllame otra vez”, del director Guillermo Calderón. Lastimosamente, su presencia por sí sola no es suficiente para compensar las carencias del proyecto.

Ana (Paulina Gaitán) es una maquillista desempleada que se muda con su amiga Rita (Regina Blandón). Ambas buscan trabajo sin éxito, hasta que Ana recibe una llamada de Alex (Ilse Salas), una vieja amiga de la cual se ha alejado por su comportamiento irresponsable y autodestructivo. Sin embargo, Alex les ofrece a ella y a Rita un trabajo muy bien pagado, lo cual trae varias complicaciones para las tres.

No tengo nada en contra de la voz en off, pero aquí la película abusa tanto de ella que parece un podcast, y no uno muy bueno. Aunque la amistad entre Ana y Alex es el centro de la historia, la voz de Rita nos cuenta todo lo que ocurre en pantalla incluso cuando lo estemos viendo o lo vayamos a ver. Es una decisión narrativa tan extraña e intrusiva que parece haber sido añadida después de grabada la película, pues interrumpe diálogos, rompe momentos emotivos y (en su momento más terrible) te cuenta la resolución del clímax antes de que ocurra.

No ayuda que la historia avance de forma inconsistente, con acontecimientos aleatorios que interrumpen la trama. Gaitán y Salas son tan buenas como siempre, pero están completamente desperdiciadas en una película sin pies ni cabeza. Aunque los pocos momentos sin voz en off les permiten mostrar por qué son tan amigas (una conversación en un pasillo refleja cómo había potencial en esta película), al final son traicionadas por un guion con resoluciones fáciles y situaciones convenientes.

Además del texto y la narración innecesaria, hay toda una serie de confusas decisiones que solo hacen más caótica la película. Cuando suenan ciertas canciones de fondo, por ejemplo, aparece la letra de las mismas en una extraña tipografía a manera de sing along. También hay varias tomas en las cuales los personajes miran directamente a la cámara, estáticos: esto podría tener algún impacto, si al menos se nos dejara interpretar por qué están allí, pero entre la voz de Rita explicando todo a manera de comentario del director y lo poco que aportan a la ya de por sí escueta trama, se sienten incómodas.

En el departamento de maquillaje al menos la película sí tiene algunas decisiones inspiradas e interesantes, y les da bastante personalidad a sus protagonistas; sin embargo, ni siquiera este aspecto supuestamente clave es explorado: ¿Por qué estás mujeres aman maquillar? ¿Cómo las unió? Lo más cercano que hace la historia por explorar este rubro es cuando Rita dice que Ana nunca maquilla la boca porque es algo muy íntimo: “Los ojos son la puerta del alma, la boca es la puerta al esófago”, y ya, allí muere el tema.

Para ser una historia de redención y amistad, a “Maquíllame otra vez” resulta una completa decepción. Con un elenco bastante bueno y una premisa interesante, es triste ver cómo sus virtudes se hunden por un guion y una dirección sin rumbo. Salas y Gaitán dan todo de sí, pero ni ellas pueden maquillar un producto derivativo y una ejecución inconsistente.

“Maquíllame otra vez” está disponible en salas mexicanas.