Muchas veces en las culturas occidentales se habla de las acusaciones de brujería como un tema del pasado, como una barbarie que ocurría en tiempos antiguos. Sin embargo, en varias partes del mundo esto sigue siendo una realidad, y tiene terribles consecuencias en la vida de las personas. Algunas de estas experiencias son retratadas en Omen, del rapero y director congoleño Baloji, quien a través de elementos de realismo mágico explora los efectos de la superstición en cuatro personas diferentes.

Koffi (Marc Zinga) regresa a su pueblo natal en Congo para presentar a su esposa europea Alice (Lucie Debay), quien está embarazada de gemelos. Sin embargo es recibido con hostilidad por su familia, quienes lo consideran maldito por una marca de nacimiento que llaman la “marca del demonio”, sobre todo por su madre, Mujila (Yves-Marina Gnahoua). Con la única persona que conecta es con su hermana, Tshala (Eliane Umuhire), otra paria de la familia por vivir libremente su sexualidad. A la par, un joven miembro de una pandilla llamado Paco (Marcel Otete Kabeya) vive en la calle haciendo trucos de magia mientras usa un vestido rosa en honor a su hermana muerta.

Aunque sus circunstancias son muy distintas, Koffi, Tshala, Paco y Mujila comparten una cosa: todos han sido repudiados por la sociedad por ser diferentes. Quienes los rodean usan como excusa la superstición para humillarlos en nombre de la fe. Las cuatro historias se intercalan y nos van revelando cómo estas actitudes tienen fuertes efectos en su realidad y dejan heridas que son transmitidas de generación en generación.

Aunque el guion no es exitoso en darle el mismo peso a todos los protagonistas, Baloji mantiene interesantes todas las tramas gracias a un gran estilo visual y a la integración de elementos de realismo mágico que juegan con la mente del espectador y son sumamente hermosos. La secuencia inicial, de una mujer que camina en el desierto y derrama de su pecho un montón de leche púrpura en un río, es hipnotizante y sienta muy bien el tono de esta película que integra la fantasía de forma orgánica para transmitir cómo los personajes ven el mundo.

En cuanto a los segmentos en sí, cabe resaltar los de Koffi y Mujila. Los dos tienen una relación más directa entre sí que le da cierre y profundidad a los temas explorados, y ayudan a darle más dimensiones a sus respectivos héroes. Marc Zinga hace de Koffi un hombre lleno de miedo y dudas derivadas de su deseo de pertenecer a su país de origen pese a haber vivido gran parte de su vida en Europa, como el propio Baloji. Zinga construye a la perfección las contradicciones internas de un hombre atormentado por el pasado pero que busca enmendarlo, aún con todos en contra.

Por otro lado, Yves-Marina Gnahoua es fascinante como Mujila, y aprovecha increíblemente la oportunidad de ser vista como una villana en la historia de Koffi y Tshala, todo para mostrarnos los demonios internos y el dolor de una mujer compleja y llena de culpas en el tercer acto. Ayuda mucho también que su segmento es uno de los más ricos visualmente, lleno de metáforas y tomas preciosas para simbolizar su tumultuoso interior.

Además del cuidado en el apartado técnico, Baloji suma a la historia elementos folclóricos de distintas partes del mundo, desde cuentos de hadas hasta vistosos vestuarios para un desfile de Semana Santa. La religión y la superstición, tan ligadas entre sí, están presentes en el contexto, las conversaciones, la dirección de arte e incluso en las secuencias fantásticas: esta es una película que mientras más veces se ve, más símbolos se pueden encontrar, lo cual compensa la falta de uniformidad en el desarrollo de todos los relatos.

Omen es una puerta a una realidad social poco vista en el cine, retratada desde una óptica llena de ingenio e imaginación. Baloji entrega una pieza cuidada en el apartado técnico que encanta en varios momentos. Además, aunque narrativamente podría tener más cohesión, su gran acto final es algo digno de admirar.

Omen” tuvo su estreno mundial en la sección Un Certain Regard de Cannes 2023.

Imagen de portada cortesía de THE PR FACTORY.