“Las ventajas de ser invisible” y “Extraordinario” son las dos películas que han puesto en el radar del público a Stephen Chbosky, pero su tercera cinta “Querido Evan Hansen”, si bien explora temas juveniles importantes, tiene su talón de Aquiles en el soso guion adaptado de un espectáculo teatral.
El musical fue estrenado en 2015 en Broadway y rápidamente puso en sus vitrinas algunos Tony y un Grammy, entre muchos otros premios; también fue acreedor de una gran aceptación por parte del público y la crítica. El problema de llevar esta obra a la pantalla grande recae no solamente en la deficiente dirección de escenas y actores, sino en la incomodidad que causan las canciones.
Ben Platt, quien protagonizó el musical durante tres años, vuelve a interpretar, en esta versión para cine, a Evan Hansen, un chico con trastorno de ansiedad social, quien se encuentra en un sofocante apogeo mediático debido al suicidio de su “amigo”, Connor Murphy. Con el paso de los días, un torbellino de emociones, sobre todo negativas, invade no solo a Hansen, sino a quienes lo rodean debido al cúmulo de mentiras con respecto a su relación con Connor.
Por un lado, es innegable la potencia musical con la que se desenvuelve todo el elenco, desde el mismo Platt, hasta Kaitlyn Dever, Julianne Moore, Amy Adams y Amandla Stenberg. Las voces y los arreglos forman una combinación auditivamente eficaz y entretenida, sin embargo, Chbosky coloca las canciones de manera forzada porque simplemente deben de ir en la historia, no porque realmente tengan un motivo más que el narrativo, causando que se arruine el ritmo de los acontecimientos y la mimetización que se genera con los personajes; esto, aunado a la incomodidad dada por la fría y desconectada reacción de los personajes con respecto al que expone su canto, convierte todo en un burdo espectáculo.
Estos defectos no sólo existen en cuanto a las frías exposiciones musicales se refiere, sino también en toda la narrativa. El suicidio del joven pronto se ve más como un acto de morbo y desinterés, que una situación a reflexionar; algo parecido ocurre con los sentires de algunos personajes, quienes logran solucionar sus problemas por medio de “likes” y publicaciones en redes sociales, antes que cualquier tratamiento médico.
El filme, más que emotivo, se preocupa por manipular las emociones del espectador mediante el personaje protagónico. Existe una sobrecarga de sentimentalismo en la construcción de Evan, porque si bien en la obra de teatro existen momentos donde juguetea y bromea, aquí se convierte en la persona más triste del planeta, lo cual no estaría mal si no fuera por el malestar de ver a un Platt de aspecto maduro y plastificado gracias al maquillaje, casi prostético, en su rostro.
“Querido Evan Hansen” espectaculariza el suicidio, la enfermedad mental y el sufrimiento en pro de manipular emocionalmente al espectador a través de dramatismo puro y escenas musicales efectivas aunque sin potencia. Una cinta que poco o nada tiene que ver con la esencia que impregnó Chobsky en sus películas previas.
“Querido Evan Hansen” ya está disponible en cines. Imagen de portada cortesía de Universal Pictures México.