Las audiencias para obtener asilo político en Suiza no están abiertas al público: si tú buscas conseguir el estatus de refugiado te encuentras solo, frente a un  funcionario y con un traductor de por medio. Tu  vida depende de que logres convencer a esa persona de que corres peligro en tu país de origen, ¿te imaginas tener que revivir un infierno y someterte al juicio de alguien completamente ajeno a ti? En “The Hearing”, la directora Lisa Gerig usa de forma brillante la no ficción para despertar en nosotros muchos cuestionamientos provocadores sobre este sistema.

Los protagonistas de la película son cuatro personas que buscan refugio en Suiza: una mujer de Nigeria, un hombre de Camerún, una mujer trans de Sri Lanka y un joven afgano. La película recrea las audiencias que estos tuvieron para buscar asilo: varios funcionarios del gobierno participan en este experimento, ninguno conoce a los participantes. Este ejercicio de recreación y memoria excelentemente ejecutado nos revela lo que ninguna estadística o dato duro podría: las complejidades e injusticias a las cuales se presta un proceso del cual dependen las vidas de muchas personas.

Ficción y documental se mezclan y nos dan un híbrido interesantísimo grabado como si fuera un interrogatorio criminal. La fotografía minimalista de Ramón Giger se encarga de presentarnos las instalaciones como espacios fríos, sombríos, visualmente armónicos pero carentes de humanidad: oficinas en las cuales seres humanos revelan su vida en espera de encontrar compasión por un sistema que pretende obtener objetividad en un proceso francamente subjetivo. Las conversaciones, grabadas a plano contraplano, se asemejan más a acusaciones que a un diálogo en busca de respuestas: Giger sabe cuánto dejar la cámara para captar en pequeños gestos el miedo y dolor de sus personajes.

El aspecto más complicado del trabajo es la revictimización: ¿hasta qué punto el enseñar estas historias es caer en la explotación de dichas experiencias en favor de la curiosidad? Gerig camina muy bien esta delgada línea entre denuncia y pornomisería, siempre poniendo el foco en sus protagonistas y dejando que ellos decidan hasta dónde llegar. Esto es particularmente evidente cuando la cineasta cambia en cierto punto los papeles, y convierte a los burócratas en los entrevistados: la relación de poder se invierte y se le permite a los antes interrogados cuestionar a los representantes del sistema; la incomodidad y enojo con la cual responden a ratos estos últimos, aun cuando no se están jugando la vida, muestra qué tan invasiva y agresiva es esta metodología.

Además de su importante mensaje y exploración sobre el trauma, las fronteras y la empatía, en el apartado técnico este es un trabajo impecable y transgresor: además del apartado fotográfico ya mencionado, la edición tensa mantiene la atención en todo momento, hilando las historias de manera fluida sin que las diferencias temáticas, lingüísticas o culturales distraigan. La interrupción de la ficción en momentos clave ayuda a generar también una autorreflexión sobre el papel del cine y del arte como herramienta de denuncia y de registro de situaciones imposibles de tener de otra forma.

Sin embargo, lo que hace tan especial a “The Hearing” es su redondez: su uso de la forma cinematográfica al servicio de un centro humano y empático. Se trata de una película en constante búsqueda de respuestas a un tema complejo del cual pende el futuro de muchos, y que es importante cuestionar, sobre todo de forma tan completa e introspectiva como lo hace Gerig. Es imposible ver esta pieza y no salir con un nudo en la garganta: se habla mucho del poder de las historias para conmover y cambiar el mundo, pero ¿qué pasa cuando contarlas bien, en medio del trauma y del miedo, es lo único que te separa de la muerte?

“The Hearing” formó parte de la sección Dox:Award (competencia principal) de CPH:DOX 2023.