¿Se imaginan realizar una peligrosa expedición a los confines de la tierra acompañados de su mejor amigo peludo? Bueno, pues el ingeniero aeronáutico italiano Umberto Nobile lo consiguió, ¡dos veces! Este suceso histórico es narrado en Titina, película animada dirigida por Kajsa Næss sobre la primera expedición aérea al Polo Norte.
Titina es una perrita callejera que vive en Italia durante la época de Benito Mussolini y el fascismo. La pequeña curiosa es adoptada por el ingeniero aeronáutico Umberto Nobile (Jan Gunnar Røise) poco tiempo antes de que éste sea contactado por el explorador noruego Roland Amundsen (Kåre Conradi) para diseñar un zeppelin con la finalidad de llegar al Polo Norte, sobrevolarlo y cruzar el océano Atlántico para llegar a Alaska. Emocionado, Nobile acepta la encomienda, pero pronto la expedición se transforma en una batalla de egos y nacionalismo.
Titina puede parecer sencilla en su animación y convencional en su argumento, sin embargo es una cinta sorpresiva que explora el conflicto absurdo del nacionalismo en dos hombres que buscan dejar huella en la historia, todo visto a través de los ojos de un pequeño animalito. Es interesante el tratamiento del guion, escrito por la misma Najsa Næss y Per Schreiner (The Bothersome Man), pues aunque Titina es el personaje titular, acompaña a los exploradores al viaje y vive toda la travesía, en realidad ella no participa activamente en la historia, sino que es un testigo imparcial de los hechos. Ambos guionistas utilizan la nobleza canina para construir a su protagonista, hacernos empatizar con ella y acompañarla mientras ve a estos dos hombres intentando acabar con la credibilidad del otro a toda costa.
Los comportamientos de Nobile y Amundsen van escalando conforme avanza la cinta. Al principio parecen amigos y tienen una relación de cordialidad y respeto mutuo pero cuando comienza la expedición podemos ver cómo lentamente sus sentimientos nacionalistas y el ego personal van invadiendo el ambiente hasta provocar un fatal accidente. El comentario de Titina sobre la cooperación internacional es interesante ya que muestra cómo las naciones se necesitan las unas a las otras pero siempre existe un dejo de sospecha y resentimiento entre ellas.
Los personajes evolucionan conforme avanza la trama. Nobile al principio se muestra aburrido de su vida en Italia, quiere un reto y Amundsen se lo proporciona cuando le pide diseñar el Norge, el dirigible usado en la primera expedición. A partir de ahí podemos ver una faceta más idealista del personaje que lentamente se va transformando y sacando su lado más tóxico y competitivo para hacerle frente al explorador noruego. Amundsen, por su parte, es retratado de forma fría y calculadora (esto es más evidente gracias al diseño de su personaje) e incluso intenta cometer un terrible acto de crueldad animal para celebrar el triunfo de la expedición; este momento es extraño y, quiero suponer, metafórico para exaltar las características negativas que los italianos veían en sus acompañantes.
La animación de la cinta es sencilla pero funciona perfectamente para contar esta historia. Destacan los momentos más bellos donde podemos experimentar silencios mientras seguimos a Titina por los pasillos de la aeronave o contemplando el paisaje; además esta técnica se mezcla con pietaje real de las expediciones, convirtiendo la cinta en un híbrido de documental y ficción donde la animación es un punto de vista subjetivo de la historia, contado a través de Titina.
El final de la cinta me recordó mucho a una frase de Se Levanta el Viento de Hayao Miyazaki: “Los aviones son sueños hermosos pervertidos por el hombre”. Y creo que eso resume muy bien el mensaje de Titina: el hombre es capaz de transformar un hermoso sueño colectivo en una experiencia destructiva y egoísta, sin embargo el cariño, la bondad y la lealtad incondicional de un perrito son capaces de sacar lo mejor de la gente.
“Titina” ya está disponible en cines de España a través de Alfa Pictures.