Si hablamos de historias de espionaje, acción y política, Tom Clancy fue uno de los literatos más prolíficos de estos temas desde su primera novela en 1984 (La caza del Octubre Rojo) hasta su fallecimiento en 2013.
Su legado incluyó a dos personajes: Jack Ryan, protagonista y héroe mitológico de casi todas sus historias y John Clark, otro héroe, aunque más salvaje y grotesco que Ryan. En la pantalla grande y chica, Ryan ha sido encarnado por Alec Baldwin, Harrison Ford y más recientemente por Chris Pine y John Krasinski, y por el otro lado, a Clark le han dado vida Willem Dafoe, Liev Schreiber y ahora Michael B. Jordan en esta más reciente película titulada “Tom Clancy: Sin Remordimientos”, la cual cumple con entretener y entregar aceptables secuencias de acción, sin embargo, su talón de Aquiles es su gastada narrativa y endebles discursos políticos.
El filme aborda a John Clark, un agente de operaciones secretas y especiales de la CIA, quien luego de regresar de una misión es emboscado en su casa por soldados rusos. Su esposa embarazada no logra salir con vida y la venganza por parte de Clark es inminente.
La serie de televisión “Jack Ryan”, protagonizada por John Krasinski y Wendell Pierce, dejó expectativas grandes con respecto al universo de Tom Clancy, llamado “Ryanverse”, y no es para menos, pues la construcción del personaje de Ryan era atractiva y el contexto político sobresaliente, esto gracias a su adaptación contemporánea y el rescate de la esencia de las historias de Clancy. “Sin remordimientos” resulta ser un filme de acción genérico, sin identidad y sin esencia, que nada le aporta al género y poco al universo fílmico.

El director Stefano Sollima se olvida totalmente de filmar una historia atractiva y distinta como lo hizo en la serie televisiva “ZeroZeroZero” o en la cinta “Suburra”. El contexto sociopolítico se diluye en el cliché más patriotero que Estados Unidos se ha encargado de explotar: su rivalidad con Rusia. Desde un principio, lo dramático es predecible; hay un juego con secretos y traiciones, el protagonista pasa de héroe a criminal y el gobierno local le mete el pie. Todo esto ocasiona cansancio rápidamente, subordinando toda la relevancia dramática a las escenas de acción. Y ante lo improbable, todas las secuencias que involucran golpes, balazos y explosiones no gozan de una cinematografía ágil o audaz, y ni siquiera de un ritmo evocador, sino torpe.
Michael B. Jordan funge como un personaje olvidable, pero es hasta que el espectador escucha en repetidas ocasiones su nombre, cuando recuerda que se trata de una franquicia famosa. El personaje de Jordan es construido como un Rambo, partícipe de acciones incongruentes, como el nulo cansancio o el poco peligro que enfrenta en medio de un tiroteo. Y pese que Jordan, en el papel es la mejor razón para ver esta cinta, el guion no le permite explorar sus capacidades como héroe de acción.
“Tom Clancy: Sin Remordimientos” no es un espectáculo, ni un producto sorprendente, es más bien un intento por adaptar más material de Clancy a términos cinematográficos. No es una pérdida de tiempo, ni una piedrita en el zapato, más bien únicamente una comida sin sal.
“Tom Clancy: Sin Remordimientos” ya se encuentra disponible en Prime Video.