Marc Forster, director de películas como “Descubriendo el país de Nunca Jamás” o “Christopher Robin: Un reencuentro inolvidable”, dirige la versión estadounidense de “A man called Ove”, titulada en español “Un vecino gruñón”, de la mano de un elenco improbable, pero con un química inigualable, sin embargo, los temas que toca como la depresión y el suicidio son manejados con poco tacto con tal de buscar constantemente el sentimentalismo y el humor.
Otto (Tom Hanks) es un hombre amargado, gruñón y sin motivación para vivir, pero su dinámica llena de grises cambia cuando una familia irreverente, conformada por Marisol (Mariana Treviño), su esposo Tommy (Manuel García-Rulfo) y sus dos hijas pequeñas, se muda frente a su casa. Otto está obsesionado con el orden y el control, características que ni la familia nueva ni los otros vecinos tienen. Con el paso de los días y la convivencia obligada, Otto comienza a reflexionar acerca de su trágico pasado y su melancólico presente.
La película es clara en sus objetivos: gustarle a la audiencia mediante el sentimentalismo sin importar el nivel de sencillez y de predictibilidad. Sí, existen dos materiales previos (la novela y la película sueca de 2015) que desenmascaran cómo se desarrolla y termina la historia, sin embargo, para el público nuevo tampoco hay ninguna sorpresa que la aleje de lo predecible y lo parecido a otras películas del género.
Por otro lado, el manejo de sus discursos con respecto a la depresión y la intención de suicidio son manejados con sorpresivo desinterés. El constante humor, que si bien es efectivo, rompe con la cadena de dramatismo y seriedad que las escenas buscan generar, provocando que estos temas no tengan trascendencia narrativa ni emocional.
El punto emocional, que es muy efectista, se construye a partir de la victimización del protagonista y de su atropellada relación con los demás personajes. La empatía poco a poco se desarrolla a través de la transformación de un personaje que constantemente cae en culpar a todos y no responsabilizarse por sus actos. Es un clásico arco de transformación, seguido al pie de la regla, que a estas alturas de avance narrativo y cinematográfico, aburre, pero sigue funcionando.
Lo más sobresaliente de la cinta no es precisamente Tom Hanks (“Elvis”), sino las actuaciones de Mariana Treviño y Manuel García-Rulfo, quienes lucen una química insuperable y complementan en gran medida a la encantadora naturaleza de sus personajes. Treviño demuestra su envidiable capacidad natural para el humor, pero también para el melodrama, pues se pone al nivel actoral de Tom Hanks casi sin esfuerzo; como espectador es un gozo ver a Mariana Treviño a lado de actores importantes como Hanks.
“Un vecino gruñón” es un disfrute familiar, pues es sencillo y divertido, además que cada uno de los personajes se disfrutan al máximo en pantalla, sin embargo, falla tristemente cuando aborda temas delicados porque los trivializa y no deja espacio alguno para la reflexión.
“Un vecino gruñón” ya está disponible en cines.