Don Reynaldo, un hombre próspero, comienza la celebración del aniversario de su rancho cazando venados, aún si batalla para enfocar. Su fiesta se va amargando porque sus familiares y amigos están renuentes a estar ahí: tanto en la ciudad como en el campo, hay noticias de fuertes enfrentamientos, y temen que les pudiera tocar a ellos. Por terquedad, orgullo o incapacidad de reconocer que ya no es tan fuerte como antes, Reynaldo se niega a creer que ese peligro pudiera ser real, hasta que, durante una comida familiar, una camioneta roja se mete a su rancho. Mientras su familia entra a la casa, él permanece sentado, atento. Un hombre delgado, con botas, pantalón de mezclilla negro, camiseta deportiva roja y una pistola en su cintura baja de la camioneta y se presenta, pidiendo de favor si le podrían compartir sus alimentos. Reynaldo se levanta, mide el peligro, y accede a darle riñonada. El hombre se ríe y demanda que le den un mejor corte. Incrédulo, Reynaldo demanda saber quiénes son, a lo que el hombre responde que están vigilando las rancherías y le ofrece sus servicios, resaltando que hay peligro cercano. Reynaldo solo lo observa, en silencio. Una nueva cacería ha comenzado. 

Desde su debut en Güeros (2014), Raúl Briones ha destacado por tener una presencia enigmática en pantalla, creando personajes entrañables y profundamente humanos. En El Norte sobre el Vacío, la última película de Alejandra Márquez Abella, interpreta a Guzmán, el sicario que interrumpe las celebraciones de Don Reynaldo (Gerardo Trejoluna). Con una mirada pesada y porte amenazante, Briones inmediatamente reclama la atención y provoca temor con su presencia, razón por la cual obtuvo su tercera nominación a los premios Ariel; en 2020, ganó en la categoría de Mejor Coactuación Masculina por Asfixia y en 2022 a Mejor Actuación Masculina por Una Película de Policías. 

A raíz de su tercera nominación a los premios Ariel, esta vez por Mejor Coactuación Masculina, tuvimos la oportunidad de platicar con Raúl Briones sobre sus procesos actorales, masculinidades y la experiencia de ir al norte a filmar. Además, nos compartió un poco sobre sus futuros proyectos, incluyendo su cuarta colaboración con Alonso Ruizpalacios.

Oralia Torres / La Estatuilla: ¿Cómo te sientes con la nominación al Ariel? 

Raúl Briones: Me siento muy feliz, la verdad. Me siento… pues nada, esa es la tercera, esto es algo que siempre es un apapacho a la carrera y a cómo estás haciendo las cosas. Aunque, pues, no me cansaré de repetir que el Ariel excluye también a un montón de participantes, ¿no? Entonces, no me hace sentir el actor más especial del mundo, solo me recuerda que hay gente que está leyendo mi trabajo de determinada manera, que el mensaje que estoy tratando de imprimirle a mis personajes está pasando y cada vez con más contundencia, porque siempre trato de meterle un ingrediente distinto u otra manera de aproximarme. A mayor riesgo, mayor diálogo, y eso es una buena forma de ir midiendo la evolución propia más allá de lo demás, ¿no?

LE: Claro, ¿qué tal estuvo la preparación para El Norte Sobre el Vacío?

RB: Pues mira, la verdad es que no tuve tanto tiempo como a mí me gusta trabajar, pero me obsesiono muchísimo, sobre todo cuando está de por medio acento, cuando el acento viene a jugar un rol protagónico, me parece que es el elemento perfecto para ponerme una máscara que me ayuda muchísimo a alejarme de mi yo y meterle el diente con mayor contundencia a los personajes. Entonces, la verdad es que el acento me dio muchísimo el contexto, porque Morena Hernández, que fue una de las coach que nos ayudó, nos dio un mapa bastante robusto de los distintos acentos de la región con televisoras locales, radiodifusoras locales, diálogos de personas que fue a entrevistar, y eso me colocó en un contexto y en un límite muy, muy claro para nadar a a gusto, porque a mí me encanta que me pongan parámetros.

LE: ¿Cómo fue filmar en Linares?

RB: Pues la verdad estuvo bastante chido. O sea, mi papá era muy fan de Los Cadetes, luego también toda mi familia fue muy fan. Es curioso porque en el centro de la República, en muchos lugares hay gente que es muy fan de la música norteña, y mi familia, que es de Puebla, se creía norteña, ya sabes, botudos, sombrerudos y pantalón con cinturón piteado, y escuchando estas canciones hasta el hartazgo. Entonces, ir a un lugar que, pues, de inicio me recuerda a mi papá, fue muy lindo. Y luego, es un paisaje hermoso, y fue también duro porque a mí me pasa algo muy curioso: como interpreto generalmente antagonistas, villanos o bandidos, cuando llego a la filmación con el grupo de actores, el cast ya tiene una dinámica, ya se conocen, ya se fueron al antro del lugar, ya hicieron de todo. Entonces, yo llego siempre como “¿y ahora este?”, y fue muy chistoso porque el día que yo llegué a Linares estaba casi todo el crew y el cast comiendo en un restaurante de allá, y yo llegué, abrí la puerta y casi fue la entrada muy parecida como la de Guzmán, como que todo mundo se sacó de onda, y yo así de “Hola, soy Raúl, también soy actor y vengo a filmar una película”. Estuvo muy chido, la verdad. Un calor insoportable, pero estuvo, estuvo muy rico. 

LE:  La película me fascinó mucho por la manera en la que estaban contando las historias, tiene una oralidad muy interesante donde se están construyendo las historias constantemente, se están cuestionando los orígenes y los procesos, y algo que me gustó muchísimo, porque me tocó vivir la guerra contra el narco acá, fue toda la manera en la que se estaban contando cómo tener cuidado con la gente, con “los malillos”, “los pillos”, como los mencionan en la película. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de conocer este contexto? ¿Cómo fue este encuentro con una geografía e historia que quizás es muy distinta a la que conoces?

RB: Pues, es una gran responsabilidad la verdad, porque de inicio el truco más fácil es recurrir al norteño caricaturizado, solo usar la oralidad desde una forma muy superficial, ¿no? A mí me importaba mucho el acento en el sentido de que yo creo que, pues, hablamos como pensamos, y pensamos cómo nos va en la feria debido a nuestros contextos, ¿no? Yo soy muy fan del norte, la verdad, y soy muy fan de la gente del norte, tengo mucha gente muy querida en el norte y voy constantemente allá porque me saca de mí, del estado de ánimo en el que generalmente estoy y, sobre todo, la energía que generalmente habito, que es mucho más introspectiva, más reflexiva y mucho más contemplativa. El norte no tiene nada de contemplativo, también tiene sus pros y sus contras, ese estar constantemente surfeando la ola, y la energía y la fiesta está arriba, las emociones casi no se nombran, casi no se tocan, casi no se vulneran, por lo menos desde un punto de vista general. No estoy diciendo que eso no exista, pero es una constante y, sobre todo, también hablando en torno a la masculinidad del norte, ¿no? Que es uno de los referentes de México en cuanto al hombre, al macho, el arma, el sombrero, la tierra agreste que yo vine a domar, ¿sabes? Como que hay algo ahí muy, muy interesante que a mí me saca de estas tonalidades y dinámicas que habitamos en el centro de la República. 

Entonces, la oferta de interpretar a alguien del norte, desde ese nivel de profundidad y, sobre todo, con un nivel de teatralidad, gesto y de plasticidad fue un enamoramiento desde el inicio, y luego el guion tiene un montón de capas que justamente ponen sobre la mesa las características de la energía del norte, del héroe y del hombre, la tierra, la propiedad y la familia. Eso a mí, en cuanto al género, al sistema, a los feminismos, la interseccionalidad, me interesaba un montón hablar de eso. Además, la no apología del narcotráfico, de ya no ver a los narcotraficantes bien pulcros, guapos, ya sabes, como un poco mitificados de lo que se supone significan y representan. También yo viví, no desde el mismo lugar que tú, por supuesto, pero me tocó ir dos veces a Monterrey en el 2008 como parte de giras con teatro y no podíamos ni salir de del hotel, y yo irresponsablemente junto con un compañero nos fuimos a buscar cervezas a Santa Catarina, y el taxista nos dijo “Oigan, están muy mensos, regrésense, ¿no?”, porque estaba bien caliente y de regreso vimos colgados en un puente.

Yo pensaba mucho en quiénes engrosan las filas del narcotráfico y cuáles son sus historias. Aunque evidentemente es un pillo, pero es un ser humano que tiene una historia y que, como bien lo dicen en el guion, también tiene una familia. No dejan que lo entierre la familia, no lo dejen ahí tirado, cuando en realidad eso no es la norma, la norma es que desaparecen y nadie sabe dónde quedaron ni cómo terminaron, ni quizá si fueron secuestrados o no sé. 

Otra cosa bien atractiva es la frontera de la mancha urbana que empieza a comerse a la zona rural, y entonces vienen estos personajes como Guzmán, que no son ni de la ciudad ni del rancho, pero que al mismo tiempo empiezan a cruzarse un montón de idiosincrasias. Y ahí el hip hop y el rap en la escena urbana, en Monterrey y en Guanajuato, me ayudó mucho a explorar la voz, y cómo te daña también el sistema sonoro el crac y la piedra. Me eché una clavada siguiendo a todos estos hiphoperos que no son tan famosos y que suben sus videos bien drogados y me ayudó mucho a entender esa juventud y dinámica que está ahí, defendiéndose con lo poco que le queda, ¿no?

LE: Claro, también es impresionante ver justo esto que hablabas de las fronteras, la de la gente que, por ejemplo, va a las a las zonas rurales al rancho, a nomás pasar vacaciones, el puente o Semana Santa, van hacen su fiesta, su desmadre y se regresan. Los dueños de la tierra no son los que viven ahí, no son los que la trabajan, y quienes sí ni siquiera tienen la posibilidad de poder comprar ese tipo de terrenos, es otra capa de dinámica bastante interesante dentro de la película.

RB: Claro, es otro tipo de violencia. O sea, hay varias capas, los personajes ejercen violencia de una u otra manera, a veces ni cuenta se dan. Eso me parece que es hermoso de la película.

el-norte-sobre-el-vacío
“El norte sobre el vacío” | Cortesía de FICM

LE: ¿Cómo fue trabajar con este equipo multidisciplinario y de todos lados, incluyendo del noreste?

RB: Bien chido, la neta. Yo ya conocía a mucha gente del cast también, no de manera personal pero ya había escuchado hablar de ella porque tenemos muchos amigos en común, a Claudia Becerril, que la amo con todo mi corazón, la admiro profundamente, es de las mejores fotógrafas del planeta, ¿no? Súper creativa y, sobre todo, tiene una manera muy hermosa de lograr que las imágenes y la forma en la que pone la cámara aporte a la construcción atmosférica de la película y con pocos recursos, siempre muy inquieta y en un entorno donde la luz cambiaba constantemente porque, como sabrás, el viento ahí sopla muy fuerte y las nubes estaban corriendo todo el tiempo. 

Del elenco, yo conocía ya mucha banda de ahí, entonces estuvo muy lubricado el proceso, me cobijaron mucho en el sentido de que al rey lo hacen los súbditos. Si yo llego como Guzmán y me hago el malo y nadie se amedrenta, pues no tiene ningún caso, ¿no? Entonces, en ese sentido, la máxima de la actuación siempre es construir junto al otro, confiando en que lo otro también te construye a ti, y en ese sentido, Alejandra [Márquez Abella] se reunió de mucha gente de teatro y eso hizo que hubiera un diálogo en el set bien distinto a como generalmente se abordan las escenas en el cine. Es mucho más desde la mente y menos desde la coreografía, fue maravilloso. Con Ale no creas que platiqué mucho, fueron como notas muy puntuales, muy específicas, una banda sonora que me compartió en donde ella me dijo “mira, así es como me imagino que piensa Guzmán cuando está drogado”, que es una pieza contemporánea súper azarosa, extraña, que me ayudó mucho a terminar de entender un poco, como Ratatouille, cuando le comparte el queso y la fresa y empieza a ver, así fue como construí el tren de pensamiento del Guzmán. Luego fue bien chido, porque me gusta mucho descentralizar el cine, entonces trabajar con gente de allá y conocer a gente del crew, fue muy lindo reencontrarme con esas personas y decir “a huevo, aquí andamos haciendo cine en medio del desierto”.

LE: ¿Cuáles son los siguientes proyectos que tienes en mente?

RB: Pues mira, hay seis ahorita que ya están ahí en el tintero, y no creas que he trabajado mucho. O sea, la verdad es que me he dosificado, trato de darle un tiempo bastante amplio entre proyecto y proyecto, he rechazado muchas cosas porque creo en la filigrana y en el trabajo de detalle, y yo soy muy lento, de verdad. Si tú me pones a leer un guión, dirás que soy el peor actor del mundo en la primera lectura, porque yo necesito leerlo muchas veces, ensayar muchas veces, meterme en el contexto. Me gustan esos tiempos y este medio, una vez que empieza a echarse la rueda, es muy difícil decirle “aguanta, aguanta, aguanta, no sé quién soy, necesito tiempo para volver a ver crecer la hierba”. 

Te puedo decir de tres, creo, sin temor a la demanda. Uno es La cocina de Alonso Ruizpalacios, ya platicaremos cuando salga esta película, pero es, sin duda alguna, el proceso más demandante, profundo, hermoso y complejo que he vivido en mi carrera. Si Una película de policías me puso en ese estado, La cocina es otro boleto, ya platicaremos porque de ahí se abren dilemas éticos de la industria, mi propio cuerpo y la actuación, qué es el personaje. En fin, todavía no sé ni por dónde ni cuándo, pero ya pronto, me muero de ganas de que la gente la vea, tampoco la he visto pero sé que el proceso estuvo tan hermoso que seguramente la disfrutarás mucho. Luego también está La máquina, que es una serie que filmé con Diego [Luna] y Gael [García Bernal] el año pasado, estará por estrenarse creo que a finales de este año, si no a principios del siguiente. Fue un proceso bien hermoso donde tuve la oportunidad de conocer a Gael y a Diego, que la verdad nos traíamos ganas y nos fue increíble, congeniamos muy chido, y creo que es un buen guion y que ellos están haciendo un trabajo bastante chido en esa serie. ¿Qué otra cosa te puedo chismear? Ah, Fiesta en la madriguera con Manolo Caro, también por ahí viene.

LE: De [Juan Pablo] Villalobos, ¿verdad?

RB: De Villalobos, que admiro mucho. Tuve oportunidad de conocerlo en Barcelona y esa novela es hermosa, y también tiene que ver con esta temática, ahora desde el punto de vista de la infancia, lo cual también agradezco mucho, aunque duele y es contradictorio hablar de las infancias en el narco. Al final del día, por mucho que sean infancias, terminan convirtiéndose en adultos, es la complejidad de nuestro país y esta es una película que pone el tema desde un lugar entrañable, con un protagonista que no te puedo decir quién es todavía, pero que fue hermoso, hermoso, hermoso trabajar con ese morrito. Esa también está en el tintero, y otra es Mano de hierro, una serie que me fui a filmar a Barcelona, es de Netflix, que terminará por estrenarse creo que a finales de este año, espero, y de teatro, pues, con ganas de volver, pero la verdad es que el teatro y el cine se celan muchísimo, sobre todo el cine con el teatro.

LE: ¿Sí?

RB: El cine menosprecia los ritmos del teatro de una manera tan grotesca y terrible que cuesta trabajo poder defender las temporadas. Tú haces un casting y te avisan que tienes que volar a Barcelona en una semana. Las dinámicas del ritmo y el tiempo son otras. 

una-película-de-policías-raúl-briones
Raúl Briones en “Una película de policías” | Cortesía de Netflix

LE: ¿Qué otro tipo de proyectos o de artes te gustaría explorar, además de cine y teatro?

RB: Pues mira, yo pinto. No mucho, pero bastantito, es un área que me gusta mucho, me desbloquea mucho la creatividad y me ayuda a renunciar a la enfermedad del realismo. La pintura es una impresión de la vida, y es la cosa que se parece a la cosa y no la cosa en sí, entonces me ayuda un montón. Y luego, la verdad, tengo muchas ganas de dar clases. Voy a empezar a hacer un gimnasio actoral que voy a abrir aquí en Casa del Teatro, en donde lo que quiero es explorar distintos ejercicios que yo he usado en mi carrera profesional y ver si le funcionan a otras personas, si no solamente es un viaje personal. Le tengo mucho respeto a las maestras y maestros, no me he atrevido a meterme a la docencia. Creo que un gimnasio puede ser un buen diálogo con las nuevas generaciones, sobre todo para encontrar las claves para hacer esa transición del teatro al cine e ir viendo, porque no tenemos escuela de actuación frente a la cámara. Lo haces frente a la cámara, lo haces en el set, haciéndolo. Eso y una escuela de cine itinerante en Tlaxcala que llevo un rato tratando de estructurar, irnos de municipio en municipio, tratando de darle elementos a la bandita, sobre todo enfocado a las infancias, para que tengan elementos para narrar su realidad desde su perspectiva y no llegar a “voy a darle voz a quien no la tiene” sino que sea la misma voz de la gente que la tiene.

LE: Claro, y que diferentes personas de diferentes partes del país puedan realizar arte a su propia manera también.

RB: Sí, esa es la idea. Yo soy de Tlaxcala, entonces si logro estructurar el taller ahí, se podría reproducir a nivel nacional e incluso que haya distintos grupos dando ese mismo taller al mismo tiempo en distintos estados de la República. Es mi máxima, por ahí voy súper bien.

LE: Estaría muy padre ese proyecto, la verdad suena muy suena muy bonito.

RB: Sí, está muy lindo la verdad, y se me da muy bien el contacto con las infancias.

LE: ¡Qué padre! Algo más ligero, ¿cuáles son tus películas favoritas?

RB: La verdad es que soy la persona menos cinéfila, yo no tuve tele hasta los 15 años realmente, y no tuve videocasetera hasta los 17. Entonces no es que esto sea una justificación, pero yo siempre estuve como en el paralelo de la cultura pop y de las tendencias. Cuando llegué a hacer esto empecé a decir “ah, no manches, hay un chingo, me tengo que poner al corriente”, pero la verdad es que es abrumador, y luego yo no pienso mucho en las cosas, sino que siento mucho las cosas. Entonces veo una peli, me clavo en los sentimientos y ya no vi ni quién la hizo, ni cuándo se hizo, ni cuál es la importancia del dogma ni el discurso, aunque lo sé y los elementos los podría dialogar con alguien que sí sabe. Se han burlado mucho de mí por esta, pero Billy Elliot es una de mis películas favoritas.

LE: Esa película es hermosa, de verdad.

RB: Es preciosa, de las mejores películas, a mí me salvó la vida, de verdad. Como poder reconciliarme con mi sensibilidad y con mi manera de ver el mundo, que era muy parecida a la historia de Billy Elliot con su papá. Mi papá nunca me vio ni en el cine ni en el teatro, porque pues es de jotos, ¿no? Y sí, pero ¿y qué tiene? Entonces, no sé, como que esa película siempre me recuerda la dificultad de empezar a sentirte seducido por el arte en un contexto de gente que se dedica a chambear, que es la clase obrera. Es esa forma de dos luchas, de un derecho universal contra un “o comes o trabajas”. Me interesa muchísimo. Y Apocalypse Now es una de mis películas favoritas en torno a la locura, es una estampa bastante más honesta de la guerra de Vietnam y de las consecuencias que esto trajo, y creo que hay pocas películas que se le acercan, porque además es gigante, es épica, y además ahora está en la Cineteca, iré a verla en pantalla grande, la remasterizaron y creo que todavía está en cartelera hoy. 

Del cine mexicano, La mujer de Benjamín, me parece que es un parteaguas en el cine, donde Arcelia [Ramírez] hace un trabajo que nos robó el corazón a todes quienes la vimos y nos enamoramos, y de Benjamín, este hombre que es un cero a la izquierda, un pusilánime y que, ya sabes, como contrario a la línea argumentativa de los héroes. Además, con Eduardo Palomo, este ícono sexy, no sé, como que esos dos hombres luchando por una mujer icónica del cine, no sé, fue una de las pelis que yo vi y amé y disfruté. La ley de Herodes también es otra de mis películas favoritas por lo que implicó en aquel tiempo, en la actualidad yo no soy partidario de cómo se ha ido desarrollando esa cinematografía, pero ese es un pilar sin duda alguna, cambió por completo cómo se narró a la clase política, y creo que politizó bastante al pueblo de México y aportó muchísimo a impulsar los cambios que se están intentando llevar desde distintos ángulos, claro. 

LE: Qué padre, qué chida selección, me llama mucho la atención que también todos son diferentes maneras de tratar la masculinidad, diferentes tipos de modelos donde se cuestiona la masculinidad tradicional

RB: Sí, sí, sí. Yo no lo noté hasta ahora, que yo estoy con mi viaje del género, pero en aquel tiempo la verdad es que solo me impactaba ver las distintas transformaciones de cómo se interpreta lo que se supone que es ser un vato.

La entrega de los Premios Ariel 2023 se llevará a cabo el 9 de septiembre. “El norte sobre el vacío”, nominada a 17 premios Ariel incluyendo a Raúl Briones en Mejor Coactuación Masculina, está disponible en Prime Video.