Harry Potter es importante para muchas personas y me incluyo entre ellas. No fue solamente una saga de películas más, no fueron solamente una serie de libros infantiles… Harry Potter fue todo un fenómeno que sacudió al mundo del entretenimiento y lo cambió para siempre. Récords en taquilla a nivel mundial (“Las Reliquias de la Muerte parte 2” estuvo entre las diez películas más taquilleras de la historia), récords en ventas de libros en todo el mundo, gorras, playeras, peluches, sets de Lego, Funkos, un parque de diversiones. El legado de la obra de J. K. Rowling no solamente se limita a los montones de dinero generados al año en ventas, vive dentro de cada persona tocada por la historia de “El Niño Que Vivió”, la cual conocimos hace veinte años con el estreno de “La Piedra Filosofal” en los cines de todo el mundo y por eso me gustaría repasar el legado de la franquicia y las extrañas direcciones hacia donde se encamina: Harry Potter nos hizo creer en la magia, pero esa magia empieza a desvanecerse.
You’re a wizard, Harry
En 1997 David Heyman, un productor británico, convenció a Warner Bros. de adquirir los derechos de “Harry Potter y la Piedra Filosofal”, una novela próxima a publicarse y, aunque ellos no lo sabían, también se convertiría en una de las franquicias más exitosas y queridas de todos los tiempos. Poco después contrataron a Chris Columbus (antiguo protegido de John Hughes y director de “Papá por Siempre” y las dos primeras películas de “Mi Pobre Angelito”) para realizar la cinta, por encima de nombres como Steven Spielberg o Terry Gilliam. Al proyecto se le fueron sumando algunos de los mejores actores británicos de aquel entonces para los papeles secundarios: Alan Rickman, Maggie Smith, Richard Harris, John Hurt y Warwick Davis, por mencionar unos pocos de los muchos que desfilarían por la saga en los años por venir; los encargados de protagonizar fueron los jóvenes Daniel Radcliffe, Emma Watson y Ruper Grint, quienes, tras el éxito de la primera cinta, se convirtieron en estrellas de la noche a la mañana.
El resto es historia. Columbus entregó una película divertida, fresca, arriesgada y, lo mejor para los fanáticos, fiel a su material de origen. Estas mismas características se repetirían con la segunda parte, aprobada por los ejecutivos la noche de la premiere de la primera cinta, y serían algo no replicado por otra saga en los siguientes diez años; intentos hubo muchos, libros juveniles hubo muchos, desde la fallida “Eragon” hasta la inconclusa “Las Crónicas de Narnia”, todos querían seguir el camino comenzado por los magos de J. K. Rowling pero pocos parecían comprender la fórmula que había llevado a tan buen puerto los dos primeros filmes; tal vez el problema estuvo — nadie podría afirmarlo o negarlo — en las buenas intenciones detrás de Heyman y Columbus, quienes han contado en diferentes ocasiones cómo se enamoraron del libro y sus férreas intenciones de llevarlo a la pantalla grande, de crear un producto como nadie jamás había visto, en pocas palabras, Harry Potter fue una saga iniciada con amor, un amor por los libros y por la historia en ellos, por los personajes, por el mundo ahí presentado.
Columbus salió de la ecuación para la tercera película debido a los apresurados tiempos de producción, acelerados en parte por el éxito financiero de las primeras dos películas pero principalmente porque los actores protagonistas comenzaban a crecer y dejar de lado las crisálidas infantiles de sus primeras aventuras en Hogwarts. Las siguientes dos películas fueron dirigidas por Alfonso Cuarón y Mike Newell, sobresaliendo la participación de Cuarón al haber dirigido, tal vez, la mejor cinta de la franquicia debido a su tratamiento más maduro de la historia y a los valores cinematográficos frecuentemente elogiados en las producciones del mexicano (sus famosos planos secuencia, por mencionar alguno). A partir de la quinta entrega y hasta el día de hoy, David Yates se ha encargado de la dirección de la franquicia, las cuatro cintas restantes de Harry Potter y las dos primeras de Animales Fantásticos (con una tercera a estrenarse en abril del próximo año), sin embargo es con la llegada de este director que comienza una especie de decadencia para estas películas y la historia del mago más famoso del siglo XXI, aunque el lento descalabro no es del todo su culpa.
La llegada de las franquicias
¿Recuerda usted, lector, el momento donde le dije que las películas de Harry Potter estaban siendo hechas con amor? Bueno, pues a partir de este punto puede olvidarlo porque esto está a punto de transformarse en una brutal y sanguinaria historia de ambición corporativa con hambre de dinero.
Bueno, estoy exagerando, pero en parte creo tener un poco de razón: los libros y las películas, además de los kilos y kilos de mercancía promocional se vendían como pan caliente, las palabras de Rowling fueron proféticas, no hubo una sola persona en el mundo que no conociera el nombre de Harry Potter, y eso a Warner le gustaba. Todas esas ganancias fueron capitalizadas en el parque de diversiones, ubicado en Orlando, Florida, inaugurado en 2010, exactamente antes del estreno de las dos últimas cintas (para aquel entonces serían las últimas), cosa poco favorable para los ejecutivos e inversores quienes, supongo, esperaban la pronta caída en el olvido de la saga y el fin del flujo de dinero. Nada más alejado de la realidad.
Justo cuando terminaba la saga, el mundo comenzaba a recibir con los brazos abiertos a la franquicia más exitosa de todos los tiempos: el Marvel Cinematic Universe; y no solo la llegada de Marvel y Disney al campo de juego cambiaba las cosas para Warner y Harry, pues también se confirmaban nuevas entregas de Star Wars, de El Señor de los Anillos en forma de “El Hobbit”; La misma productora, incluso, buscaba iniciar su propia gallina de los huevos de oro con “Man of Steel” y el DC Extended Universe. La llegada de las franquicias al mundo del entretenimiento llevaron a los ejecutivos a tomar la decisión de explorar y explotar de distintas maneras lo ya creado con Harry Potter, un mundo querido y familiar para el público, y también uno donde ya no tendrían que invertir en presentárselo a las audiencias.
Así apareció “Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos”, una nueva saga ubicada en el mismo universo de Harry Potter pero muchos años antes, por lo menos sesenta o setenta años. La idea sonaba atractiva. La de las cintas de Potter limitaba ese mundo a una escuela, una ciudad y un contexto muy específico, así que llevarnos a los Estados Unidos de este mundo era algo interesante en el papel y los fanáticos estábamos hambrientos por nuevas historias para alimentar nuestra hambre de mundo mágico.
David Heyman se mantuvo como productor de esta nueva saga y trajo de regreso a David Yates para dirigir, una decisión que (suposiciones mías) fue tomada pensando solamente en la recaudación económica de las películas dirigidas por Yates, y por primera vez tendríamos a la autora de las novelas tras el guion, uno surgido de los libros de texto adquiridos por Harry y compañía para poder realizar sus estudios en el colegio. Los rostros frente a la pantalla fueron los de Eddie Redmayne (recién llegado de los premios Oscar por su actuación en “La Teoría del Todo”), Katherine Waterston (quien venía de “Inherent Vice” de Paul Thomas Anderson), Dan Fogler (comediante estadounidense) y la cantautora norteamericana Alison Sudol; en papeles secundarios teníamos a Ezra Miller (“Las Ventajas de Ser Invisible”), Colin Farrell (“Alexander”) y como antagonista principal al Mago Tenebroso Gellert Grindelwald interpretado por el camaleónico Johnny Depp (“Piratas del Caribe”); la presencia de este último personaje emocionaba a los fans pues se trata del mayor enemigo y amor del mentor de Harry, Albus Dumbledore, y representaba la conexión directa con la saga original dando pie a la oportunidad de ver en pantalla conflictos descritos en los libros y poco explorados en las películas.
La cinta se estrenó en noviembre de 2016 y para sorpresa de muchos no fue el éxito esperado por los ejecutivos y por los fanáticos. El regreso al mundo mágico era tibio. Las razones fueron muchas y variadas: desde la abrumadora competitividad en el mercado (la película llegó después de un esperado estreno de Marvel, “Doctor Strange: Hechicero Supremo”, y antes de un arriesgado experimento de Star Wars, “Rogue One: una Historia de Star Wars”) hasta el poco interés demostrado por el público hacia los personajes protagonistas, bastante alejados de Harry, Ron y Hermione, además del forzado conflicto casi inexistente en el argumento de la cinta. La magia comenzaba a desvanecerse.
La magia empieza a agotarse
“Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos” no fue un fracaso tan estrepitoso como puede parecer tras mis palabras, pues logró colarse en la octava posición de las películas más taquilleras de 2016, pero sí estuvo lejos de los mejores números de Harry Potter. En cuestiones de mercancía la película fue un éxito: se vendieron peluches de todos y cada uno de los animalitos extraños que aparecían en la cinta, el guion se vendió como libro aparte, las varitas, capas y maletines mágicos volvieron a estar de moda, pero, sobre todo, las visitas al parque aumentaron, avivadas por este nuevo “segundo aire” de la franquicia (cuando en realidad apenas habían pasado cinco años desde el término de las anteriores películas).
El plan original, antes del estreno de la cinta, era realizar tres películas con Newt Scamander (Eddie Redmayne) y que estas sirvieran de antecedente a las cintas ya existentes de Harry, sin embargo a los pocos días de llegar a cines el estudio recapacitó y anunció un total de cinco películas para el personaje del magizoólogo tímido y su maleta de criaturas mágicas, ¿demasiadas películas? La verdad sí, y aquí es donde las cosas comienzan a caer.
La segunda película se estrenó en noviembre de 2018, el rol de Johnny Depp fue expandido, la cinta llevaba el nombre de su personaje en el título, y los fanáticos se volvieron locos al regresar a Hogwarts de la mano de Albus Dumbledore, interpretado ahora por Jude Law (“Sherlock Holmes”) en su versión joven. Sin embargo, las cosas no estaban funcionando para la cinta: el personaje de Eddie Redmayne y sus compañeros se sentían fuera de lugar, forzados en la trama para justificar el hecho de que esto era “Animales Fantásticos” (a pesar de su presencia minúscula en el título del filme), se abrían más subtramas sin propósitos aparentes, la trama navegaba sin rumbo hasta el tercer acto y, lo más hiriente para los más acérrimos devotos de la franquicia, se traicionaba y contradecía la historia original de Harry Potter introduciendo personajes y situaciones nunca antes mencionadas ni exploradas (algo así como lo hecho por George Lucas en “La Amenaza Fantasma”).
La gente salió enojada de las salas de cine, la taquilla de la película fue inferior a la de su antecesora (incluso bajó dos lugares en el top del año quedando en décimo puesto) y las posteriores polémicas (tanto las de Johnny Depp como las de la propia Rowling) han terminado por darle una mala imagen a la franquicia.
El próximo año se estrena la tercera parte, “Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore”, y aunque no la espero con la misma emoción de las anteriores, sí tengo un interés especial por ver si la franquicia logra remontar y sorprender de nuevo (la adición de Mads Mikkelsen como Grindelwald tras la salida de Depp es algo que deseo ver debido a la gran calidad de los trabajos anteriores del actor danés).
Por lo pronto, Warner sigue buscando nuevas maneras de explotar la franquicia. Ya se ha hablado de series para HBO Max (el servicio de streaming de la productora), reality shows, trivias y hasta la posibilidad de volver con el elenco original para hacer “El Legado Maldito” (la obra de teatro); por el momento tenemos en puerta el reencuentro para el mes de enero del próximo año gracias a los veinte años del estreno de la primera cinta. La magia y el amor producido por las películas de Harry Potter se van desvaneciendo poco a poco en favor de crear productos carentes de ese sentido de maravilla que uno experimentó, por primera vez, “La Piedra Filosofal”.