Hace casi doce años, “Avatar” de James Cameron fue un fenómeno cinematográfico histórico. Lo que el director canadiense nos presentó en su aventura espacial era similar, en sus aspiraciones, a lo hecho por directores como David Lean en “Lawrence of Arabia” o William Wyler en “Ben-Hur”: una épica de proporciones gigantescas empleando para su realización los mejores elementos técnicos del momento, todo con tal de brindarle a los espectadores una experiencia jamás antes vivida en la pantalla grande.
Cuando se estrenó la cinta yo tenía doce años y, bueno, está es mi historia con ella.
“Avatar” pero no ese “Avatar”
La primera vez que me enteré de la existencia de la película fue viendo el teaser póster en el cine. Para quienes no lo recuerden, se trataba de una porción del rostro de un Na’vi, con su característico color azul, pecas bioluminiscentes y ojos de iris amarillento.
Estaba ahí, al fondo del pasillo de un complejo de salas de exhibición junto con otros tantos pósteres de futuros estrenos. Recuerdo haber pensado: “¡Wow!¿Van a hacer una película de Avatar? Eso es genial pero es raro que vayan a poner a la gente de la Tribu Agua con la piel azul”.
En mi cabeza se trataba de una adaptación de la serie de animación tipo animé de Nickelodeon “Avatar: La leyenda de Aang” (la cuál sí llegó un año después con desastrosos resultados). Así viví unas semanas, pensando que harían una película de una de mis caricaturas favoritas, pero con el paso de los meses lo olvidé.
El impacto de la película
Fue hasta su estreno en diciembre cuando volví a recibir información sobre la cinta, pero no fue en el cine. Estaba en un restaurante con mi familia, nos tenían esperando mesa, me acerqué al área de revistas del lugar y vi frente a mí una portada en color rosa con el protagonista de la película, Jake Sully, y el titular: “Avatar, la película que cambiará el cine”.
Eso me intrigó, tomé la revista y la comencé a hojear hasta llegar a ese artículo y quedé maravillado por las imágenes en su interior. El texto, el artículo como tal, no me interesaba mucho a esa edad, pero los stills de la película fueron suficientes para emocionarme.
Le pedí a mí papá que me comprara la revista y la revisé muchísimas veces, comencé a dibujar en los cuadernos de mi escuela a los personajes con unas plumas de gel (muy de moda en esa época), perfectas para la piel brillosa de los personajes y quería de verdad ver la película en el cine. Al final eso nunca pasó pero sí me compraron el DVD y fui a McDonald’s por mi juguete de la cinta. Había causado una impresión en mí: cuando terminó y empezaron los créditos (además para ese momento se me hizo la cosa más rara del mundo el hecho de ver el título de la película hasta el final) estaba fascinado, no entendía cómo alguien había logrado crear todo eso, ese mundo, esos colores, esa fotografía (aún no sabía nada de cine, en cuanto a técnica me refiero). Solamente estaba seguro de una cosa: yo quería aprender a hacer eso, quería aprender a hacer cine ¿cómo se hacía? ¿quiénes eran las personas involucradas en hacer una película? ¿De dónde venía esa magia maravillosa que yo había experimentado? Y eso cambió mi vida para siempre. Empecé a comprar mensualmente la revista gracias a la cuál me había enterado de la cinta (actualmente ya no se publica), leí libros sobre directores (empecé con los Cahiers du Cinema de Spielberg y de Tim Burton) y vi películas, cientos y cientos de películas. En parte gracias a eso estoy aquí, escribiendo para ustedes, todo por una revista en dónde venían unos monos azules con ojos felinos de color amarillo.
El futuro de “Avatar”
Las secuelas se anunciaron poco tiempo después del fenómeno taquillero que fue la primera película. En aquel entonces, según recuerdo, la segunda se estrenaría en 2015 y Cameron ya había hablado sobre su deseo de explorar los mares de Pandora en una segunda parte y eso me emocionaba bastante. Luego la fueron postergando y postergando hasta el punto en el cual pasaron más de diez años. Sabíamos del deseo del director de hacerlas, pero no había nada claro alrededor de su estreno.
Hoy ya tenemos el avance de la segunda cinta pero la primera ha envejecido algo mal, más en la parte narrativa que en la visual. La historia es bastante genérica y tiene muchos problemas debido a ciertos tropos dentro de su narración, los cuales son demasiado problemáticos pues presentan a un salvador blanco para toda una civilización indefensa.
El tráiler de la secuela me emociona. Si Cameron tardó más de diez años en desarrollarla, debe de ser porque algo grandioso tiene planeado. Sin embargo, sea buena o mala… siempre recordaré con cariño esa primera cinta por todo lo que significó para mí.