Ante la pobre calidad de las adaptaciones live-action de Disney, “Cruella” resalta por su estilística forma, sin embargo, su fondo la limita a ser un producto superficial, efectista y grandilocuente; esto no está mal, de hecho su objetivo es entretener y gustar. Vaya que lo logra.
El personaje de Cruella creado por Dodie Smith para su novela infantil “101 Dálmatas”, se convirtió en una de las villanas más retorcidas y queridas de la industria fílmica animada cuando la casa del ratón la lanzó a la pantalla grande , en 1961. Luego de la primera versión en acción real en 1996, donde Glenn Close encarnó a la amante de la moda, llega esta interpretación con discursos suavizados, y con Emma Stone (“The Favourite”) llevando la batuta y la dirección de Craig Gillespie (“I, Tonya”).
En esta nueva versión del personaje se exploran los pasajes que eventualmente formarían a la gran villana, desde una infancia interrumpida, hasta los deseos de venganza contra una fashionista famosa de la época, interpretada por Emma Thompson.
La mercantilización de Disney no tiene problemas para construir formas atractivas y funcionales. Por un lado, está el soundtrack rockero conformado por canciones como “Should I Stay or Should I Go” de The Clash o “Come Together” de The Ikettes, por nombrar algunas selecciones de la vasta lista que, aunque gastada, indudablemente sigue gustando. El problema no es la incorporación de estas canciones, sino su nula relación con la trama; se incorporan sólo para que las escenas suenen poderosas, sin importar hacia donde se dirija la atención del espectador.

A nivel espacial y temporal, la película se ubica en la industrial Londres de los 70, y aunque la fotografía de Nicolas Karakatsanis hace un intento por retratar las decaídas y grises estructuras, el foco principal está en el personaje mejor construido de la cinta: los vestuarios.
La diseñadora de vestuario Jenny Beavan, ganadora del Oscar por “Mad Max: Furia en el camino”, se basó en la época punk para construir un bagaje de excéntricos y contrastantes vestidos, los cuales son un festín visual para quienes disfrutan y aman la moda. Este es el aspecto más brillante, no sólo por la numeralia (de alrededor de 277 trajes) sino porque es una oportunidad de oro para colarse en nominaciones, y posibles triunfos en esta categoría y claro, dialogar con un público afín al movimiento modista.
El fallo, el cual ya dejó de ser sorpresa, es el fondo. Los discursos que componen a esta cinta son suavizados y manejados con maquiavelismo en pro de mostrar una imagen consciente del monopolio. El objeto del deseo original de la villana, que consistía en obtener pieles de dálmatas para sus abrigos, es modificado por contribuir a situaciones del subgénero de atracos y de venganza en contra de la antagonista, sin embargo, los guiños a la película original están ahí presentes. ¿Meramente un adorno referencial o un discurso oprimido por la cancelación y por ende, la pérdida de dinero?
“Cruella” funciona como una cinta de origen de una villana controvertida. Emma Stone se encarga de darle personalidad. Thompson brinda una actuación redonda, alejada del cliché. La vestimenta y el soundtrack son los que más lucen en esta película que reivindica los live-action de Disney, convirtiéndose en el mejor de ellos.
Más allá de las similitudes con “El diablo viste a la moda” y el personaje de Harley Quinn, la película es propositiva a nivel narrativo con respecto al origen de la villana. No es original, pero funciona como introducción para futuras cintas.
“Cruella” ya está disponible en cines y en Disney+ en formato Premier Access.