Cuando me senté a ver la última comedia adolescente de Netflix, “A mi altura 2”, iba con toda la predisposición de someterme a hora y cuarenta de la insufrible experiencia que fue su predecesora, por lo que imaginarán mi sorpresa al descubrirme a mí mismo sonriendo de genuino placer en más de una ocasión. La directora Emily Ting y el guionista Sam Wolfson arreglan varios aspectos de la primera y le inyectan a esta segunda entrega mucho más corazón.
Tras una breve recapitulación de la anterior película, vemos a Jodi (Ava Michelle), quien (tras haber aceptado su poco habitual altura) ahora goza de más popularidad que nunca. En un intento por probar cosas nuevas, se inscribe para audicionar en el nuevo musical escolar. Esto aflora muchas inseguridades y le hace cuestionar su relación con Jack (Griffin Gluck).
Uno de los aspectos más criticados de “A mi altura” fue lo ridículo de su premisa: ser guapa, talentosa y alta no parece ser un verdadero problema cuando hay gente con verdaderos sufrimientos en el mundo. La película confronta esto desde el inicio, y nos deja claro que el ser alto no es el peor de los problemas en la vida, pero a veces lo es para Jodi, así como muchas otras cosas que parecerían insignificantes, porque, al final del día, es una adolescente. A partir de este punto, uno logra empatizar mucho más con la situación, pues ¿quién no ha sido ensimismado en la adolescencia?
A esta mejora se suma la nueva amistad de Stig (Luke Eisner) con Fareeda (Anjelika Washington), la cual ayuda a darle a los personajes algunos de los momentos más lindos de la película, y a hacerlos más que las simples caricaturas de la entrega pasada. Fareeda revela sus propias capas de inseguridad, a la vez que Stig se redime y nos muestra al chico dulce detrás de su comportamiento de patán.
Así como Marco en “El stand de los besos” y John Ambrose en “A todos los chicos de los que me enamoré”, esta no sería una segunda parte sin un nuevo interés romántico para Jodie, en este caso es Tommy, interpretado por Jan Luis Castellanos, quien transmite la amabilidad y ternura necesaria para el personaje, y es responsable de una romántica escena de baile en el parque.
Aparte de la insoportable Kimmy (Clara Wilsey), quien también tiene un pequeño arco, el mayor enemigo de Jodie ahora es ella misma. Similar a lo que hizo “Violet” (aunque de forma menos efectiva), hay una voz en la cabeza de la chica que constantemente la humilla y le dice lo fracasada que es: si bien el recurso es inconstante, es una buena manera de transmitir la ansiedad adolescente.
No por esto la película deja de ser una comedia romántica de Netflix: desde otra escena romántica de karaoke (¿por qué todos en estas películas son fans del karaoke?) hasta el típico baile romántico, los lugares comunes abundan (al menos esta vez no hay un gran discurso en el baile de graduación). También está la aparición de un nuevo personaje, Stella (Johanna Liauw), la hermana de Stig, quien parece ser una especie de nuevo interés romántico para Jack, pero su supuesta rivalidad con Jodie no termina por cuajar.
Poco antes de escribir esta crítica, leí un tuit de alguien sumamente emocionado por cómo iba a destrozar esta película en su próximo video. Sería muy fácil sentarme y enumerar todas las fallas del guion en son de burla, pero “A mi altura 2” no se lo merece. A diferencia de “El stand de los besos”, “Sierra Burgess es una loser” e incluso la primera “A mi altura”, esta secuela hace un verdadero intento por transmitir un buen mensaje sobre las relaciones, la seguridad en uno mismo y la amistad, todo esto con situaciones cursis y varias sonrisas. Podrá no ser innovadora en ningún aspecto, pero es una película imperfectamente tierna.
“A mi altura 2” ya se encuentra disponible en Netflix.