Además de la famosa “Doctor Strange”, el director Scott Derrickson es conocido por dos películas de terror que, pese a tener una respuesta mixta de la crítica, han acumulado varios defensores: “El exorcismo de Emily Rose”, cuya mezcla de drama de corte y terror no satisfizo a alguno, y la popular “Sinister”, famosa por haber sido catalogada como la película más terrorífica de todos los tiempos según un estudio que analizaba la frecuencia cardiaca de la audiencia. Ahora suma a su filmografía la que es probablemente su mejor entrega hasta el momento: “El teléfono negro”, un oscuro e interesante trabajo cuyo uso de la nostalgia para incomodar y elementos perturbadores se combinan para dar un buen susto a su audiencia.

Un niño llamado Finney (Mason Thames) es secuestrado por un perturbador asesino de niños (Ethan Hawke) y encerrado con la única compañía de un télefono negro. Pese a estar desconectado, el teléfono empieza a sonar y del otro lado de la línea voces del más allá tratan de ayudarlo a escapar.

Quien diga que todo pasado fue mejor, debería ver “El teléfono negro”: contrario a la tendencia en series y películas, Derrickson y su equipo construyen un mundo que refleja muy detalladamente la década de los 70 pero sin romantizarla. De forma muy similar a las historias de Stephen King (del cual Joe Hill, el autor de la historia en la que se basa la película, es hijo), el asesino no es una excepción en un mundo idílico, sino una consecuencia de la violencia que rodea las vidas de los personajes, lo cual le da a la pieza una atmósfera tensa y de peligro incluso fuera del sótano del criminal.

A esto se suma la fotografía de Brett Jutkiewicz (“Ready or Not” y “Scream”), la cual mantiene un tono lúgubre incluso cuando hay colores vivos. De manera similar a lo hecho en “Sinister”, se usa el efecto de celuloide para secuencias sobrenaturales de gran importancia, un recurso estética y narrativamente interesante para transmitir un fenómeno difícil de explicar de manera visual.

La dirección precisa de Derrickson es acompañada de un muy buen guion, escrito por él mismo junto a  C. Robert Cargill, el cual sabe que la mejor manera de hacer algo tenebroso yace en el misterio: no necesitamos antecedentes del villano o explicaciones a lo sobrenatural, las cosas pasan por razones misteriosas y eso es justo lo que nos mantiene en la incertidumbre. Si bien hay un par de personajes adultos que se sienten de más, en general la historia fluye muy bien y nos entrega varios sustos efectivos y un misterio atrapante.

Finalmente, no se puede hablar de esta película sin mencionar a su gran elenco infantil y, sobre todo, a Ethan Hawke (“El hombre del norte”). Es refrescante ver un villano puramente malévolo y tétrico en la pantalla (en especial con tantas historias obsesionadas por darle un backstory a todo), y el actor interpreta lo repulsivo y a la vez vulnerable de su personaje a la perfección. El secuestrador es alguien que constantemente nos tiene adivinando sus intenciones; es responsable de gran parte de la incomodidad que uno siente a lo largo de la película.

Aunque no es tan perturbadora como “Sinister”, “El teléfono negro” es una muy buena opción para los amantes del género: es entretenida, te mantiene en suspenso y cuenta con varias sorpresas que te harán saltar de tu asiento. 

“El teléfono negro” ya se encuentra disponible en cines.