En los años 70 hubo una serie de películas de explotación como “The Last House on the Left” y “I Spit on Your Grave”, en las cuales una mujer era torturada de maneras inimaginables para luego levantarse como de entre los muertos y cobrar venganza. Pese a que estas películas parecían darle la victoria final a sus protagonistas, en realidad usaban su sufrimiento y el morbo como elemento de entretenimiento, cayendo justo en aquello que pretendían criticar. “Fresh”, de la directora Mimi Cave, es la versión moderna de este tipo de cintas: un producto que oculta detrás de un estilo llamativo una trama que perpetúa ideas muy retrógradas y de muy mal gusto.
Tras una serie de citas decepcionantes, Noa (Daisy Edgar-Jones) conoce a Steve (Sebastian Stan), un cirujano encantador que la invita a salir. Sin embargo, lo que comienza como una relación de ensueño se transforma en pesadilla cuando Noa descubre el oscuro secreto detrás del atractivo Steve.
Pese a una edición llamativa, un gran uso de la música y una estética interesante, nada puede enmascarar el gran problema de “Fresh”: un guion incoherente que disfraza como “provocador” varias incoherencias y sorpresas vacías. Los personajes toman decisiones muy convenientes para la historia, cuyo único propósito parece ser el de impactar al espectador, aun cuando dichas decisiones no tengan sentido alguno, ni siquiera en el retorcido mundo en el que se mueve la historia.
A diferencia de otras películas que han tratado de subvertir el cine de explotación como “Revenge” de Coralie Fargeat o la magnífica “The Nightingale” de Jennifer Kent, “Fresh” usa el sufrimiento de sus personajes para entretenimiento de la audiencia. Su pulida estética le juega en contra al casi glorificar aquello que trata de criticar, lo cual no sería un problema si al menos tuviera algún sentido irónico, pero no, sólo es el hacer la escena más llamativa.
Sumado a esto se encuentran los personajes de Dayo Okeniyi, como un antiguo novio de la mejor amiga de Noa, y de Charlotte Le Bon, como una mujer allegada a Steve. Ambos sirven únicamente para forzar un mensaje de supuesto empoderamiento de maneras problemáticas y nada convincentes: el primero para mostrar la inutilidad de los hombres, la segunda para dar un “giro” que acaba por contradecir el discurso de la película y culpa a las víctimas de abuso. Entrar en más detalles implicaría arruinar las sorpresas de la película.
La explotación y lo grotesco pueden ser usados para dar mensajes sociales importantes, reflejar aspectos retorcidos de la sociedad o simplemente para hacer una buena película: “Raw”, “Titane”, “La masacre de Texas” incluso “Saw” son un ejemplo de esto, de historias en las cuales la explotación de la violencia y lo grotesco tiene un sentido narrativo; pero ninguna de ellas pretendía castigar y adoctrinar acerca del maltrato hacia un grupo de la población usando ese mismo maltrato como algo que, visualmente al menos, resulta divertido o llamativo.
Esta es una pieza que trata de ser el “Get Out” o el “Promising Young Woman” de este año: una película de género con mucho estilo que además trata temas sociales importantes de manera digerible y entretenida para la audiencia. Sin embargo, se olvida de que además de una forma pulida estas películas tenían sustancia y respetaban a sus personajes. Aunque tiene grandes pretensiones y se cree muy inteligente (mucho más de lo que realmente es), “Fresh” termina acercándose mucho más a la fallida adaptación de “Black Christmas” del 2019, y eso no es ningún cumplido.
“Fresh” ya se encuentra disponible en Star+.