Después de ser responsable de una de las más aburridas y egoístas ceremonias de entrega de los premios Oscar, Steven Soderbergh rápidamente corrigió el camino con la astuta “No Sudden Move” el año pasado, y ahora con “Kimi: Alguien está escuchando”, un thriller con un concepto contemporáneo que a pesar de ser narrativamente imperfecto, es un producto gozoso de la energía y tensión que el director estadounidense sabe manejar con maestría.
Angela Childs (Zoë Kravitz) es una joven agorafóbica que nunca sale de su espacioso departamento en Seattle y menos después del aislamiento provocado por el COVID-19. Desde sus enormes ventanas, contempla la calle y hasta coquetea con el vecino (Byron Bowers), pero cualquier intento de salir es detenido por ataques de ansiedad.
Afortunadamente, Angela puede trabajar remotamente como “intérprete de voz” para Amygdala, compañía de tecnología responsable de Kimi, un dispositivo tipo Amazon Echo que se activa con la voz y funciona como asistente para diversas tareas en la casa; y como Alexa, también tiene fallas de privacidad. Un día mientras hace su trabajo, Angela escucha una perturbadora grabación de Kimi en donde una cliente parece estar siendo atacada. Sin embargo, para reportar el crimen, Angela se ve obligada a enfrentar sus miedos y salir de casa.
El reciente trabajo del guionista David Koepp no ha sido exactamente estelar (“The Mummy”, “Inferno”), pero con “Kimi: Alguien está escuchando” evoca la paranoia de su “Panic Room” de 2002 y le otorga a Soderbergh los ingredientes ideales para hacer su magia. Como resultado tenemos un eficaz thriller de 89 minutos que no desperdicia tiempo en engancharte. Aun cuando el guion presenta numerosas incoherencias narrativas, Soderbergh esquiva los fallos con una hábil dirección.
La primera mitad de “Kimi” utiliza tintes psicológicos para establecer con precisión la personalidad de Angela y los obstáculos que le impiden llevar una vida normal. Pero una vez que sale de casa, el filme abraza completamente su naturaleza thriller, explota la paranoia establecida y nos regala persecuciones palpitantes en donde la tecnología es utilizada para espiar, perseguir y amedrentar.
Kravitz hace un gran trabajo en el papel protagónico. No exagera manierismos ni convierte en una mofa el problema de la agorafobia; es una actuación controlada y corajuda que te invita a empatizar con la situación de Angela y celebrar sus fortalezas.
La dinámica fotografía de Peter Andrews es crucial para mantener la energía fluyendo y representar la angustia de Angela. Cuando ésta sale del departamento, la fotografía se vuelve desorientadora; hay feroces paneos de la cámara y planos holandeses que acentúan la sensación de terror que Angela está experimentando en la calle. Asimismo, Andrews utiliza movimientos a mano y con estabilizador de manera alterna para inyectar realismo, tensión o adrenalina. Esto, combinado con el hiperactivo score de Cliff Martinez y la fina edición de Soderbergh (bajo el seudónimo de Mary Ann Bernard), genera una experiencia tensa y entretenida.
Sin recurrir a la explotación burda, Soderbergh utiliza como trasfondo la pandemia del COVID-19 para ayudar a transmitir los sentimientos de aislamiento y soledad de su protagonista, así como a acentuar las consecuencias psicológicas y hasta tecnológicas de vivir en un mundo online alejados de la conexión humana. La pandemia no define a la película, ni tampoco distrae de sus objetivos.
En el tercer acto, el guion de Koepp se echa un clavado en territorio ilógico, utilizando personajes y conveniencias narrativas (y accidentalmente graciosas) que desembocan en un final placentero pero irreal. Aunque Soderbergh no aterriza con fuerza este final ni tampoco convence en su tratamiento de temas sobre trauma y aislamiento, siempre provee una experiencia cautivadora que además de proveer altas dosis de entretenimiento, invita a reflexionar sobre el poder que le damos a las grandes corporaciones y lo hace sin ser condescendiente. Soderbergh sabe que no vamos a dejar de utilizar la tecnología, pero al menos debemos estar conscientes de cómo nuestra privacidad está cada vez en mayor peligro.
“Kimi: Alguien está escuchando” ya se encuentra disponible en HBO Max.