Después del inaudito recibimiento por parte del público y la crítica hacia “Toy Story 4”, Disney y Pixar han comenzado a pegar dardos aún mejor colocados como en el caso de “Unidos”, “Soul”, “Luca”, “Red” y en esta ocasión “Lightyear”, una película animada, dirigida por Angus MacLane, compleja a nivel narrativo, propositiva en su enfoque discursivo (digno de hacer molestar a público ideológicamente derechista) y con una animación admirable.
Buzz Lightyear (Chris Evans en inglés y Erik Selim en español), es un Guardián Espacial muy reconocido con una misión particularmente arriesgada: encontrar la fuente correcta de energía para generar el 100% de hipervelocidad y poder salir del planeta en el que él y su tripulación se quedaron varados tiempo atrás. Existe un pequeño problema: el porcentaje de hipervelocidad es proporcional a los años que pasan en tierra, pero inverso al tiempo en el espacio (al mero estilo de “Interestelar” de Christopher Nolan), por lo que mientras él más intenta y viaja, los años transcurren sin cesar en la tierra. Cuando completa el porcentaje necesario, su sorpresa es que han pasado incontables años y el planeta está invadido por una rara amenaza de robots llamada Zurg.
La cinta comienza diciendo que estamos a punto de ver lo mismo que Andy (el niño dueño de los juguetes en “Toy Story”) vio en el cine y lo motivó a desear la figura de acción de Buzz Lightyear. Desde este interesante punto metanarrativo, la película resulta más atractiva que cualquier otro producto reciente de la marca o que muchas entregas comerciales de cualquier género, pues nuestra decodificación sobre la relación entre este producto y lo visto en la tetralogía se ve en constante cuestionamiento y confusión, lo cual se agradece, pues hay un dejo de discusión y debate entre lo canónico y la sintaxis entre situaciones y personajes que después tendrían más relevancia.
La pequeña dosis de complejidad en la historia no se detiene ahí, ya que añade distintivos importantes: los viajes en el tiempo (al mero estilo de “Volver al futuro”), las versiones de uno mismo encontrándose y el efecto mariposa. Estos temas, propios de la ciencia ficción y presentes en pocas animaciones, resaltan al tratarse de un marca por demás convencional y tradicionalista en sus acabados narrativos. Y si cabe también, la presencia de personajes abiertamente homosexuales en “Lightyear” no solo ha provocado que se haya censurado en algunos países, sino ha generado una predecible discusión en la comunidad de redes sociales; habrá que aplaudir esta piedrita que coloca Pixar y cualquier otro estudio hacia la exploración y normalización de la diversidad sexual en productos masivos, independientemente de los obvios intereses económicos. Es de suma importancia darles voz y visibilidad a las comunidades históricamente oprimidas, a cómo dé lugar.
Por otro lado, el apartado técnico que construye el director Angus MacLane, revitaliza al universo de cintas en el que se encuentra el personaje principal; tanto la música de Michael Giacchino, así como el detalle en la animación es de alto poder inmersivo para el público meta (infantil), como para los adultos, quienes pueden encontrar un producto entretenido, cómico y con buenas dosis de adrenalina. Al final resulta interesante por qué Andy solo deseó a Buzz y no a cualquier otro personaje como Sox, quien con su ternura y extraordinario diseño llena de atención cada aparición.
“Lightyear” es una película animada que aterriza efectivamente temas complejos para el entendimiento y disfrute de su público, además que es una buena base para que sus pequeños espectadores se adentren en el vasto mundo de la ciencia ficción como género fílmico. En definitiva funciona por sí misma, sin necesidad de tener en cuenta otros productos, es sumamente atrapante y puede llegar a generar cualquier cantidad de emociones.
“Lightyear” ya está disponible en cines.