Quien diga que la historia la escriben los vencedores definitivamente no ha prestado atención al sur de Estados Unidos: pese a haber perdido la Guerra Civil, varias familias ricas de esta región dedicaron los años subsecuentes a esparcir la idea de la causa perdida de la Confederación. Esto llevó a que en esta zona de Estados Unidos no sólo haya estatuas en honor a esclavistas, sino al borrado de la historia y atrocidades cometidas contra la población esclava. “Los descendientes del Clotilda” (Descendant), de la directora Margaret Brown, rescata una de estas historias y nos recuerda la importancia de mantenerlas vivas.

El Clotilda fue el último barco en llevar esclavos de África a Estados Unidos, pocos años antes del fin de la Guerra Civil. Como esta acción era ya ilegal para ese entonces, los esclavistas quemaron el barco y cualquier resto de su crimen. Estas personas traídas como esclavos fundaron la comunidad de Africatown, donde actualmente viven sus descendientes, quienes esperan con ansias que se encuentren los restos del Clotilda para así poder contar al mundo su historia.

El mito de la causa perdida no es poca cosa: a través de libros de texto para escuelas, monumentos y recreaciones, este movimiento recontextualiza la historia y romantiza al sur esclavista como un territorio que solo buscaba defender sus ideales de las imposiciones de los malvados yankees; uno de los más grandes ejemplos de este pensamiento está en el clásico “Lo que el viento se llevó”. Esta reescritura de los hechos tiene fuertes lazos con la supremacía blanca y el profundo racismo que aún se vive en Estados Unidos. El documental muestra muy bien cómo el sistema se ha encargado de borrar el pasado de la comunidad afroamericana, y cómo estos hechos ocurridos hace más de 200 años todavía tienen consecuencias en la actualidad.

Aun cuando la comunidad de Africatown ha mantenido viva su historia a través de la tradición oral de padres a hijos, el resto del país parece más interesado en borrar el daño hecho, y con él a la misma población. A través de narraciones de textos, entrevistas, material de archivo y siguiendo la vida cotidiana de los habitantes, la película nos va revelando este acontecimiento y la importancia que tiene no sólo para los descendientes, sino para Estados Unidos en general. Mantener vivas estas voces, aceptar lo ocurrido, se convierte en el primer paso para sanar heridas profundas del pasado.

A la par de la búsqueda del Clotilda, se nos muestra también cómo las tierras de los descendientes de los esclavistas ahora son rentadas a fábricas que rodean a Africatown, y cuyos efectos en la salud de sus habitantes han sido devastadores. De esa manera, se ve cómo los desbalances de poder siguen presentes aún cuando la esclavitud haya sido abolida: todo el sistema sigue estando construido sobre una base de desigualdad.

Todas estas reflexiones sumamente interesantes y valiosas compensan el acercamiento televisivo del producto final: pese a la buena documentación y a la relevancia del tema, en el apartado técnico el trabajo se acerca más a un muy buen reportaje que a una pieza cinematográfica. A diferencia de otros documentales como “Fire of Love” o “The Territory”, aquí no hay una propuesta artística distinguible. Esto, sumado a una duración un tanto excesiva, convierten la experiencia en algo un poco pesado, pero la importancia y lo interesante de los datos hacen que valga la pena.

Aunque dista de ser perfecto, “Los descendientes del Clotilda” es un documental relevante sobre el papel que juegan las historias en la construcción de estructuras de poder. Cuando una comunidad cuenta lo ocurrido desde su perspectiva no solo nos está compartiendo una visión antes desconocida: está usando la narrativa como un acto de resistencia.

“Los descendientes del Clotilda” es finalista al Oscar a Mejor Documental 2023 y está disponible en Netflix.